jueves, 27 de diciembre de 2018

POR QUÉ LA IZQUIERDA DESPRECIA EL VOTO








POR QUÉ LA IZQUIERDA DESPRECIA EL VOTO

Me pregunto esto con ánimo de entender que ocurre cuando ante una convocatoria electoral, el votante de izquierdas desprecia el voto, y la respuesta es casi inmediata: para qué vale el voto si tras las votaciones todo sigue igual. Para que vale votar si los que mandan seguirán haciendo lo mismo.

Claro está que los medios explicarán los logros que suponen que los gobiernos centrales y las administraciones locales estén en manos amigas que en manos de lo ajeno –enemigas–, pero la diferencia, para el votante ideológica-sentimentalmente comprometido, el votante de izquierdas, más consciente de los problemas sociales y políticos que, sabe por dura y desagradable experiencia que los verdaderos problemas que afectan a la mayoría seguirán igual o peor porque la política que se impulsa desde el poder –gobiernos centrales y locales– es la que el sistema capitalista desea, esa que deciden los organismos internacionales y que los gobiernos de izquierdas no son capaces de romper, por ejemplo Syriza en Grecia, es el ejemplo más sangrante, pero la tónica de la izquierda es de esa característica: respetan el comunismo burgués del capital financiero, la derecha que carga de deudas a los Estados y a las familias porque, según esos organismos internacionales –FMI, BM, WTO, etc., etc.,– es lo que conviene y lo que es mejor para todos, sin que desde ningún rincón del panorama, ni mundial ni local se salga a explicar lo que OXFAN pone es sus informes año tras año, y cada vez más suavemente (no en vano sus financiadores institucionales dejaron al descubierto las vergüenzas de algunos dirigentes ), y así, ese comunismo perverso del capital financiero concentra propiedades y dinero en dos o tres potentados que tienen más dinero que algo más que la mitad más pobre de la humanidad, sin que, cuando se pone el altavoz tertuliano algún invitado se descuelgue presentando esa estadística infame, que pone cifras y letras a poseedores de la tierra.

CHALECOS AMARILLOS

Francia, la Francia Republicana, harta de recortes y de cuentos no ha esperado más y se ha echado a la calle para decirle al gobierno de Macron, no solo que no van a pagar más la crisis, sino que exigen reivindicaciones concretas, que se pueden resumir en una sola: mayor justicia social, que los ricos paguen impuestos sin trato de favor.

No han esperado a que los partidos les convoque sino que su acción ha convocado a los partidos a definirse del lado de la acción de romper los recortes y desmontar la política de austeridad del comunismo perverso del capital financiero.

París, con tradición de luchas populares, ha acogido a esa Francia republicana que esta demostrando que las políticas de austeridad se pueden romper y se han de romper, y que solo se han impuesto en el mundo, nada más que por la falta de decisión política de la izquierda amansada por las políticas de colaboración con la burguesía y su sistema, en fase agónica, cada vez más desbordado porque no puede dar respuesta, dentro del sistema a las necesidades sociales, políticas y culturales de una sociedad avanzada porque existe una contradicción imposible de salvar sin romper sus esquemas. El modo de producción de mercancías, que siempre necesito un elevado nivel de paro –ejercito de reserva laboral– no solo no lo puede disminuir ese ejercito de paro y calamidad, sino que los avances científicos y tecnológicos están produciendo medios y modos de eliminar la fuerza de trabajo (no otra cosa es la robótica y la inteligencia artificial), porque va inscrito en los entresijos del sistema la disminución de los costes (esa disminución de costes es el paro y también la inteligencia artificial, la robótica), pero además, la circulación de mercancías produce una abundancia de dinero magnificada por la velocidad de la rotación de la circulación monetaria, a su vez multiplicada por los modernos medios de pago de plástico –tarjetas de crédito/débito, móviles,etc.–, que lejos de revertir en mejoras sociales (la colosal suma de dinero acumulada en los bancos) se deriva a la especulación desatada, a la corrupción y hacia el crimen organizado, imposible de impedir porque lo facilitan los poderes fácticos como un medio de extorsión, al permitir canales paralelos tolerados porque sus actividades, cuidadosamente apartadas de la publicidad facilitan al poder medios de control social alternativos, como es el terrorismo, el crimen organizado, imposibles de mantener sin la existencia de los paraísos fiscales.

Esto es lo que perciben los votantes de izquierdas, que se quedan en casa sin ir a votar, y los ciudadanos franceses descontentos, que aunque no puedan teorizar su indignación saben, históricamente, que las conquistas sociales tienen que defenderse por la fuerza, cuando el poder no atiende a razones.

