sábado, 8 de enero de 2011

E U R O P A 2 0 1 1


El modelo de desarrollo social europeo, basado en una cooperación pactada puede ser desarrollado en otras sociedades para lograr un cierto tipo de mercado interno, una vez depurado de los recelos entre las diferentes burguesías nativas, y este tipo de “exportación” político-económica, es un tipo de desarrollo socio-cultural altamente disolvente para la hegemonía de Estados Unidos, y es el que está en la base del ataque de los mercados a la economía del euro.

Este modelo de desarrollo es lento, dado que los recelos entre las diferentes burguesías locales no pueden desaparecer de la noche a la mañana, pues es necesario un espacio temporal largo en donde se establecen las normas de funcionamiento.

La burguesía europea, o lo que es lo mismo, las diferentes burguesías nacionales que emprendieron este camino, lo hicieron porque tras dos guerras mundiales, comprendieron que ninguna de ellas tenía la masa crítica necesaria para imponer su hegemonía sobre las demás, y mucho menos para imponerse sobre la norteamericana, así pues, no les quedó otra solución que la colaboración y el compromiso, pero el diseño del mercado, no pasaba de un cierto compromiso para facilitar el comercio, limitado a ciertas materias; en la medida que ese comercio se amplio, estaba claro que tal estructura comercial no se sostendría sin una cierta homogeneidad política, de ahí el intento de una constitución difícilmente aceptada, pero la cima del proyecto sigue siendo la construcción de una administración unitaria, dotada de una fiscalidad, una diplomacia, un ejercito común, que es lo que daría peso y valor a una economía como la europea, y esta es la piedra filosofal del invento, pues en el mejor de los casos, para los europeos, que sería el peor de los casos para la élite del complejo militar-industrial norteamericano, supondría un doble desafío a su hegemonía, el primero de ellos sería, o es, el ejemplo, ¿paradigma?, que tal proyecto presentaría en zonas, entre otras, como África o Sudamérica o Asia, pues núcleos de poder homogéneos, terminaría por hacer cierto una pluralidad de fuerzas que se contrapondrían,  equilibrándose y haciendo difícil la hegemonía de cualquiera de ellas. Un mundo policéntrico, efectivo, no sería mala cosa, pues tendría la virtud de armonizar las tensiones de un mundo real en el que los desequilibrios siempre juegan a favor de los poderosos.

El segundo desafío para la élite del complejo militar-industrial norteamericano merece volver sobre las vicisitudes de los “eurócratas” constructores del “mercado común”, pues efectivamente, en un principio no se pretendía construir una “unión europea”, solamente un mercado, pero no olvidemos que el resultado obtenido, hoy, en la actualidad,  no era el resultado que se proyectaba. En principio, tras el final de la SGM, la pujanza de una Unión Soviética, tuvo el efecto de arrancar una serie de mejoras sociales, políticas, económicas y culturales para la ciudadanía europea de la parte occidental que supusieron un handicap para la burguesía que salía de la debacle bélica, y cuyo objetivo era sobrevivir, no construir una unidad europea, solo sobrevivir, y para ello necesitaban un mercado interior, y a ello se dedicaron.  

Al transcurrir el proceso de la construcción del mercado interior se fueron añadiendo unas cosas, depurándose otras, y no fue hasta bien entrado la década de los ochenta, del pasado siglo, que se empezó a comprenderse la necesidad de construir un pueblo europeo para un mercado europeo, y es precisamente cuando se empieza a comprender esa necesidad, que se empieza a temer las consecuencias de una población preparada, culta y politizada como algo deseable pero temible.            

Las contradicciones europeas están motivadas por razones de índole históricas, culturales, geográficas, religiosas, lingüísticas, y todas ellas han ido siendo subsanadas, hasta un cierto punto en el cual todas estas contradicciones se han  ido concentrando alrededor de la necesidad de dotar el mercado interno de una cierta estructura administrativa, que necesariamente habría  necesitado  culminar  en  la  dotación  de un aparato de poder estatal,    -todas las naciones han pasado históricamente por este trance- y dada la peculiar circunstancia en la que se está construyendo la Unión Europea, tal aparato administrativo tendría que aplicar la norma ejerciendo una política de sumas continuas tendentes a homogeneizar a una población tan heterogénea, y esto es solo posible mediante la enseñanza, la cultura como valor aglomerante y sobre todo, unas condiciones de vida dignas para enormes capas sociales.

