domingo, 6 de febrero de 2011

C O N D O N A C I O N





No sería un ejercicio de reflexión mínimamente serio comenzar pidiendo el perdón de la deuda externa de los países en vías de desarrollo, de los de  menos nivel, pobres, sin flota aérea ni marítima con la que defender la soberanía patria, porque, una legión de expertos saltarían como muelles   diciendo que las deudas hay que pagarlas; pero si algo dificulta la posibilidad de tener un sistema monetario capaz de armonizar las tensiones económicas, es la enorme disparidad de monedas, cuyo valor es meramente simbólico pues no se ajustan a ninguna medida previamente acordada, y que, al tenerse que definir nuevamente, dado que Bretton Woods, queda muy lejos, pero no olvidado, hace que las rondas negociadoras, que periódicamente se reúnen, fracasen porque el acuerdo afectaría muy desigualmente en cada zona del mundo, en el que los capitalismos mas fuertes y poderosos pueden influir decisivamente para imponer condiciones, dada la liberalización con la que se mueven, y el único medio de relativo control es la moneda nacional.

La presión sobre China para que aumente el valor del yuan/renminbi es muy fuerte, así como la ofensiva desencadenada sobre el euro, está en lo que se empezó a llamar la guerra de monedas, con unos resultados tan buenos para los mercados;  su origen está en este desajuste monetario, en el que cada país juega sus bazas apoyando las opciones monetarias más favorables a sus interese, y en este contexto, en el que el euro se ha ido convirtiéndose en moneda de referencia, y que está impulsando a la burguesía europea a querer demostrar al mundo su fiabilidad de moneda de reserva, se están consumiendo las expectativas de futuro de una generación, que a decir del FMI no encontrará empleo en toda su vida, pues empeñados los burgueses europeos en querer imponer el euro, al menos a la credibilidad del dólar, tratan de disciplinar a la ciudadanía europea para poderla empobrecer, y de este modo conseguir, lo que ya no tiene vuelta atrás, pues el proceso de deslocalización de empresas de todo tipo que se ha ido produciendo durante todos estos años, para recalar en las economías emergentes no se deshará porque siempre será más barato producir en China, Brasil o India, que en Francia, Alemania, Inglaterra, España, Grecia, y de igual modo, Colorado, Wyoming, Wisconsin, California, etc., y este no es el camino; la credibilidad del euro, está condenada al fracaso, porque esa credibilidad necesita de una decisión soberana, imposible para la burguesía europea, crear una administración central, una hacienda europea, una política común europea, una diplomacia común europea, y menos necesario, pero por aquello del “qué dirán”, un ejercito común europeo, está es la credibilidad que nunca tendrá el euro, por eso, el euro es vulnerable, especulable, débil.

Ciñéndonos al patrón económico, el nuevo siglo que recién ha echado a andar, con unas fuerzas productivas plenamente internacionales, globalizadoras de la economía, continuar el viejo modus operandi, por el que transcurrió el siglo xx, no haría sino incrementar los desajustes con la carga de sufrimiento humano que supondría para los más débiles y capas sociales menos preparadas, en medio de una orgía de adelantos científico-técnicos, incapaces de utilización si se miden por el parámetro de la plusvalía empresarial, y aunque el modo de producción mercantil ha dejado de tener utilidad social, razón por la cual obstaculiza la explosión vivificante de las fuerzas productivas, este, no puede ser sustituido de la noche a la mañana por un nuevo modo de producción alternativo, porque, solo el desarrollo social en su camino irá configurando los elementos constitutivos del nuevo modo de producción que reemplazará con ventaja creciente al viejo modo de producción de mercancías, y para eso hay que facilitar los elementos sociales para que los factores productivos vayan experimentando combinaciones que terminen por establecer las bases de un nuevo modo de producción basado en la cooperación y alejado de los antagonismos sociales.

