jueves, 11 de febrero de 2021

¿ESTÁ ROTA LA BURGUESÍA DE EEUU?

 


¿ESTÁ ROTA LA BURGUESIA DE EEUU?



¿ESTÁ ROTO EL COMPLEJO MILITAR INDUSTRIAL?


UN VIRUS CON IDENTIDAD POLÍTICA


Responder categoricamente no es razonable sin contextualizar el clima de abierto enfrentamiento de los grupos que componen la muy bien organizada burguesia estadounidense, y contextualizar la respuesta pasa por otra reflexión enlazada que es, ¿qué espera el complejo militar industrial de los chinos y de los rusos?

Esta cuestión es determinante para entender el contenido de lo que supone la crisis económica tapada con la pandemia del covid 19. Es preciso entender que en nuestro tiempo, tan comunicado e interdependiente, todos los acontecimientos tienen repercusiones globales, y estos nunca son apolíticos, pues aunque en un principio no tuvieran significación, las interdependencias los convierten en políticos por su propia dinámica.


Es innegable las grietas abiertas en la sociedad estadounidense por la política del anterior presidente (Trump), que abrió el enfrentamiento con China, pero el actual presidente, Biden, se está aprestando a conciliar los enfrentamientos en el complejo militar industrial, porque es necesario cerrar las grietas antes que estas terminen introduciendose en las conciencias de los estadounidenses, pero mientras a la élite se la puede conciliar, a la sociedad, en su conjunto, la conciliación está abiertamente rota, sobre todo, porque a diferencia de la ruptura que se produjo en el siglo xix entre el norte y el sur, entre la burguesía industrial y la burguesía algodonera, esta ruptura se está produciendo entre la burguesía, en su conjunto, republicanos y demócratas en proceso de conciliación y la sociedad, una determinada parte de la sociedad no anglosajona blanca, que acapara las condiciones ventajosas, mientras la sociedad no blanca se ha empezado a organizar, especialmente los afroamericanos concienciados por el lema de la vida de los negros importa (Black Lives Matter), cuya mejora no progresa, y cuya represión sigue las mismas pautas anteriores. Si bien una guerra civil no está en el horizonte del complejo militar industrial, la grieta abierta en la sociedad no mejorará porque cualquier tipo de enfrentamiento social es insustancial sin arrancar conquistas sociales que suponen, siempre, un retroceso de la clase dominante, en términos económicos, políticos, sociales e ideológicos.


Cerrar esa grita pasa por el juicio al expresidente Trump, y estamos viendo como se está preparando el segundo impeachment en el que se está pactando el juicio, en el que Trump no será condenado porque su influjo puede ser necesario en un próximo futuro, y eso pasaría por no condenarle de por vida a la reelección. La condena puede que no le permita presentarse en 2024, pero la puerta quedaría abierta. Eso al menos es lo que se podría deducir de los encuentros de los senadores que tienen que preparar el juicio, y esto es así porque al igual que el 9/11 de 2000, la pandemia necesita una justificación. La demolición del WTC sigue a la búsqueda de una plausible explicación porque por parte la sociedad estadounidense produjo su propia comisión de investigación —arquitectos e ingenieros— que refutaron la tesis oficial del derrumbe por causa del choque de los aviones. Ahora se busca al animal causante de la pandemia porque existe la convicción de que tal pandemia está en alguna panoplia NBQ, lo cual indicaría una voluntad de causar terror y espanto. Una clase en decadencia no puede más que hacer eso mismo.


Entender la importancia del sistema capitalista gestionado por la burguesía más importante en su propio terreno nacional-estatal, es la que puede aportar luz a las conjeturas que nos podamos hacer para comprender el futuro de la marcha del mundo, que está muy unido al desarrollo de los acontecimientos en EEUU.


Para los ciudadanos corrientes, imbuidos en sus problemas cotidianos, el futuro es algo que no abarca más alla de llegar a fin de mes y pagar los plazos de los bienes comprados a crédito, para los más pudientes, y para, subsistir, sobrevivir, pero para la élite dominante, el futuro es una constante, siempre presente a la que se le dedica profundos estudios por gabinetes que están en todos los thinktanks, ocupados en diseñar la vida de la gente, tan poco relevante como nosotros mismos. La actual cumbre tenida en Davos (creo que ha tenido una primera sesión, virtual, mientras se prepara la siguiente, que creo que será en alguna ciudad de Asia), como en años anteriores es la mejor muestra, ya que estába dedicada a planificar el gran reinicio tras la pandemia.


El futuro ha sido y es algo muy presente en la élite que está al tanto de los problemas cotidianos, y esos problemas pasan por evaluar la capacidad del capitalismo para integrar a los ciudadanos, al pueblo trabajador en su sistema, por eso, cuando se hundió la URSS, victima de sus propias contradicciones, a la que los burócratas fueron incapaces de responder, EEUU se encontró sin discurso en el que basar su liderazgo.


En esos momentos se dio cuenta de su incapacidad de mandar el mundo porque no tenía discurso, no tenía ejemplos y no tenía valores que transmitir, teniendo que recurrir a los efectos especiales tales como la voladura del WTC, las guerras en Afganistan, Iran y el terrorismo islámico, como piezas del rompecabezas geopolítico. En este lapso de tiempo, el latrocinio de las economías nacionales a manos de los grandes bancos y los grupos de inversión, como Blackrock, por ejemplo, endeudando las economías privadas, pero sobre todo, las economías de los Estados, las economías nacionales. Fue el momento de la crisis económica de 2008, del que la sociedad trabajadora del mundo no terminaba de salir cuando se encadenó la pandemia, por que todos esos acontecimientos han estado conectados por el nexo del complejo militar indstrial.


