LO MÁS FÁCIL
LA DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA SACARÁ, CADA VEZ MÁS
TODO LOS RECURSOS INDECENTES QUE LOS PODEROSOS
TIENEN PARA EVITAR MOSTRAR QUE SU MODELO DE SOCIEDAD
ESTÁ ACABADO
Lo más fácil es culpar al estado islámico de la matanza de París,
ese montaje cocinado entre el Departamento de Estado USA, el MOSSAD y
regado con los petrodólares de los jeques del petróleo de los
estados del Golfo Pérsico, pero para mí, el asunto de la matanza
tiene más que ver con el declive de un modo de producción, incapaz
de satisfacer las necesidades materiales, culturales, espirituales de
una sociedad, cada vez más despegada de las creencias religiosas,
sean cuales sean sus orígenes de procedencia, que, también, cada
vez más, se da cuenta que lo peligroso no son el nombre del dios
invocado, sino el del humano que se arroga el privilegio de
constituirse en el interprete de la fe a la que se apela, por tanto,
los peligros provienen de los emires, rabinos, papas que interpretan
una deidad, que del propio Dios, cuyos designios son interpretados
por una tropa de canallas con la colaboración de los no menos
canallas servicios secretos, y la matanza de París tiene todos los
visos de querer velar las causas que hacen de este final de ciclo, el
final de una clase social, la burguesía monopolista internacional,
que ha agotado su capacidad para dirigir los destinos del mundo,
embarrando el polvo con la sangre, para causar miedo y temor a una
ciudadanía incrédula pero falta de perspectivas, porque hablar de
alternativas choca con los intereses de la clase dominante.
Todos los creadores de opinión a sueldo de esa clase social, que
maneja las finanzas para beneficio exclusivo de ese grupo de
privilegiados del uno por ciento por ejemplo, se apresuran a echar
ceniza sobre el islam como un peligro mortal, cuando el yihadismo
moderno ha sido el invento más fabuloso creado por la CIA, a raíz
de la ayuda soviética a Afganistán, para derrotar a los rusos
invasores. Desde entonces, el yihadismo no ha hecho más que
crecer, alimentado por un flujo de dinero, muy pródigo en ese tipo
de subvenciones, pero muy parco para financiar medicinas para salvar
vidas de la gente más pobre, por lo tanto, me parece mucho más
conveniente bajar a niveles más terrenales, en vez de llevar la
discusión a la altura de la teología, porque en el enclave
político, económico y social que nos encontramos ahora, es muy útil
clamar contra el islám, como recientemente ocurrió en Alemania con
la manifestación de la extrema derecha, sin que nadie, que yo sepa,
aclarase que el fascista Anders Behring Breivik, para defender a
Europa del islám comenzó matando a más de setenta jóvenes
socialistas noruegos, y que incluso juzgado y condenado, sigue
teniendo presencia activa en las redes sociales, persistiendo en su
actitud nazi. Que en Ucrania, la extrema derecha es alimentada
políticamente por redes de simpatizantes de Estados Unidos y Europa,
sin que la Unión Europea, a ningún nivel, se tome en serio la ayuda
al fascismo ucraniano, porque así conviene a los intereses, poco
claros de la geopolítica del bloque euro-estadounidense, dominante
en la escena mundial.
El núcleo de la cuestión de nuestro tiempo, para un observador con
la suficiente atención y sensibilidad es que, se mire en cualquier
dirección que se mire, el sistema no ofrece más que dolor, miseria,
recortes y embrutecimiento, como lo atestigua el Estado fallido
mejicano, donde los 43 desaparecidos en Ayozinapa, es el colofón de
una serie de asesinatos del narco fascismo, que tiene vía libre,
porque los poderes del Estado mejicano no se atreven a levantar
ninguna alfombra, o las matanzas selectivas del Estado Islámico
contra las minorías de diversas religiones en Oriente Medio, contra
los chiítas,incluso contra los mismos sunitas, si se oponen a los
planes quiméricos de querer redefinir las fronteras; el terrorismo
islamistas hace de los propios musulmanes el principal objetivo de
sus matanzas, demostrable con el atentado llevado a cabo Yemén, casi
al mismo tiempo que el cometido en París, sin que las repercusiones
hallan sido, mediaticamente comparables, pese al crecido número de
victimas yemenies.