Aquí radica el nudo gordiano del proceso, pues aceleradas las cosas por la propia fuerza de los acontecimientos, la cautela y la mesura con la que se ha ido desarrollando el proceso, ya no  es posible, pues esta mesura, los mercados, vale decir, los especuladores que manejan los fondos ocultos en los santuarios del terrorismo político-financiero, que son los paraísos fiscales, interpretan como debilidad, y por lo tanto, el punto en donde meter la cuña capaz de romper el peligro de una Europa unida.

Esta supuesta unidad europea, atemoriza a la élite del complejo militar-industrial norteamericano tanto como a la propia burguesía europea, que comprende que tal tipo de sociedad, no habría tardado mucho en plantearse la cuestión del poder como eje vertebrador, del desarrollo social, con dos posibles alternativas; suponiendo la mejor de las condiciones, a saber, la burguesía europea se aviene a ir cediendo poder político, lo que quiere decir que la economía se regula con criterios de utilidad y beneficio social, y no de acuerdo al lucro de los poseedores de los medios de producción -esto supondría un ejemplo a seguir en todo el mundo, principalmente por una ciudadanía muy preparada como la norteamericana, con efectos demoledores para el núcleo del complejo militar-industrial-  o, en el peor de los casos, entraremos en un periodo de confrontación, dura, agria y violenta, en la que la unidad europea tendría que ser perseguida con criterios netamente socialistas, y esto, igualmente sería, presumiblemente, un largo periodo de tanteos, en la medida, que la izquierda esta falta de la necesaria reflexión teórica, capaz de alumbrar el atisbo de una nueva sociedad, en la que el modo de producción mercantil tiene que ir dejando paso a unas nuevas relaciones sociales basadas en la utilización de los medios de producción con criterios de utilidad social.

Cuanto antes, este tipo de reflexión se vaya abriendo paso en las mentes más avanzadas de la sociedad, más rápido y menos dolorosos serán los traumas que causaran la confrontación, y para ello es importante saber, cuando se plantea en el ámbito nacional, la perspectiva ante las nuevas elecciones, que el problema no es si Zapatero se presentará o si será Rubalcaba el que lo hará frente a un Rajoy, que en ambos casos no dirán nada discordante, pues como dice F. González lo importante es lo que hagan con España, y aquí querría contestar el argumento de este prócer de la socialdemocracia, considerándose, él mismo, por encima de la izquierda y la derecha cuando dice que no le importa si gana el PSOE o el PP, sino lo que harán con España, pero resulta, que lo que se haga con España no es neutro, a menos que se considere que las “malditas reformas” que tendrían que haberse hecho “hace diez años”, es el ataque sin precedentes a las condiciones sociales de la ciudadanía-trabajadora, en lugar de haberse enfrentado a una desregulación del capital que puede disponer del mundo a su antojo, sin que los gobiernos se atrevan, primero, a establecer reformas fiscales para banqueros, grandes industrias y grandes fortunas gravándolas con fuertes impuestos proporcionales  ; segundo, erradicar los santuarios del terrorismo político-financiero, que son los paraísos fiscales; tercero, organizar un sistema monetario, acorde con la internacionalización de las, internacionales, fuerzas productivas.  Este tipo de reformas que estadistas de la talla de Felipe González, Zapatero, Merkel, Obama, no se atreven a hacer, retrata el color político, sobre todo, de la socialdemocracia, siempre dispuesta a votar los “Créditos de guerra” o “renunciar al marximo”,  porque lo importante es seguir ¿Adelante?  Seamos serios y pidamos lo imposible.
                                        

                                                              jmrmesas 

No hay comentarios:

Publicar un comentario