DAR
MIEDO
DUTERTE:
ENTRE CHOCANTE Y SINIESTRO
Cuando
el deterioro político de España empezó a calar en el PSOE, escribí
que las tensiones terminarían por romper al partido socialista
porque su política estaba lejos de canalizar las aspiraciones de la
ciudadanía. Los partidos que no expresan los intereses que dicen
representar, quieras o no, terminan desgajados. En el partido popular
la cosa es más sutil porque ellos si saben que no pueden apelar,
decentemente, a la sociedad a la que esquilman, teniendo que
retorcerse para dar apariencia de estar todos unidos, pero los
partidos de izquierda, cuyo objetivo es hacer consciente a la
sociedad apoyándose en la clase obrera como vanguardia organizada,
la cuestión resulta más evidente cuando en situaciones críticas
los dirigentes que están en el partido para contener, para impedir
que las aspiraciones de la clase obrera y las capas sociales más
débiles sean el motor del partido, enseñan sus verdaderas
intenciones, siempre argumentando que ahora no toca pero
que más adelante será el momento, que por supuesto, nunca llega.
Esos dirigentes, cuyo ejemplar más significativo es Felipe González
Márquez, desde el primer momento tuvo claro su papel de contención
de las aspiraciones de cambio del partido socialista obrero español
– PSOE – primero porque su renuncia la marxismo era
necesario para mandar el mensaje internacional de donde quería
situar al partido, segundo, porque su compromiso con el capital
financiero internacional era firme y su consecuencia inmediata fue la
entrada de España en la OTAN; tercero, porque la garantía para los
capitalistas fue la reforma financiera que hizo rescatando a la Banca
Franquista y embridando el movimiento obrero con el sindicato de la
UGT, contrapesando la movilización de Comisiones Obreras. Esto dicho
en su momento, era mal recibido por los militantes que estaban
exultantes porque acababan de dar el sorpasso del antifranquismo,
apropiandose de la batalla que dieron, casi en solitario, los
comunistas.
Esta
introducción ha sido necesaria porque leyendo la prensa o escuchando
declaraciones, llama la atención como de todas las explicaciones,
está ausente las necesidades de las gentes. Está ausente la
necesidad de organizar movilizaciones que pongan sobre la realidad el
contrapeso de la movilización de la burguesía hecha a través de
sus medios, de sus portavoces, de sus políticos propios y de los
políticos que prefieren ser aliados de los burgueses, a ser los
iniciadores de la movilización.
DE
NUEVO LA OBSOLESCENCIA DEL CAPITALISMO
Los
viejos conceptos, porque no hay – casi – nada nuevo bajo el sol,
han de ser esgrimidos para demostrar que dar miedo nunca ha sido la
solución mas efectiva para cambiar políticamente una situación. El
miedo lo utiliza, la burguesía, el capital financiero, para evitar
que la sociedad piense o pueda hacerse eco de lo nuevo.
El
capital financiero internacional tiene mucho miedo porque, en sus
análisis, aparece una sociedad, cada vez más preparada y capaz,
imposible de integrar en sus esquemas elitistas y sabe, la élite
burguesa del complejo militar industrial, que, miedo mediante, puede
contener algo esa sociedad que explora nuevos caminos, un poco a
ciegas, porque sus dirigentes andan enfangados en los problemas
formales de la representación, que son una forma de desviar las
necesidades vitales de una sociedad que ha dejado de creer en ellos,
en los políticos y sus cuitas.
Un
presidente elegido democráticamente, Duterte, llama a acabar con la
drogadicción pidiendo al pueblo filipino que mate a los drogadictos,
allí donde se encuentren, y él asume la responsabilidad de tal
llamamiento. Me parece increíble que la drogadicción sea el
problema más importante que tenga Filipinas, y todavía más
increíble, que en Filipinas, desde ningún ámbito de su sociedad,
nadie discrepe de tan bárbara atrocidad. Ni magistrados, ni
intelectuales, nadie le discute al señor Duterte que ese no es el
problema para acabar con la drogadicción, o claro está, da miedo
discrepar de alguien que asume el asesinato como medio de solucionar
un problema. Contrasta este silencio mediático con la polvareda
levantada, hace poco, contra la Venezuela de Maduro. … Primero
vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era
comunista... No hace tanto, se mencionaba a Bertold Brecht por mucho
menos de lo que, abiertamente, está sucediendo en Filipinas, pero
no ponemos el grito en el cielo, porque yo no soy filipino (aunque
puede que sea un punto filipino), ni sirio, ni ucraniano,
ni mejicano ayozinapiano, ni por supuesto, pedrosanchista.
Dar
miedo no es la solución, ¿a quién se pretende asustar y para qué?
¿No ha sido el miedo lo que ha terminado por hacer que los falsos
socialistas emboscados en el partido de Pablo Iglesias Posse se
quiten la careta asumiendo los intereses del Ibex35? ¿Que esto es
panfletario? Esto es una democracia y como se decía en la Rusia pre
revolucionaria, hasta el Zar está muy lejos y hasta Dios está muy
alto, y esperemos que podamos parar a los imitadores de un duterte
cualquiera, así que cada cual puede expresar sus ideas, como su
inteligencia le permita.
El
miedo del Ibex35 es consubstancial del mismo miedo que tiene el
complejo militar industrial y que expresa su legión extranjera en
Siria. Es el miedo que se expresa disolviendo en ácido a los
prisioneros, aplastandolos con máquinas, enseñando a los niños a
matar ¿Donde están las organizaciones de defensa de la infancia?
