martes, 8 de febrero de 2011

LA REVOLUCIÓN Y SUS DEFENSORES

Decir Revolución y Libertad no es decir necesariamente democracia, respeto a las minorías, igualdad entre los sexos, buenas relaciones con los demás pueblos. Todo eso está por conquistar. Demos la bienvenida a las revoluciones "árabes", que están destrozando la falsa fatalidad. Pero, por favor, no exageremos la adulación: todavía tienen por delante todos los peligros, incluso los más graves. No hay más que recordar nuestra historia: el futuro no tiene garantías.
Es imposible no estar de acuerdo con esta conclusión con la que termina el articulo André Glucksmann, aparecido en un periódico hoy; cuando los pueblos se levantan contra el tirano, sea del signo que sea, lo hacen porque la existencia, ya, es insoportable, y entonces no importa morir, y es esta explosión de hartazgo lo que pone en la calle a la ciudadanía insumisa, pero no estoy en absoluto de acuerdo en celebrar la espontaneidad  de la sublevación revolucionaria como lo mejor y lo más saludable, pues, la revolución, no  se encaminará hacia donde decidan su juventud,   ni muchísimo menos, eso, en un pensador como Glucksmann, o un periodista como Javier Valenzuela, es una falacia intragable, porque cuando la revolución se pone en marcha, siempre va contra lo que representaba el tirano abatido, y este es siempre, un representante de todos los tiranos, luego estos, se apresuran a mover sus bazas, todas las que puedan y más, para evitar que la revolución se encamine hacia donde quiere el pueblo en revolución, y así, porque ese clamor del pueblo insumiso no encuentra el altavoz de la solidaridad de una izquierda sin ideas, y mucho menos el de unos gobiernos europeos que temen mentar la cuerda, en casa del ahorcado, los revolucionarios de la plaza de Tahrir, tienen que negociar con Suleimán, “el señor de la tortura”  porque, ellos, los revolucionarios tienen que ir haciendo camino, mientras desde el otro lado, la improvisación es la inevitable, la mínima posible, pues todo es calculo, ganar tiempo, que las aguas vuelvan a su cauce.
Admito y respaldo el derecho de la revolución ha hacer camino al andar, a equivocarse, pero precisamente para garantizar el respeto a las minorías, la igualdad entre los sexos y buenas relaciones con los demás pueblos, y sobre todo, un reparto equitativo de la riqueza es por lo que, desde la izquierda, los revolucionarios han luchado por dotar a la movilización con programa y organización; lo contrario, es decir, la espontaneidad y la improvisación es el mejor regalo para los poderoso, que todo lo calculan y todo lo prevén.
                                                              jmrmesas  

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