Es el silencio cómplice de los burgueses europeos el que da pábulo
al terrorismo yihadista cuando está callado delante del crimen de
Estado cometido el once de septiembre de dos mil uno cuando cuando
las torres del World Trade Center fueron derribadas en unas
circunstancias, cada vez más discutidas en cuanto a que tales
circunstancias concurrieron de modo harto sospechosas, primero en el
orden de la seguridad policial; segundo, en el plano
político-administrativo, porque desaparecieron documentos vitales
que estaban siendo investigados; tercero, porque en el orden
político, las explicaciones fueron incompletas y apresuradas;
cuarto, porque entre las victimas no hubo ninguna personalidad de
relieve, de las que tenían su despacho en aquellos edificios, y dada
la envergadura del hecho, y el apresuramiento en cerrar un caso que
implicaba a personas de servicios secretos extranjeros, tales datos
nunca fueron respondidos satisfactoriamente y ha llevado a expertos,
en diversos campos a organizar una investigación, que pueda casar
los hechos con los datos evidentes.
Por estas cuestiones, y la histeria política desatada en Estados
Unidos y Europa legislando medidas antiterroristas, más destinadas a
controlar a la ciudadanía que a evitar atentados, dada la facilidad
con la que operan, el antiterrorismo se convierte en la excusa
perfecta para tener a la población sometida y silenciada. Toda la
expoliación del petróleo llevada a cabo en Siria e Iraq por el
Estado Islámico, y comercializada con la complicidad de Turquía e
Israel, revela una estructura comercial, imposible sin contables
organizados dependientes del Estado Islámico y aún más, sin el
beneplácito de la estructura comercial de los carteles petroleros,
controlados, totalmente, por Estados Unidos y sus aliados europeos,
por lo tanto, ese silencio que permite financiarse al Estado Islámico
convierte a la burguesía monopolista europea en cómplice de un
terrorismo, que encubre su manipulación en el expolio de los
pueblos, teóricamente, dueños de las riquezas, así como, los
bombardeos contra el Estado Islámico encubre la destrucción de la
infraestructura productiva de Iraq y Siria. De igual modo que los
suministros lanzados en dos ocasiones en paracaídas a los defensores
de Kobani, que finalmente van a parar a manos de los islamistas, no
es creíble atribuirlos a fallos de una fuerza aérea superentrenada
y profesional, como son los pilotos americanos, sino a una ayuda
encubierta de Estados Unidos al Estado Islámico, que es la legión
extranjera de Estados Unidos en Oriente Medio.
Sin embargo, es el expolio económico, político y cultural el que
llena de resentimiento a las sociedades de Oriente Medio y
norteafricanas que se ven despreciadas desde la época colonial y de
donde salen, paradójicamente, esos legionarios yihadistas,
que tan útiles resultan a los intereses imperialistas, en unos
momentos, en los que una parte de la sociedad trabajadora europea ve
con optimismo el futuro, esperanzada en obtener, legal y
pacíficamente una probable victoria, que, de producirse, deducen los
burgueses monopolistas, alterarará un estatus quo, que cuanto menos,
les obligará a hacer concesiones, no por que un determinado partido,
sea Syriza, Podemos o cualquier otro gane, limpiamente, unas
elecciones, sino porque detrás de esos partidos habrá una sociedad
que empieza a tomar consciencia de su propio poder, que empujará a
esos partidos a ir más lejos y que puede convertirse en un factor
impulso, llamada y arrastre, que termine por poner en pie a la
sociedad europea demandando cambios políticos para alumbrar nuevos
modos de hacer política, frente a los que quieren utilizar este
atentado para enfrentar a la ciudadanía, amparándose en dioses, que
siempre están en silencio.
Si la izquierda es suficientemente ágil, debería coordinarse y el
próximo domingo, no solo en París, sino en todas las capitales
nacionales de Europa deberían solidarizarse para exigir
explicaciones de quienes conocen y silencian, para impedir que la
ciudadanía decida, porque puede pasar de todo para evitar que la
sociedad tome en sus manos su destino, arrancándoselo a lo banqueros
y sus políticos corruptos.
jmrmesas
nueve de enero de dos mil quince
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