Conscientes de la importancia que en está búsqueda exploratoria tiene el factor moneda, y del lastre que supone en el acuerdo, la cuantía de las deudas externas que cada país posee, y que, además de ser incobrables son un constante elemento de chantaje político, sin más función que la de imponer a los pueblos el lastre de la dependencia económica, política y moral -Estados Unidos tiene una deuda externa de casi tres billones de dólares, creo que en 2008/9 era de 2.822.300.000.000 $, de los cuales, entre China y Japón, suman un billón y medio largo de dólares (1.500.000.000.000 $)- , que además, USA, emite moneda sin ningún tipo de control, es decir, a cambio de simple papel moneda, USA se puede llevar cualquier tipo de maquinaria, aviones, barcos, materias primas, orgánicas o metálicas, mercancías útiles, en definitivas, mientras que los chinos, no pueden comprar una refinería de petróleo en USA, mercancía útil, comprada con dólares norteamericanos, porque USA considera estratégica la operación; y todavía más, aparte de ser el mayor deudor del mundo, su influencia en los organismos financieros internacionales,  es determinante, al punto de poder variar las reglas a voluntad, y el entramado financiero manejado a su antojo, imposibilita que la economía productiva se pueda desenvolver aceptablemente porque las maniobras especulativas dominan el mercado en su más variada extensión, sea este el mercado de la alimentación, de los minerales estratégicos, energético, mediante un entramado financiero-especulativo, incontrolado, porque los gobiernos del mundo apoyan este modo de funcionamiento falaz, socapa de una utilidad invisible para el conjunto de los pueblos del mundo incluido el norteamericano, que pese a su colosal deuda, el obrero norteamericano en paro, está condenado a morir, si enferma, porque la sanidad termina cuando termina el contrato de empleo.

Ante este panorama descorazonador, la condonación de la deuda norteamericana, y con ella todas las deudas facilitaría el desenvolvimiento de la economía productiva, y con ella, el desarrollo insospechado de las fuerzas productivas, a cambio de utilizar esas fuerza en beneficio de la sociedad, en su más amplia y extensa variedad, pues la condonación de las deudas, no es el “borrón y cuenta nueva”,  sino que la condonación universal de la deuda implicaría necesariamente, redefinir las instituciones internacionales que son lugares de encuentro para definir y acordar conceptos; para el debate y la negociación, en definitivas, para armonizar intereses, a veces enfrentados y siempre contradictorios; Naciones Unidas, el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, etc., etc., tendrían que ser revisado en su constitución y componentes para hacerlo acorde con las nuevas reglas que acogieran a todos los estados con criterios de equidad y justicia; el Banco mundial, convertido en banco emisor, tendría hacer un proyecto de moneda mundial previo debate sobre los criterios políticos en Naciones Unidas,  etc.

En cualquier caso y como medida previa, se impondría la erradicación de los paraísos fiscales, previo esclarecimiento de la cuantía y titularidad de los capitales almacenados, quedando estos constituidos en un fondo dedicado a la producción de medios de contenido social, solidario y cooperativo, y ni que decir tiene, que aquellos capitales cuyo origen quedase probado el crimen, sus propietarios y administradores, encarcelados.  

Esta medida sería de pura justicia, puesto que estos espacios de privilegios, cuyo origen está fechado en los años finales de la década de los cuarenta o principio de los cincuenta del pasado siglo, ha servido para que los ricos, ya tratados con mimo por los fiscos nacionales, pudiesen, además, ocultar las cuantiosas sumas de dinero en constante crecimiento, mientras que al ciudadano común y corriente se le exigía y exige, impuestos, “porque hacienda somos todos”, los pobretes y menesterosos ciudadanos, pues como no me cansaré de repetir, los tributos, a lo largo de la historia, ha sido cosa de pobres, por esta razón, incautar los fondos ocultos en los paraísos fiscales para dedicarlos a empresas de contenido social en su más amplia variedad, debería ser considerado una reparación justa a un latrocinio consentido por los gobiernos de todos los países.

La condonación universal de la deuda, como queda dicho más arriba, aparte de reorganizar los foros internacionales, con criterios de igualdad y justicia, en la que los pueblos pudiesen hacer valer sus criterios e intereses, sería propiciatoria al desequilibrio sin una reforma fiscal para que los poderosos, grandes empresas multinacionales, banqueros, y fortunas privadas, fuesen gravados con impuestos proporcionales a la cuantía de las riquezas, pues solo de este modo, los ciudadanos considerarían que se hace justicia.
                                                               jmrmesas




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