viernes, 10 de mayo de 2013

PRECISANDO


PRECISANDO MIS ACOTACIONES

LA CARENCIA DE DISCURSO PROFUNDIZA LA CRISIS 
Y LA DESESPERANZA

El señor Rajoy, creído de su obligación de aportar esperanzas, nos debe tomar por idiotas, queriéndonos hacer tragar, que su política, la que la señora Merkel le aconseja es la que está dando resultados, cuando la profundidad de la crisis española la constata y certifican el hecho de que los partidos de gobierno, populares y socialdemócratas, tienen sendas crisis internas, pues no de otra manera se puede interpretar el hecho de los desacuerdos de la ex presidenta de la comunidad de Madrid expresados tanto en la cuestión de la subida de impuestos, mientras calla sobre la fuga impositiva de las empresas del Ibex35, por poner un ejemplo, o, cuando el diputado popular, Hernando, advierte a Gallardón sobre la ley del aboto, o, cuando el ministro del Interior compara al aborto con ETA; en cuanto al psoe, Rubalcaba, incapaz de admitir la inoperancia de las políticas socialistas, va de bueno ofreciendo acuerdos, que Rajoy se permite el atrevimiento de rechazar, lo que no hace otra cosa que profundizar el desacuerdo interno, separándose de su base social, cada vez más reducida; y que decir de la secretaria general de las juventudes socialistas, Talegón, capaz de proponerse para liderar el partido, sin decir ni una palabra de qué haría ella, ni en un solo tema. Sincera, franca y realmente, penoso, sin embargo, este apunte, que cualquiera, con mejor información del día a día, que yo, puede hacer, estará relacionado con mi anterior apunte, (*) sobre texto de Marx, Grundrisse (1).

Al releer el texto, me doy cuenta, que mi primera acotación está interpretada con la mentalidad de un economista del sistema, ¡Qué error, y qué horror!, pues no es la base de datos, la que puede responder sobre el cuanto de trabajo socialmente necesario, (lo que no exime a los sindicatos de tener una buena base de datos, utilizable para desmontar las mentiras de la patronal), pues el mismo texto, me corrige al continuar, haciendo del desarrollo de la gran industria el factor determinante de la cantidad y calidad de la mínima expresión de trabajo, -cuanto- socialmente necesario, y no al elemento humano, cosa, hoy, indubitable, pero que el autor vio, 160 años antes, pues esa gran industria, en cierto modo, hoy, se ha independizado del elemento humano, y hoy, el sustento material del mundo, está garantizado por ese 30 por ciento de la economía productiva, del que el otro 70 por ciento es economía financiera, especulativa, economía para el control y dominio de la políticaque el complejo militar-industrial manipula, para asegurarse el predominio de sus intereses sobre el conjunto de la sociedad.

Como dice el mismo texto, unas líneas más abajo, "...El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social,..." y es posible que alguien pueda decir, que eso lo planteaba Marx para un futuro, pero ese futuro, -160 años después- es hoy, porque, la poderosa eficacia de la gran industria, "...no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción..." y puesto que ni el tiempo de trabajo inmediatoni el tiempo que este trabaja es lo importante, sino su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma lo determinante, hoy, ahora, no es tanto crear empleo, -como falazmente se argumenta-, sino que el crecimiento, digamos, desmesurado de las fuerzas productivas lo garantiza la producción de conocimientos, y sobre todo, la democratización de esos conocimientos, es decir, una enseñanza de calidad, así comouna excelente divulgación de los conocimientos adquiridos por científicos y técnicos, para que el común de la sociedad adquiera consciencia de la importancia, de la dependencia que la civilización tiene, ya, de la aportación social, al progreso de las ciencia y de la técnica,que se convierte, de ese modo, en cuestión de vida o muerte, para la supervivencia de la especie humana, en este estadio de desarrollo, y que por tanto, los recortes, que el capital financiero internacional, exige, sobre todo, en el campo de la enseñanza y de la investigación científica, así como, la expulsión de la juventud de la enseñanza y el trabajo, es la gran baza del -capital financiero internacional-para lograr el empobrecimiento masivo, que debería ser contestado, globalmente, desde la izquierda, con la reivindicación de la necesidad de asegurar una renta básica, relacionándola esta, al desarrollo del proceso histórico reconociendo así, que el progreso técnico-científico se debe, está unido al funcionamiento de la sociedad, y esta, llegada a un determinado grado de desarrollo -el actual- de las fuerzas productivas, en el que el funcionamiento industrial, puede garantizar el mantenimiento del conjunto humano, reconoce y acepta que el progreso obtenido se debe, no a individualidades geniales, sino que las individualidades geniales se han producido gracias a la existencia del conjunto social, y por lo tanto -la sociedad- reconoce y acepta a todos sus integrantes, para los cuales asegura una renta vitalicia, solo por el hecho de haber nacido.

Esto es lo que plantea que la materialidad de las condiciones objetivas, para el gran cambio social estén bien maduras, y que, en el conjunto de la sociedad esté madurando una incipiente consciencia global solidaria, (pese a los desesperados intentos del capital financiero internacional por romper cualquier vínculo solidario, pese a mantener conflictos bélicos localizados, pese a los intentos de provocar la nuclearización de tales conflictos, ya no se disputa un mercado, y la fuerza militar se emplea como gendarme, local, -Israel- o global, EEUU),  porque las fuerzas productivas, hace tiempo que ya son globales.  

