TODA EUROPA ES GRECIA
¿PODRÍA SER EL COMIENZO DEL FIN?
Vuelve
el soniquete, España
no es Grecia,
como un conjuro para espantar el miedo con el que todos los corifeos
del sistema están percibiendo la amenaza que supone el ansia de
cambios de la ciudadanía, que en Grecia no se ha dejado vencer por
la campaña de miedo con la que el sistema y sus validos han influido
en las elecciones que ayer dio el triunfo a un partido de izquierda,
que opto por encabezar las ansias de cambio de una parte de la
ciudadanía mundial, y que en Grecia se ha objetivado dando una clara
mayoría a la coalición de izquierda ΣYPIZA,
y aunque, probablemente, no este en la cabeza de sus dirigentes
liderar un cambio mundial, saben que su victoria, ganada a pulso,
disparará esas ansias de cambio, porque el sistema está podrido y
ya no es posible esperar ninguna mejora para los pueblos, de un
sistema, que solo rinde beneficios al uno por ciento de la humanidad.
Son esas
ansias de cambio, que como un fantasma, recorre Europa y buena parte
del mundo, lo que ha llevado a dar un vuelco electoral a una
situación que ya no podía sostenerse por más tiempo, pues, ¿qué
puede esperarse de un sistema que solo le vale a una minoría de
riquísimos banqueros? ¿Qué mejor explicación que el deseo de
Oxfan
de querer trasladar a los partidos políticos los datos del
latrocinio global?
El sistema,
el modo de producción capitalista, el modo de producción de
mercancías ha dejado de ser útil para el conjunto humano, como lo
evidencia el informe de Oxfan, cuyo pronóstico de que, en unos
meses, el uno por ciento, 70 millones de acaudalados expropiadores
tendrá más riqueza que seis mil novecientos treinta millones de
personas expropiadas parasitariamente, minuto a minuto, día tras
día, que son el 99 por ciento de los seres humanos, es el ejemplo
palmario, el paradigma incontestable, de la inutilidad de un modo de
producción que solo le vale a una minoría riquísima, que fomenta
carestía, empobrecimiento, guerras, destrucción y muerte para que
esa minoría lo tenga todo, y quiera más.
Toda Europa
es Grecia, como lo demostraba el hecho de numerosos observadores de
diferentes partidos de izquierda de Europa que esperaban, junto a los
votantes griegos, el resultado del recuento electoral para alegrarse
con ellos de una victoria, que puede suponer una señal, el banderazo
de salida de una carrera de fondo para traer otra Europa que abra las
puertas del cambio en el mundo.
Hace diez
mil años comenzaba el proceso de civilización, a orillas del
Mediterráneo. Allí se sucedieron civilizaciones que han sido hitos
de la historia humana, Asiria, Babilonia, Egipto y finalmente, Grecia
y Roma. Es a partir de aquí que se ha formado el mundo moderno, sin
demerito para culturas igualmente antiquísimas en India, sureste
asiático, extremo oriente, pero, nuestro mundo se ha configurado en
torno a la cultura greco-latina, que en este proceso ha sido llevada
a su más alto exponente de eficacia técnica por la revolución
industrial que se fraguo en las islas británicas, con Inglaterra a
la cabeza. Ese proceso ha llegado a un punto de inflexión, y ha
tenido que ser, precisamente, Grecia, la que marque el punto, donde
puede empezar a cambiar el sentido de nuestro mundo, pues no en vano
se entrecruzan dos discursos que suponen dos visiones del problema.
Los
notarios del sistema, economistas, políticos burgueses, periodistas,
hablan de las variables económicas que se resumen en poner énfasis
en la desconfianza que suscita un partido que cuestiona la deuda, si
habrán de solicitar dinero, de aquellos a los que no se le va a
pagar. La economía, en resumen, es una opción de prioridades, que
en este caso, ha establecido ese uno por ciento de riquísimos
expropiadores, para que sus negocios prosperen a costa del noventa y
nueve restante. El punto de inflexión radica en que cuantía, las
ansias de cambio de la mayoría son, acertadamente, recogidas por la
izquierda, para poner las prioridades humanas y sociales, por encima
de las económicas, es decir, poner la economía al servicio de las
personas y no las personas al servicio de la economía.
Iniciar un
cambio social, pacíficamente, a partir de un proceso electoral es la
más clara demostración de la madurez de la ciudadanía, pero
prevenir la desestabilización, que el uno por ciento está
preparando, desde el mismo momento de la derrota de sus candidatos es
una cuestión de máxima tensión, de la que es un ejemplo
inolvidable el Chile de Allende, y el golpista Pinochet, pues todas
las opciones se abren y evitarlas sin darles tregua es una tarea a la
que Syriza – ΣYPIZA – la izquierda mundial y
todos los demócratas han de estar vigilantes y que requerirá de los
dirigentes, primero, inteligencia para comprender las necesidades del
pueblo griego, y las esperanzas que despiertan en la izquierda de
Europa y del mundo; segundo, comunicación con el pueblo, con la
ciudadanía; es la mejor defensa contra el fascismo que tratará de
socavar el terreno; tercero, juego limpio, tender puentes con los
vecinos, abrir un debate sobre un cambio de modelo, apoyados en el
respaldo moral de luchar por elevar el nivel del pueblo griego y las
expectativas en la Europa de los ciudadanos.
jmrmesas
veintiseis
de enero de dos mil quince