Silencio, pero lo más indignante es que, este discurso, puesto aquí
pueda interpretarse como ajeno a los problemas nacionales, como si no
tocara hablar de esto aquí, porque no tiene relación con lo que
pasa en España. ¿De verdad no tiene relación? Para empezar el
terrorismo de la legión extranjera del complejo militar industrial
podría atentar en Europa con un ataque químico, en opinión del
coordinador de la Unión Europea para la lucha contra el terrorismo,
señor Gilles de Kerchove.
LA
REVOLUCION DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS
A
muchos militantes de izquierda le suena a viejo el discurso de las
fuerzas productivas, pero lo que nos trajo hasta nuestro tiempo
presente han sido las fuerzas productivas y sin embargo, entender su
importancia y significación es algo extremadamente complicado.
La
izquierda no avanzará ni un solo trecho si sus militantes y
dirigentes son incapaces de exponer ante la ciudadanía la
complejidad de las relaciones que se establecen en las acciones más
simples, por ejemplo, para un profano, hablarle de los niveles de
energía de los electrones puede sonarle a royo, sin embargo, para el
interesado en la ciencia, ese discurso es fundamental para entender
el desarrollo de la vida moderna, y contra lo que puedan decir los
militantes de las fuerzas productivas hemos de tener claro que cien
años de abandono del debate teórico en la izquierda internacional
han reducido el marxismo a vulgar economía cuando el debate de la
izquierda es imposible de entender sin la feroz batalla que Marx
desarrollo por desvelar la complejidad de las relaciones sociales que
se esconden tras palabras, que pueden parecer claras y diáfanas,
salario, valor, capital, producción, circulación, que el economista
burgués liquida con definiciones escuetas; por el contrario, son
desmenuzadas por el agudo sentido del analista estudioso e ingenioso
Marx estableciendo relaciones y conceptos, no solo, económicos sino,
históricos, filosóficos, políticos, que nos hacen entender que la
vulgarización que el economista burgués presenta está destinada a
facilitarle al capital el instrumento de explotación de los seres
humanos, porque así, avanzaba el progreso, en los siglos
precedentes. Su interés, el del no marxista Marx, fue que los
nacientes partidos socialistas pudiesen disponer de ese instrumento
para organizar la lucha, fue su objetivo, hasta sus últimas fuerzas.
El
nuevo funcionamiento del mundo no se puede entender sin aceptar que
esta teniendo lugar una revolución en la producción producida por
la ciencia y la tecnología, que hace en los hechos, una revisión de
todos los paradigmas que han traído a la humanidad hasta aquí.
Las
nuevas fuerzas productivas cuya expresión más acabada y aterradora
son la industria militar está haciendo que los cauces por los que
discurría la vida y que han sido así durante cientos de años, se
estén alterando mostrando su inutilidad, su obsolescencia, porque a
la luz de la nueva producción tales cauces no valen, y de esta
revolución, la clase obrera, que ha suministrado el principal
componente con generaciones de explotados y escarnecidos seres
humanos está ausente, y con ella, la sociedad, porque sus dirigentes
se plegaron a sus burgueses, a las necesidades del progreso, por que
no tocaba otra cosa que apretar los dientes y aguantar, es decir,
porque esos dirigentes les faltó la perspectiva para retomar la
lucha contra la explotación.
Si
los dirigentes actuales no son capaces de exponer ante la clase
obrera las posibilidades que se abren ante la sociedad, adueñadose
de las ciencias y la tecnología para liberarse de la explotación,
dar miedo no será más que un subterfugio para ocultar su inutilidad
como dirigentes y precursores de un mundo nuevo, mejor, más justo y
más decente, porque tras los avances científicos se articulan
comportamientos sociales, y mientras esos avances estén en manos del
complejo militar industrial, lo que nos aguarda es el
embrutecimiento, la insensibilidad, la bestialidad, no solo en las
zonas de guerra, sino en nuestra propia vecindad, porque está
faltando la valentía necesaria para transformar la lucha
parlamentaria en una lucha por cambiar los paradigmas, los ejemplos,
los objetivos.
Ellos,
tienen su Estado, y este no es otro que el propio mundo, el planeta,
con sus leyes internacionales adecuadas, interpretadas ad
hoc, cumplidas a la medida del
interés del que manda, con su policía ad hoc,
su legión extrangera de estrangis,
sus terroristas para crear miedo a la carta, y, finalmente, su
ejercito, la OTAN, paseándose por el mundo como lo que es, su mundo,
y mientras, el pueblo, los pueblos, están estabulados en los
Estados, que inocentemente creen suyo, cuando la nación no es sino
ficción, consentida mientras una monsanto, o cocacola, o lo que sea
no crea que tal o cual aspecto de ese Estado nacional pueda ser
negocio y negociable.
Que
haya un gobierno de izquierda es una necesidad imperiosa, pero
tengamos claro que las leyes tienen que cambiar para que le valgan a
los pueblos, y en este caso, un gobierno de izquierda, en España
tiene que valer para impulsar la respuesta de los pueblos de Europa
para cambiar esas leyes obsoletas hechas para los poderosos y no para
las personas, difundiendo los conocimientos y la cultura para decirle
a los amos, que nosotros somos los dueños y que ellos han
administrado mientras nos consideraban menores de edad, pero eso se
acabo.
jmrmesas
veintinueve de septiembre de dos mil dieciséis