jueves, 27 de enero de 2011

ARABIDAD




La civilización que fue vida y cultura durante la edad media, y que recuperó gran parte de la cultura griega, con sus traductores, está sacudiéndose siglos de corrupción y tiranía, animados por la revolución tunecina, que ha tenido la virtud de ser la chispa que ha prendido en una sociedad, que lejos del folklore, se encuentra metida en la misma problemática, que tienen las sociedades del naciente siglo xxi: los gobiernos, las jerarquías ejercen el poder, sea democrático o tiránico, siempre, de espaldas a sus pueblos.

Estas sociedades árabes, nuestros vecinos del sur, se miran más en el espejo europeo, que en el espejo yanki, y particularmente, la sensibilidad y simpatías por España, merecería un apoyo solidario, a toda la situación de cambio social que empieza a desarrollarse en toda la zona, al menos por parte de la izquierda, pues los gobiernos europeos, en principio, apoyan al poder constituido, por corrupto y canalla que este sea, y mientras estas oleadas de indignación no terminen de germinar, se cuidarán muy mucho de apoyarlas, pero la izquierda europea, y sobre todo española, no deberían de perder ni un minuto en organizar una gran manifestación en solidaridad con la arabidad reivindicadora, de cuyo éxito, solo pueden derivarse beneficios para todos; para ellos y nosotros.

El presidente Obama, se dirigía a los norteamericanos para advertirles de la perdida de liderazgo que esta teniendo Estados Unidos, a manos de China, pero particularmente creo, que si hay un liderazgo que pueda inquietar profundamente a Estados Unidos, sería el liderazgo de una Unión Europea dirigida por un gobierno central europeo, y que se atreviera a impulsar el proyecto europeo en otras sociedades, pues ese ejemplo de una unión política, la europea, que no puede ser imperialista, porque la heterogeneidad de la sociedad europea la obliga a la colaboración y el compromiso, sería el disolvente más temible para el imperialismo norteamericano, ya que el liderazgo de Estados Unidos, no puede mantenerse más que por la explotación y por la fuerza, mientras que el liderazgo europeo, tendría que ser, obligatoriamente, de colaboración y solidaridad, y este ejemplo calaría en otros ambientes culturales donde las diferencias entre los pueblos tienen en común un componente islámico que serviría de aglutinante homogeneizador, por eso, en estos momentos, sería fundamental que las sociedades musulmanas que empiezan a sacudirse trabas, vieran el apoyo de sus vecinos del norte, la izquierda sensible, apoyarles y animarles en la lucha, pues los gobiernos no lo harán ahora: esperan y temen.
                    
                                                                  jmrmesas         

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