¿DÓLAR? ¿EURO? ¿BITCOIN?
NO ES COSA DE MONEDAS, ES LA REALIDAD DEL PODER
Históricamente la emisión de moneda se ha
establecido como una atribución del poder del Estado, que este ha
podido delegar, pero que tal función ha estado autorizada y vigilada
por el mismo, sin embargo, hoy, ahora, tras la introducción del
euro, aparece el bitcoin, y esta sucesión de la moneda virtual, tras
el euro, me hace suponer que tal aparición, no es algo espontaneo
sino algo decidido con premeditación y con apoyos, como mínimo, por
omisión, teniendo en cuenta, además, que el creador, Satoshi
Nakamoto, es un nombre ficticio que desapareció,
tras dejar el invento correr su camino.
Este hecho dispara las cavilaciones en un
abanico de supuestos panoramas. Primero y más evidente, la propia
aparición del bitcoin, queriéndole garantizar -de parte de su
creador- una independencia de las autoridades políticas. Segundo, la
propia lasitud de los gobiernos dejando ocupar espacio a una moneda
que es regulada directamente por los mercados,
sin mayor obstáculo. Tercero y muy sintomático a cerca del
final de una época, son ciertas posiciones de teóricos de la
economía, con opiniones que, en cierto modo, son un refrendo del
agotamiento del sistema, y como muestra, estos
dos artículos, pueden
ser una muestra.
Empezando por el final, los expertos, Münchau
y Krugman, cada uno con una óptica propia, coinciden en percibir una
sensación de embotamiento, sin que tal percepción les lleve a
entender que el sistema no tiene salida, si por tal hay que entender
condiciones de vida acordes con el nivel de conocimientos que ha
hecho posible unas fuerzas productivas capaces de industrializar,
casi la totalidad del planeta, y por tanto, capaces de asegurar
condiciones de vida dignas para el conjunto humano, aunque,
evidentemente, en principio, cuestionando seriamente el poder del uno
por ciento sobre el mercado y la producción, que es tanto como
decir, rompiendo un estatus político podrido, en el que otra quiebra
económica, vaticinada por los mismo augures que vieron la primera
-Rubini-,
dispararía los conflictos, de todo tipo, sin ninguna perspectiva de
salida que no sea el quemar gente en una guerra.
Temerariamente, los gobiernos del
superimperialismo euro-estadounidense, empezando en USA , que
estuvieron muy atento en la presentación del euro, y las agencias de
calificación, no pararon ni paran de torpedear la moneda del aliado
preferente, guardan -agencias y gobierno- un silencio elocuente
respecto a las transacciones en bitcoins, y los gobiernos europeos,
cuyas sociedades, poblaciones, duramente afectadas por los recortes,
se apresuran a adquirir bitcoins, demuestran con ello, dos cosas,
una, un desprecio enorme por los gobernados, recortados y
eurocratizados trabajadores, a la par que una enorme insensibilidad
para suponer, al conjunto de la sociedad europea, estúpida, pues si
Montoro
dice que los mercados no son gilipollas, los ciudadanos conocen
muy bien que son los mercados, o lo que es igual, los
banqueros, los grandes industriales, o más políticamente dicho, el
capital financiero, el causante de sus desgracias, y por tanto,
capaces de sacar las consecuencias; dos, toda la furia recortadora no
es más que una pantomima, es decir, los recortes no se deben a
causas objetivas, sino subjetivas, dictadas por los poseedores de las
deudas soberanas, en manos, principalmente, del rico capital
financiero nacional -véase
la muestra referida a EEUU-, que suele ser, en los Estados de las
potencias industrializadas, el capitalismo nacional, los propios
banqueros, los propios grandes empresarios, las grandes fortunas
nacionales, con lo que queda, meridianamente claro, que el gobierno,
los gobiernos, gobierna para los ricos nacionales, sean estos
estadounidenses, italianos, alemanes, españoles, etc., etc., por
tanto, entendido de esta manera, la acumulación de bitcoins
coexistiendo con el euro y el dólar, no puede ser entendido más que
como una burla siniestra, que pasa desapercibida para la gran
mayoría, por el poco eco, la poca atención mediática que se le
presta, y tal vez, suponiendo un entendimiento pactado, como un
experimento, una prueba en la que comprobar una posible moneda común,
si se llevase a cabo el acuerdo industrial y comercial entre Europa y
Estados Unidos.
En cuanto a considerar la posibilidad de hacer
una moneda descontaminada de los gobiernos, la opción
es completamente irreal, comenzando por la propia opción
contemplada por su creador, pues si bien el dinero es una mercancía,
en principio es una mercancía con características especiales, cual
es la de ser avalada por el Estado, que la respalda y
controla, pero como cualquier mercancía, por el propio hecho de ser
consecuencia de un proceso de producción antagónico, es la única
mercancía con garantía de funcionamiento sea cual sea su condición,
porque la avala el Estado, cosa, que el resto de mercancías no
posee, pues como mucho, la avala el fabricante, pero no el Estado.
EURO SÍ, EURO NO
Con los antecedentes expuestos, las condiciones
de vida soportadas por las sociedades de los países
industrializados, cuyas poblaciones están sumergidas en una
condiciones de vida que nos retrotraen a épocas, a las que los más
viejos les parecía imposibles de volver a vivir, la opción debatida
en la izquierda sobre si la solución es quedarse en el euro o salir
de él, plantea un debate falso, primero porque como se está viendo,
los recortes no son producidos por la imposibilidad de crear
mercancía, sino por su inaccesibilidad, es decir, el dinero para
hacer circular a las mercancías está represado, detenido, ocultado
porque así lo desean los poseedores de las deudas nacionales, que
son los propios banqueros nacionales, principalmente, y que exigen a
los gobiernos medidas de austeridad contra la ciudadanía, como una
medida de protección de sus patrimonios particulares, lo que dicho
en plata significa, lo que han obtenido -yo diría, robado, amparados
en leyes que les beneficia, hechas a su medida- utilizando los
recursos comunes, disponiendo de las fuerzas de la nación para
garantizarles sus derechos, que son de ellos y que, hábilmente,
presentan como el derecho de todos, por lo tanto, la opción para
mejorar las condiciones de vida no están ni inscritas ni
circunscritas a la moneda, sea esta euro, dólar, bitcoin o cualquier
otra, sino que mejorar las condiciones de vida, en España, Grecia,
Portugal, Francia, Italia, pero también Alemania, Gran Bretaña,
pero también Ucrania, Rusia, Estados Unidos, etc., es una opción de
poder político de clase social proletaria, contra clase social de
banqueros, grandes fortunas, grandes industriales, es, esencialmente,
una lucha contra el cartel de las 147 transnacionales, que en España
no puede saldarse con salir del euro, cuando la corrupción afecta
desde la cabeza del Estado para abajo, y se pretende dejar el proceso
en manos de jueces a los que se les presiona desde todos los lados,
porque los poderosos temen que ese proceso les descubra.
La solución no está en la moneda, la solución
está articular una economía al servicio de las personas, no de los
mercados, y eso requiere un proyecto de sociedad y un
proyecto de vida que tiene que comenzar en Europa, cuna del
capitalismo, por certificar su inutilidad, la inutilidad del modo de
producción de mercancías, como proyecto de progreso, porque ya
no lo es y comenzar certificando su de-función significa luchar
por construir los Estados Unidos de Europa, desde Tarifa a los
Urales, teniendo en cuenta que cada paso que no demos en esa
dirección lo estaremos dando hacia una guerra de consecuencias
inimaginables.
jmrmesas
nueve de diciembre de dos mil trece