lunes, 20 de abril de 2015

LA SOCIEDAD FRENTE AL CAPITALISMO









LA SOCIEDAD FRENTE AL CAPITALISMO


El nivel de desarrollo tecnológico y científico al que ha llegado la humanidad, en apenas unas décadas, hace que las materias que dominan estas disciplinas, indispensables para vivir en el tipo de sociedad en que se desenvuelve la actividad humana quede en manos de un grupo de expertos; probablemente, nunca, como ahora, la ciencia y sus logros han estado tan distanciadas de la sociedad, como lo está hoy (probablemente mi error es considerar que hoy, la ciencia está más cercana porque los artilugios que nos rodean hace, al tener que lidiar con ellos, que nos preguntemos cosas, pero la ciencia progresa porque el pensamiento científico es muy irreverente, poco dogmático y muy propenso a querer saber y comprender. Nada más alejado del mito, de la fe del carbonero, del catecismo, de cualquier tipo de catecismo o prontuario), pese a la contradicción que supone esta afirmación, cuando, casi todo el mundo depende de enseres, útiles, herramientas ligadas a la tecnología y a los avances científicos, y sin embargo, el funcionamiento de tales artilugios, para la gran mayoría es equivalente a la magia (aún cuando, el impulso de utilización lleve a encontrar una solución práctica), siendo tales dispositivos, elementos de uso cotidiano, así pues, las adquisiciones científicas y técnicas más recientes, lógicamente, desconocidas, sobre todo, aquellas que puedan tener una aplicación en la industria de guerra, guardadas en secreto, hace que el principio constitucional del pueblo fuente de poder y legitimidad, recogido en la mayoría de las constituciones de los Estados democráticos sea un principio desvalorizado porque la sociedad carece de elementos de control para discernir que potenciar y que restringir.

El nivel alcanzado, implica, de mantenerse esta carencia de instrumentos de decisión y control, de la ciudadanía, respecto de la capacidad del mundo de los negocios, de influir en la ciencia, que la sociedad, por vía de los hechos, comenzará a generar dos especies de individuos, aquellos con el poder de decidir y recibir todas las ventajas que la ciencia y la tecnología les depara, y la enorme mayoría carente de información y recursos, sin posibilidades para orientar el esfuerzo de la investigación y los recursos disponibles, en un sentido social, que reporte beneficio y confort al conjunto.

Esta zanja abierta no podrá cerrarse sin una voluntad de ruptura del actual modo de vida, y esta decisión tiene que ser, necesariamente, demonizar el modo de producción establecido y centrado en satisfacer al mercado. La decisión de los partidos políticos de llevar economistas de nivel en las listas electorales se debe a la necesidad de justificar a los mercados ante la cada vez mayor publicidad negativa que el capitalismo acarrea en su obsesiva carrera por no ceder terreno ante el auge de los países y Estados nacionales que se despegan del control ejercido por Estados Unidos, porque, de algún modo, en la sociedad se va generando la idea de ser consumidos por los bancos, por el dinero, por los de arriba, siempre procurando acaparar más, sin importar de qué manera.

Cuando los mercados son un puñado de multimillonarios –80– que tienen la propiedad de la mitad del mundo, según medidos informes de organizaciones nada sospechosas de veleidades revolucionarias, quiere decirse que todo el proceso de producción impulsado por la economía globalizada, estructurada por las 147 transnacionales en las que están todos los grandes bancos interconectados accionarialmente, se enfoca a satisfacer a ese puñado de multimillonarios que tienen una influencia política determinante capaz de persuadir al gobierno más poderoso del mundo –Estados Unidos– de adoptar las medidas necesarias para empobrecer a una ciudadanía mundial, que ese pequeño grupo de expropiadores percibe como el peligro más acuciante, y a la que no pueden diezmar con una guerra mundial, que podría ser el fin de la historia, como las habidas en el pasado siglo.

Este es el panorama, esquemáticamente resumido, de lo que está pasando en el mundo. La desestructuración de Ucrania, es el intento más audaz y descarado de una élite que se sabe rebasada por la historia y que no tiene más escapatoria que someter al 99 por ciento de la humanidad para poder seguir siendo los dueños del mundo, esa desestructuración social es la que están abordando, en fase avanzada, en Oriente Medio, la que con otros ingredientes pero con idéntica finalidad se lleva a cabo en Méjico por medio del narcofascismo, porque se busca la consecución de Estados fallidos, porque el Estado nacional, como factor de orden y progreso, en una época convulsionada por la injusticia y desigualdad termina convertido en un policía corrupto, y entonces la sociedad les percibe como sicarios, enemigos, vendidos, de los que hay que librarse, y todo eso comenzó, igualmente, de un modo audaz, el 11 de septiembre de 2001, cuando, con la aquiescencia encubierta, disimulada, del gobierno de los mercados, se llevó a cabo la de-mo-li-ci-ón del WTC de Nueva York, tras el choque de los aviones contra las torres gemelas.