Como digo, el fururo es algo muy presente y caro para la burguesía, en general, y en particular, para el complejo militar industrial y sus gabinetes de estudios estratégicos, para todos los thinktanks que durante décadas han estado analizando la marcha del mundo, estaba claro que la economía había llegado al límite, el tipo de economía que se practicaba desde comienzos del siglo xx, que justificaba su permanecia, no obstante la banca (la alianza entre el capital industrial y el capital bancario, el capital financiero), ser quien ocupaba el foco en el escenario, decidía las decisiones determinantes, porque, según el esquema, permitía a la sociedad procurarse el sustento.


Téngase en cuenta que una clase dirigente, me estoy refiriendo a la burguesía estadounidense, que ha venido ocupando la escena mundial, casi desde el comienzo del siglo xx, recogió un mundo donde la historia había marcado un camino hecho a base de supuestos e improvisaciones. Coger el testigo –a comienzos del siglo xx– y seguir la marcha abrió un camino nuevo donde el avance de las ciencias y la tecnología ha experimentado el salto más importante, en toda la historia de la humanidad, y al comprobar que su dirección, su liderazgo se ahogaba teniendo que dirigir el mundo con reglas obsoletas. Léase por obsoletas tener que justificar que la democracia había de ser real, y los derechos ir acompañados de la capacidad real de vivir dignamente. De tener que asumir que su dirección era un fracaso en todos los ordenes, porque, en realidad el mundo funciona como las grandes empresas, los grandes capitalistas quieren que funcione, y no como los gobiernos dicen que funcione, y menos, una población mundial desconocedora de ese funcionamiento real, porque es incapaz de autoorganizarse por el secuestro ideológico de sus dirigentes sociales, decidió dar un golpe de timón y confinar a la población mundial, mientras decide cómo será la nueva normalidad.


La burguesía estadounidense, el complejo militar industrial, tiene la necesidad vital de establecer sus reglas, de saberse respetado y obedecido, porque es imposible imprimir una marcha al mundo, en cualquier dirección, sino son obedecidas las decisiones que se toman. Una vez comprobado que ni Rusia, y mucho menos China, abriran sus mercados nacionales a las empresas del complejo militar industrial, una vez comprobado que el dominio no puede ser condominio, el complejo militar industrial opto por la guerra. La guerra es es la pandemia. Una guerra declarada a toda la humanidad, porque la ciencia y la tecnología hacen prescindible la fuerza de trabajo y el masivo número de seres humanos representa más una amenaza al poder de la élite, que una riqueza potencial.


Los acontecimientos en EEUU no podrán ser congelados porque a pesar del énfasis que los medios, los creadores de opinión, los ideólogos al servicio del capital financiero ponen en hacernos creer en un enfrentamiento de yankis contra chinos, de americanos contra europeos, en realidad es una lucha de ricos contra pobres, de los que lo tienen todo contra los que no tienen nada y se resisten a ser manipulados como mercancía desvalorizada.


Los acontecimientos en EEUU no podrán ser congelados, y mucho menos, conciliados porque la parte más explotada y desamparada en una nación fuertemente marcada por los prejuicios raciales, la población negra, se está organizando y las políticas practicada por Trump, y ahora por Biden, siguen marcadas por la discriminación racial y las nuevas penalidades abiertas por una economía incapaz de repartir la riqueza, la enorme riqueza acaparada por la élite no tiene más alternativa que continual el expolio reduciendo a los pobres del mundo a la sumisión incondicional.


LA IZQUIERDA DESARMADA


Delante de un panaroma claramente desolador, podemos comprobar con dolor que la izquierda ni está ni se la espera porque si hemos de juzgar por los hechos, las organizaciones de clase, partidos y sindicatos llevan todos estos años desaparecidos. Ni antes de la crisis económica de 2008, ni despues de ella, ni en los albores de la pandemia, ni durante la misma, los partidos y sindicatos obreros han estado a la altura que la burguesía les ha marcado, y ninguno de ellos, en ningún país ha osado levantar la cabeza, aplicandose todos a aceptar el papel que se les asigna.


La izquierda no tiene objetivos ni tácticos y mucho menos, estratégicos y la Unión Europea es un galimatías enfeudado al complejo militar industrial, por tanto, sin voluntad política para discrepar de las tesis del socio dominante.


Un objetivo estratégico que daría poder a la izquierda internacional sería unir a todos los hablantes de español en una Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas de tal manera que el debate que se abriría pasara por el análisis histórico de lo que supuso el domino y el enfrentamiento con las potencias de la época, el análisis de la vida en el territorio del dominio español durante todo el tiempo que duró su dominio, partiendo de la base de la inexistencia de la discriminación de raza, de la inexistencia de que explotación de los pueblos que componían el imperio fuese mayor que la de los propios españoles peninsulares.


El debate pasaría, de igual modo por el análisis del avance que supuso la Revolución rusa de 1917, y la feroz persecución de los revolucionarios. El complot internacional para ahogarla y como la dirección de esa revolución se lleno de elementos que hicieron carrera en la administración para terminar convirtiéndose en una burocracia tan despegada de la vida cotidiana como la misma administración de la corona de España, terminó separada de la vida cotidiana de sus súbditos.


Este debate podría abrir el camino estratégico que pondría en el objetivo contruir la alternativa al modo de producción de mercancías, construir el socialismo.


Comprender por donde pasa la historia significa entender que las fuerzas productivas han de obedecer a satisfacer las necesidades de la humanidad, en su conjunto, y no a una parte de la misma. Esto es lo que significa el materialismo histórico. El materialismo dialéctico es la necesidad del complejo militar industrial de imponer sus tesis apoyándose en una pandemia a la que hay que enfrentarse construyendo el socialismo levantando el baluarte estratégico de la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas.


jmrmesas


once de febrero de dos mil veintiuno.