domingo, 10 de diciembre de 2017

COMPLICIDAD FORZADA








IZQUIERDA
LA COMPLICIDAD FORZADA

Absorbida por el vértigo de la campaña del 21D, la izquierda se deja arrastrar por el triunfo de la ideología patriotera de las elecciones catalanas y la ideología pequeñoburguesa centra la política sin disimulo mientras la gente normal y corriente las pasa muy mal, porque los problemas que la atenazan no tienen solución sin centrar el objetivo en el funcionamiento del sistema. Solo es necesario mirar hacia afuera, contemplar el panorama internacional para darse cuenta del tiempo gastado en un problema, la independencia nacionalista, que es pura ficción, pero como toda ficción hay que presentarla como algo que parezca real.

La estructura económica del mundo ha ganado predominio internacional y no es la nación, el Estado nacional, el marco en el que se decide el dominio de la escena política sino que este dominio requiere de un ámbito mas amplio. Ese marco más amplio, que ya no es el Estado nacional, sino el mercado, que el capital financiero ha estructurado a base de instituciones comerciales, financieras, productivas, sociales de amplio espectro para que asuma una suerte de estado encubierto que combina investigación, cultura, tendencias, pero que carece, intencionadamente, de un marco legal, político, que ataría las manos de la burguesía, quedando los aspectos políticos disponibles para los gobiernos nacionales, se convierte en un callejón sin salida para la izquierda, que se ve obligada a la colaboración institucional porque han perdido la perspectiva de servir, ser útiles a la clase trabajadora, al pueblo trabajador porque cada decisión tomada, cada ley, duramente conseguida choca contra las estructuras del sistema — las superestructuras jurídicas y políticas (relaciones de propiedad) — que la izquierda no se atreve a mencionar, convirtiéndose, a su pesar, en cómplices del sistema porque la falta de reflexión teórica les ciega la perspectiva de ruptura, y la consecuencia a la que se pliegan, el marco electoral, les depara un imparable retroceso, porque las únicas alternativas, las únicas propuestas son las trilladas entre la pequeña burguesía y las del capital financiero: nacionalismo pequeño burgués de los puigdemont de las naciones internas o las provocaciones trumpianas mientras se perfila la próxima debacle económica, que les cogerá desprevenidos porque no pueden mirarlas de frente y comprender que no son reformables sino que han de ser rotas y cambiadas: la economía al servicio de la sociedad y no la sociedad al servicio del mercado. Esta apreciación mía es posible que sea discutible pero puede ser comprobable, a poco que se medite.

Los problemas de la gente real que no puede acogerse a la ley de segunda oportunidad ,como un ejemplo de lo dicho, es sencillamente porque hay que tener cogido al pueblo trabajador por el pescuezo para que no pueda respirar; cualquier problema de tipo legal tropieza y tropezará con la imposición de los banqueros que quieren, a toda costa, mantener esas deudas, causadas por sus expolios consentidos, porque el Estado es su Estado, el gobierno, su gobierno y sus deudas, nuestras deudas. Si los miles de familias pudiesen acogerse a la ley, el problema lo tendría el sistema, porque esa ley podría ser una solución en una situación de normalidad y bonanza, pero cuando el sistema está a punto de reventar es una contradicción en los términos.

Pero no quedan ahí los problemas. Los hogares que no tienen calefacción, y en no pocos casos, ni siquiera alumbrado eléctrico, son idénticos, de la misma naturaleza de las familias sin posibilidad de acogerse a los remedios legales para capear el temporal de una economía diseñada para satisfacer el enriquecimiento de una minoría, a cualquier precio, que tiene en la especulación, en la economía ficticia la motivación para pasar de lo real a lo virtual y por tanto, destinada a colapsar. Eso que se está dando en llamar pobreza energética, cuya causa es el expolio del trabajador, obligado a retornar a una esclavitud laboral porque con salarios miserables es imposible siquiera, supervivir mal que bien, es la consecuencia del sometimiento de los lideres sociales, a esos preceptos intocables de una economía esquilmadora, que ni siquiera los sindicatos obreros son capaces de enfrentar y liderar, porque para enfrentar a los banqueros expropiadores y dirigir a los obreros hay que tener claro que sin acabar con el robo del tiempo de trabajo, hoy, cuando el latrocinio es demostrado estadísticamente, es abiertamente una traición a los trabajadores, a las familias sin recursos, a los hogares fríos y sin luz. Los partidos de izquierda, los sindicatos obreros están obligados, por los hechos, a comportarse como cómplices del sistema, porque mientras el sistema requiere cambios profundos, que no hará de buena ley, sino forzado por la sociedad, el pie de lucha abierta por el poder.

El sistema está en trance de colapsar porque el poder de Estados Unidos está profundamente resentido. El siglo xx fue marcado por dos acontecimientos, la revolución proletaria de 1917, que tras la segunda guerra mundial, el capital financiero pudo ahogar económicamente porque EEUU estructuró el mercado mundial — que encubre una suerte de estado — y sobre todo, en esa tarea obtuvo el sometimiento y la complicidad de la burguesía europea. Europa fue indispensable para el dominio de Estados Unidos, en todo el mundo, pero hoy, amplios sectores de la burguesía europea empiezan a discrepar de los modos del socio estadounidense porque vuelven la mirada a oriente, a Asia, y el socio estratégico ya no lo es de la misma forma Estados Unidos, es China sobre todo, y Rusía quienes se convierten, cada vez más en socios estratégicos a los que hay que observar con detenimiento, por eso, Estados Unidos, que no puede enfrentarse abiertamente requiere la forzar la situación en la peninsula de Corea, mientras socava Oriente Medio, donde China y Rusia tratan de estabilizar la región.

La izquierda tendría que valorar esta situación porque la perspicacia del socialdemócrata Martin Schulz empieza a valorar proponer a los socios europeos unos Estados Unidos de Europa capaces de dar valor a unas estructuras europeas, hoy inútiles para enfrentar los problemas que se barruntan.

jmrmesas

diez de diciembre de dos mil diecisiete