ESFORZADOS
PIADOSOS
Detesto
a los esforzados piadosos. Son los bernstein de nuestros días.
Del mismo modo que el fascismo actual no necesita una elaborada
ideología para defender los privilegios del reducido núcleo de
multimillonarios expropiadores, siendo identificados sin gran
esfuerzo como agentes directos del capital financiero, no hay más
que escuchar el argumentario estúpido de Vox pidiendo una barrera
fronteriza para evitar a los inmigrantes, igual, igual que Donald
Trump con la barrera en la frontera sur de USA, los bernstein
actuales rezumando bondad impostada, en realidad velan la
necesidad de advertir y preparar al pueblo trabajador y a la clase
obrera, cada vez más empobrecida y desideologizada,
contra todos los que justifican
confiar en la democracia
como solución para
conseguir un mundo mejor,
cuando saben, porque
son cultos e instruidos,
que sin demostración popular, militante, ariscada, dura, la
democracia solo les vale a los burgueses y sus agentes: son los que
tienen fácil acceso a los medios que vocean en tertulias o escriben
en todos los periódicos reclamando calma y respetando los
tiempos jurídicos, mientras
generales metidos a políticos llaman traidor al candidato, que la
ciudadanía ha votado para que les represente, sin que se mueva una
hoja, ni de papel, ni arbórea.
Son
los dirigentes de las organizaciones de la clase obrera, partidos y
sindicatos que expresan la confianza en los tribunales de instancias
superiores para que estos revoquen sentencias claramente lesivas para
los trabajadores, sin ni siquiera fruncir el ceño.
Los
que creen que el sistema, el modo de producción mercantil, el
capitalismo depredador desaparecerá en medio de una catástrofe
climática, cuando es ese capitalismo depredador el
que está poniendo todos los medios para producir esa catástrofe
que podrá acabar con muchas vidas, incluso países, pero
salvará al sistema porque repartirá culpas entre todos,
y mientras tanto, nadie osará decir que es el capitalismo, el
único culpable,
porque, al apropiarse por la fuerza del planeta, sus recursos,
violando los límites naturales está impidiendo que los pueblos, la
humanidad decida sobre lo que le es propio y natural: el derecho a
vivir a los ya vivientes, el derecho a la felicidad.
Detesto
a los esforzados piadosos, pero creo en la posibilidad de
recuperación si en vez de argumentar nuestro fracaso, revierten
su esfuerzo en demostrar que la propiedad de los medios de producción
y de la tierra es la causa de la maldad entre los seres humanos,
y al hacerlo así se
estará construyendo la alternativa salvadora.
Dicho
queda
jmrmesas
veintiocho de diciembre de dos mil diecinueve