La grandeza de esa lucha espontanea es la que garantiza ser atendida por el gobierno, y la misma imposibilidad para el gobierno de Macron de dialogar con los manifestantes, la ratifica, al mismo tiempo que muestra la debilidad del movimiento espontaneo, al carecer de dirección.

DOS GUERRAS MUNDIALES QUE DESHICIERON EL MOVIMIENTO OBRERO

No sé si existe algún estudio de lo que significó para la clase obrera internacional, para la socialdemocracia, depositaria y heredera del pensamiento marxista las dos guerras mundiales que tuvieron lugar en el territorio europeo en los comienzos del siglo xx, primero, porque la velocidad que la ciencia y la tecnología imprimieron a la estructura económica, alteraban los cimientos en los que se asentaba la sociedad. Según mi discutible opinión, a lo largo del siglo xx, la estructura económica de la sociedad (la introducción de máquinas y procedimientos en la producción, la banca y el comercio ), ha variado cada década, y en ese tiempo la formación de nuevos conceptos que alteraban los usos y costumbres carecieron de la teorización necesaria para la formación del pensamiento independiente –del intelectual colectivo– del dominio ideológico de la burguesía, porque la traición de los dirigentes socialdemócratas en Alemania y Francia, liquidó esa posibilidad de teorización independiente, no solo en el plano intelectual sino material, personal, asesinando a los militantes y teóricos, cuyo principal exponente fue –sobre todo– Rosa Luxemburgo.

El segundo acontecimiento determinante, en la fragmentación y disolución de ese pensamiento independiente que aportaba la socialdemocracia, antes de la primera guerra mundial, fue la revolución rusa de 1917, que tras la traición de los dirigentes en las votaciones de los créditos de guerra de 1914, fue la toma del poder por los socialdemócratas rusos de la fracción bolchevique, que terminó por dividirla en dos concepciones irreconciliables a la socialdemocracia, y fue irreconciliable, precisamente tras el asesinato, y la participación de la socialdemocracia alemana en el crimen cometido en las personas de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, porque ya no fue posible compartir el mismo lado de la barricada.

El efecto demoledor de las teorías bernsteinianas –Eduard Bernstein– de subordinación a la burguesía, fue la que facilitó que los parlamentarios socialdemócratas, en Francia y Alemania se pusiesen a las ordenes, tras sus respectivas burguesías y dieran lugar a las mayores matanzas de la historia.

La necesidad, para la lucha de clases entre expropiadores y expropiados es ese pensamiento independiente que ha de recorrer las luchas sociales porque los expropiadores sí se articulan, sí se organizan, sí se coordinan para que su expropiación, como clase expropiadora sea efectiva, aunque luego, entre ellos se ajusten las cuentas.

Todas las luchas del siglo xx y lo que va del presente siglo xxi están carentes de ese espíritu independiente y por lo tanto sometidas a la falsa idea de que dentro del sistema es posible encontrar respuesta a las necesidades populares, cuando es radicalmente imposible, porque, a), el modo de producción de mercancías está internacionalizado; b), porque el mercado es global y sólidamente estructurado al rededor de un núcleo de grandes bancos interparticipados; c), porque esa solida estructuración se articula al rededor de una serie de acuerdos puntuales, internacionales (tomados en conjunto), tendentes a no romper acuerdos de difícil recombinación (que ahora esos acuerdos se estén rompiendo por las luchas arancelarias, y las sanciones que la burguesía dominante –de Estados Unidos– dicta, es el ejemplo de la agonía del sistema, y la necesidad de un nuevo ordenamiento mundial que quieren los poderosos).

REINVENTAR EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO

Las políticas nacionales de los Estados nacionales burgueses dejaron de ser soberanas desde el final de la segunda guerra mundial. Las normas impuestas por Estados Unidos fueron acogidas por la burguesía europea con diferente entusiasmo, pero el temor y la ausencia de alternativas terminaron de imponer una práctica política que beneficiaba al vencedor de la guerra.

La izquierda tiene que tener el valor de aceptar la terrible traición que supuso romper el internacionalismo obrero y doblar la cabeza ante la patria burguesa. A comienzos del siglo xx el, concepto y sus consecuencias prácticas, podrían entenderse que tales términos, la solidaridad proletaria fuera un artificio ideológico, con pocas interrelaciones practicaras, pero hoy, las interrelaciones materiales que afectan a los trabajadores son claras y cotidianas, y no hay razón para empecinarse en políticas nacionales que son falsamente soberanas.