Que el Estado nacional, en la vorágine de la desigualdad social es un producto poco fiable hay un ejemplo palmario que es la Unión Europea. La práctica cotidiana es que Alemania dicta la política groso modo que seguirá la UE y que cada gobierno nacional va aplicar en el feudo correspondiente, es decir, no existen políticas nacionales independientes porque hay una dependencia económica, financiera y por tanto, política que viene definida por el poder de los bancos de las 147 transnacionales, por eso los gobiernos europeos aplican sanciones a Rusia, pero no a Méjico, por ejemplo, a Irán, pero no a Pakistán, en cualquier caso, arbitrario. Bill Gates es partidario de un gobierno mundial, y me imagino que debe querer algo semejante a la UE pero bajo la batuta de EEUU. En cualquier caso, la élite, cuyo terreno de juego es el mundo sabe que es necesario un gobierno mundial, la cuestión es que con semejante grado de desigualdad e injusticia, tal gobierno sería, de derecho, el gobierno de los mercados.

EL EFECTO ZIMBARDO

Impulsar una campaña mundial contra el modo de producción capitalista no es cosa de hacerlo al calor de un periodo electoral; algo que tiene una existencia de varios cientos de años, que ha alimentado al mundo en tan extenso periodo de tiempo, no puede liquidarse con unas frases más o menos sugestivas, sino que requiere de razonamientos y demostraciones, que hoy en día, son de una evidencia contable, pero que, paradójicamente las cabezas más preparadas no teorizan, es de suponer, porque sin una alternativa, siquiera, esbozada, la critica teórica puede suponerse, carente de utilidad, sin duda, una equivocación, porque únicamente, conjeturando, planteando reflexiones, supuestos es como se llega a soluciones, y eso es teorizar, y lo que es evidente es que un sistema –el modo capitalista de producción– vale para que un puñado de multimillonarios dibujen el mundo, a su medida, porque según sus ideas, así es como debe ser, así es como lo quieren los mercados, es decir, ellos, una redundancia, que no por evidente, incomoda a los políticos, ni siquiera, de izquierdas.

La lucha por mostrar la maldad intrínseca del modo de producción de los 80 multimillonarios, que son los mercados, se ha de convertir en la tarea de la izquierda mundial, pues esta ingente actividad no puede ser tarea de un individuo, ha de ser la actividad que puede dar sentido a la concitación de la izquierda internacional reunida en un nuevo partido mundial, para guiar y alumbrar el futuro inmediato de la deconstrucción del sistema capitalista. Un partido cuya razón de ser sería la de organizar la lucha –que se quiere, pacífica, empleando todos los medios legales para expropiar a los expropiadores, dueños del 50 por ciento de la propiedad global– contra el capitalismo, que implica, fundamentalmente, la lucha teórica , argumentando todos los aspectos en los que asienta su poder el modo de producción capitalista –mercantil–, que por tanto es heredero de todo un poso cultural antidemocrático, antisolidario, inhumano, basado en el gobierno y gestión política, institucional, económica, empresarial de la élites, que se han ido sucediendo en el mundo desde el comienzo de la civilización.

El modo de producción mercantil, según la visión de Karl Marx, sería el último estadio de la producción basado en la explotación de los seres humanos, y todo parece indicar el acierto de esta concepción, pues el desarrollo de las fuerzas productivas, útiles al conjunto de la humanidad, cesó desde el momento que el desarrollo de tales fuerzas son, potencialmente, fuerzas destructivas, por lo tanto, un nuevo modo de producción, basado en la colaboración, en el esfuerzo conjunto, significa romper toda una serie de hábitos de subordinación que anula la creatividad, imprescindible en una sociedad, como la que aborda el recién iniciado siglo xxi.

Eso es lo que significaría abordar la ruptura con el pasado, romper el efecto lucifer, ya saben, aquel profesor que experimento dividiendo a sus alumnos en dos grupos, uno les tocó hacer de carceleros y otros de presos; cada uno interpretando su papel alcanzaron cotas de abyección imprevisibles, y ese es el problema, en la sociedad, extrapolando el ejemplo, cada uno se encierra en su papel y en esa práctica cotidiana, jamás la ciudadanía terminará por creerse lo que las constituciones modernas reconocen, el pueblo es fuente de poder y legitimidad, porque siempre hay un doctor zimbardo ( diré en defensa del señor Zimbardo que cortó el experimento porque se le fue de las manos) que nos recuerda cual es nuestro papel, porque ese es el juego, por eso, a pesar de la corrupción, que en España se ha destapado, pero que es generalizada en el sistema capitalista, en diferentes grados, nadie se echa a la calle, porque el papel del ciudadano es votar en las elecciones, y las instituciones, funcionan.

REFUNDAR LA IZQUIERDA

La sociedad es ese agrupamiento que se ha ido produciendo desde el comienzo de la civilización de individuos con intereses muy variados que en el intercambio de aquellas relaciones de producción, han generado una compleja y variada cantidad de intersticios de un valor incalculable. En el proceso de convivencia, tales intersticios tienen funciones, a veces de junturas, otras, de separación, pero sin tales y complejas redes de uniones y huecos el progreso humano, probablemente no habría alcanzado la riqueza cultural que ha producido el conocimiento.

Es gracias a ese conjunto de redes intersticiales que los emprendedores sacan beneficio montando nuevos negocios, negocios, empresas cuyo costo es cero para el emprendedor, para los capitalistas, pero que la sociedad, genera y produce a un costo de mantener viva la sociedad. Este coste, que es el progreso de la civilización, el capitalismo se lo apropia a beneficio de inventario, y sobre él ha progresado la propiedad privada, o lo que es lo mismo, el latrocinio del poderoso sobre el débil, generación tras generación, siglo tras siglo, civilización tras civilización, milenio tras milenio y en la actualidad, este proceso se concentra en 80 propietarios, cuyo progreso no es menos salvaje que los anteriores, sino más, porque a estas altura del conocimiento humano se sabe positivamente que ese proceso no es el designio de ningún ser divino, sino mecanismos en la formación de la conciencia social –ideología– y no de la consciencia –conocimiento–, por eso, los mercados, que saben que en España el Partido Popular es una apestosa cloaca de corrupción favorece y potencia el crecimiento de Ciudadanos, porque este partido es el relevo del pp, no porque sus integrantes sean potencialmente venales, –ya lo dirá el tiempo– no, sino porque defienden la explotación, es decir, hacerse ricos por medios legales, cuando ya sabemos que todo el proceso histórico culmina generando corrupción y latrocinio, más o menos disimulado por leyes hechas a la medida de los poderosos, por eso se aúpa a Ciudadanos, porque es la garantía del sistema, su gran esperanza blanca.

¿Y la gran esperanza roja? Un totem de la izquierda, Anguita, contempla una posibilidad de una refundación de Izquierda Unida porque Podemos ha cogido el terreno que se suponía, suyo. Un diputado de Syriza entrevistado en otro lugar responde que si ellos fracasan les sustituirán los fascistas de Aurora Dorada ¿puede la izquierda europea desinhibirse de la lucha de Syriza? Desde luego que puede, ya lo hace, pero al hacerlo deben de ser conscientes que colabora con los mercados en el hundimiento de Syriza y en el ascenso del fascismo continental cuyo foco en Ucrania potencia Estados Unidos que teme la influencia de Rusia en Europa.

Hablar de refundación de Izquierda Unida sin poner en primer termino el terreno de batalla que supone la situación internacional, en la que Europa es la pieza decisiva es una pérdida de tiempo, una manera de querer hacer pasar que si se llega al parlamento y se forma gobierno, España empezará a cambiar. Tan pronto como un gobierno de Izquierda llegue al poder empezaran a estrangular todas las posibilidades de mejora, porque los mercados, los 80 propietarios manejando la economía global, saben que si España se despega de la influencia financiera de que maneja el dólar-euro, rechazando las sanciones a Rusia y potenciando el Banco de Infraestructuras e Inversiones potenciado por China, habrá comenzado un declive político imparable, y eso no se lo pueden permitir.

Querer refundar Izquierda Unida sin plantear el rol que ha jugado el Partido Comunista en todo el proceso de la transición, sin plantear el fracaso del burocratismo de la URSS, sin plantear la carencia de política de Izquierda Unida, y de Podemos, que ocupa su hueco, es poner todas las condiciones para, de llegar al gobierno, el programa electoral se convierta en una sucesión de rebajas programáticas porque la economía europea, y española,están ligadas por múltiples lazos a la economía que está dirigida por las 147 transnacionales y sus bancos, y nadie se atreve a plantearles a la ciudadanía que no hay mejora sin la voluntad de ser fuente de poder y legitimidad y eso les enfrenta al capital financiero mundial.

Refundar la izquierda es tener el coraje de plantear la construcción de una nueva internacional, y ahí sí, encajaría la refundación de la izquierda española proponiendo a la izquierda europea y mundial el objetivo de levantar una nueva internacional para buscar la alternativa al modo de producción capitalista –mercantil– porque el nivel alcanzado por las fuerzas productivas actuales permiten producir para toda la humanidad, no solo para los mercados, los 80 multimillonarios, y su orla del uno por ciento mundial, porque la perfección del mercado, con el nivel actual de las fuerzas productivas, que es como decir, toda la ciencia y tecnología moderna, no hará sino generar dos especies de seres humanos, y a eso hay que oponerse, porque en el proceso histórico, los modos de producción se han ido sucediendo, asumiendo los nuevos, la herencia de una cultura clasista, elitista, que despreciaba el aporte y sufrimiento de generaciones de esclavos, convertidos en una suerte de máquinas inteligentes primitivas, pero desechables, por lo tanto, el nuevo modo de producción buscado, con el actual nivel de las fuerzas productivas, tiene que incorporar a la totalidad de la humanidad porque ellos son fuente de poder, inteligencia y sabiduria, y eso si sería motivo suficiente como para que la refundación de la izquierda, volviera a sus orígenes, la lucha por la liberación de todos los seres humanos.

jmrmesas

veintiuno de abril de dos mil quince