La izquierda dejó pasar su oportunidad en 1914 y en 1939 de separarse de la burguesía, adoptando una política independiente y ese balance ha resultado nefasto, y no puede darse el lujo de perder, otra vez, la oportunidad de tomar en sus manos los destinos de los trabajadores, proponiendo y luchando por una Europa de los trabajadores, de los ciudadanos porque el invento burgués de una patria europea hace aguas por sus junturas y cuando la Unión Europea se tambalea porque el sistema, el modo de producción de mercancías está llegando a sus límites, dado que la estructura económica se encuentra encorsetada por la propiedad privada de los medios de producción, que no beneficia más que a un puñado de potentados que tienen en sus manos los destinos de la humanidad, solo porque el azar y una decidida voluntad de potenciar el propio interés aseguró, ante la dejación de la izquierda de hacer valer sus derechos históricos y desde esa perspectiva, los intereses generales del conjunto social, humano, se van debilitando gradualmente con los criterios recogidos en leyes, que privilegian a los más ricos, imponiendo la política dictada por el capital financiero, que dirige la burguesía dominante estadounidense, la decisión es crucial y determinante, porque afecta a la razón de ser portadores de un mundo sin privilegios, común, porque así lo quiere la mayoría, pero sobre todo por que –opinan los expertos– la próxima crisis económica se está anunciando y según esos expertos, será mucho más desastrosa, y cuando eso suceda, la burguesía se habrá quedado sin argumentos, sin justificación para pedir más sacrificios y solo entonces la sociedad volverá a mirar a los que propongan una política alternativa global, es decir, de contenido holístico, entendiendo la sociedad la posibilidad y la necesidad de articular la existencia con otros contenidos nuevos, mejores y más armoniosos.

Francia, Alemania, España, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Holanda, han de tener la perspicacia de anticiparse y convocar a la clase obrera internacional –estadounidenses, africanos, rusos, árabes, chinos– a unir fuerzas para buscar ese tipo de alternativa al capitalismo decadente porque ya hemos pagado la crisis de 2008, y seguimos más empobrecidos y endeudados. La próxima crisis habrá de seguir el ejemplo de los chalecos amarillos de Francia, desde el principio y negarse a aceptar ningún tipo de recortes, desautorizando a los lideres obreros, sindicalistas, parlamentarios, que osen aceptar y seguir ese tipo de política. Reivindicar los impuestos progresivos a las grandes fortunas, empresarios y banqueros, ha de ser una reivindicación indeclinable, exigir un único gobierno europeo elegido democráticamente y responsable ante el parlamento que debe rendir cuentas ante un parlamento europeo pleno de soberanía, con poderes legislativo en todo el territorio de la unión, capaz de tomar acuerdos internacionales, libre de chantajes, sin bases militares de la OTAN y que tenga una política propia con los vecinos de Oriente Medio, el Magreb y África, pero igualmente independiente, con los socios y aliados, será la que confirme y garantice tal política independiente, que la ciudadanía internacional reconocerá con ese contenido abierto, generoso, acogedor porque reconocerá al ser humano como lo más importante, y no a la mercancía al dinero, al interés explotador, a la ganancia, como el centro del sistema.

Un nuevo orden holístico tiene que empezar expropiando los conglomerados empresariales ligados a la industria militar porque un puñado de potentados no tienen derecho a disponer de la vida de las personas, no tienen derecho a tener en sus manos los destinos del mundo porque a ellos, los ricos potentados les beneficie; la cultura y el conocimiento no puede ser un gueto reservado a unos pocos, sino que la sociedad tiene que tomar en sus manos ese capítulo, como una necesidad de salud pública, que podría impulsar el conocimiento, el arte y el pensamiento creador a magnitudes inimaginables, dada la sociedad que se está construyendo, altamente tecnificada, articulando programas de explicación y divulgación, de qué es ciencia, para que se quiere que valga. La ciencia no puede quedar solo en las ciencias físicas, las ciencias sociales y sus entresijos deben exponerse con claridad, porque solo así será más fácil que las personas encaren las concepciones filosóficas que explican los sentimientos religiosos, es decir, se trataría de así, de minar el terreno de la superstición, la superchería, no se trataría de prohibir las creencias, que para muchas personas, dan sentido a sus vidas, sino de proveer a la ciudadanía con los medios culturales y filosóficos que les permita interrogarse a sí mismos.

En resumen, la próxima crisis enfrentará a la sociedad a la necesidad de rechazar los conceptos burgueses, desde el principio, porque el sistema está agotado, y el recurso a un guerra en el territorio europeo es algo que contemplan los estrategas burgueses y la izquierda puede tener la capacidad de enfocar un nuevo panorama, un nuevo orden si tiene el valor de romper el corsé del nacionalismo inútil, que sale del paso diciendo que es mejor votar a la extrema derecha si es honrada, cuando toda la historia se esfuerza en advertirnos que el poder, la derecha, que es la que establece leyes privilegiantes, es canalla, ladrona, sanguinaria y excluyente.


jmrmesas

veintisiete de diciembre de dos mil dieciocho