Es esto, lo que hace que lo determinante, en esta situación sea el elemento subjetivo que al estar desperdigado, disuelto,  absorbido por el nacionalismo caduco, (catalán o español, alemán o francés, escocés o inglés o irlandés, etc.), puesto que la política de verdad, la deciden los mercadosque la subjetividad para el cambio sea determinante, y es esto lo que explica la pasividad (revolucionaria, que no reivindicativa), del conjunto de la ciudadanía, frente a la crisis económico-financiera, pues si desde los ámbitos de los que la ciudadanía esperaba orientación, esas referencias no se movían, no discrepaban, de lo que salía, de lo que decían, los gurús del sistema, era imposible una respuesta de transformación (que expresando el susto inicial, de la élite política, dijo Sarkozy, con aquello de reinventar el capitalismo), en los inicios de la crisis, a lo sumo, cabreo, hastío, desconfianza, incredulidad, pues una respuesta de transformación exige y demanda una alternativa de conjunto, que no existe, porque desde la izquierda, abandonadas las utopías, no quedaba otra opción que reformar un sistema irreformable, primero, porque para que el sistema hubiese sido reformable, las políticas nacionales habrían tenido que asumir el mismo proceso de integración que experimentó la economía, tras la segunda guerra mundial, pero en vez de eso, se crearon lo paraísos fiscales, para evitar, lo segundo, un fortalecimiento de la clase obrera, (no ya ideológica, sino, económicamente), que al decir de los conocedores de la obra de Keynes, este, previó, para fechas tan tardías, según sus perspectivas, como los primeros años del nuevo siglo 21, por eso, ante este desastre teórico, ideológico, y político, existe un estancamiento, que hay que romper impulsando movilizaciones y políticas globalesde conjunto, recomponiendo un sentimiento anticapitalista de clase, global, que de alguna manera recoja las respuestas de colectivos profesionales, que ya expresan esa comprensión de defender lo público, como garantía capaz de impedir la putrefacción social, como la lucha de los trabajadores de la sanidad -médicos incluidos-, enseñanza, profesionales -icij-, pero definiendo objetivos globales, erradicación de los paraísos fiscalescondonación de todas las deudas nacionales, incluida la de EEUU, que marcarían el ritmo del crecimiento intelectual, político y organizativo de la consciencia transformadora. 

La importancia, dadas las condiciones actuales, del elemento subjetivo pasa por exigir, de los dirigentes y fuerzas políticas, el compromiso de definir las alternativas, así como, defender, sin ambigüedad las opciones políticas por las que se optan, lo que significa, en Europa, que la izquierda defienda la unidad política europea, especificando que clase de unidad es la que se defiende, que no puede ser la de la actual Unión Europea, que como se está viendo, se la ha apropiado la burguesía alemana, con el práctico consentimiento de las burguesías continentales, excepción hecha, de un sector de la socialdemocracia, encabezada por Fraçoise Hollande, que trata de no verse arrastrado por la política que lidera la cancillera Merkel, y esta política hoy, pasa por los Estados Unidos de Europa, con un gobierno único, cediendo soberanía, pero a condición de que un tal gobierno, de esas características, definiera una política común, teniendo que responder ante un parlamento europeo, con poderes para controlar y vigilar al gobierno.

Este tipo de compromiso y definiciones, dinamizaría la vida política, no solo de Europa, sino de todo el mundo, al convertirse en una referencia internacional.

Como resulta imposible de negar, el desarrollo de la gran industria, ya dependiente del progreso de la ciencia y de la técnica, y no de la fuerza de trabajo, que ya ha creado esa base material, -prevista por Marx- y que ha internacionalizado las actuales fuerzas productivas, globalizandolas, implicando una multitud de interrelaciones, cuya utilidad y ventaja es la de facilitar la economía especulativa, economía para el control y dominio de la políticacomo es mi modesta opinión, la posibilidad de tener, bajo control de la sociedad, fuente de legitimidad, el control de la producción, -probablemente, esto pueda sonar fatal a los oídos del capital financiero y sus agentes, pero la necesidad de que la sociedad, en su conjunto, no grupos especializados, tengan control de su producción, pasa por la democratización de la misma- facilitaría mucho tal control, el hecho de consensuar una única moneda, razón por la cual, creo, que tal cuestión sería otra de las acotaciones, al texto.

Finalizo, incluyendo el texto que acoté en el anterior apunte, porque no he sido capaz de encontrarlo en la red, poniendo el enlace.

jmrmesas

diez de mayo de dos mil trece




(1)


El intercambio de trabajo vivo por trabajo objetivado, es decir, el poner el trabajo social bajo la forma de antítesis entre el capital y el trabajo, es el último desarrollo de la relación de valor y de la producción fundada en el valor.

El supuesto de esta producción es y sigue siendo, la magnitud del tiempo de trabajo, el cuanto de trabajo empleado como factor decisivo de la producción de la riqueza. En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la producción de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo, y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su poderosa eficacia- no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción. (El desarrollo de esta ciencia, esencialmente de la ciencia natural y con ella de todas las demás, está a su vez en relación con el desarrollo de la producción material.) La agricultura, por ejemplo, se transforma en mera aplicación de la ciencia que se ocupa del intercambio material de las substancias, de como regularlo de la manera más ventajosa para el cuerpo social entero. La riqueza efectiva se manifiesta más bien -y esto lo revela la gran industria- en la enorme desproporción entre el tiempo de trabajo empleado y su producto, así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a su pura abstracción, y el poderío del proceso de producción vigilado por aquel. El trabajo ya no aparece como recluido en el proceso de producción sino más bien que el hombre se comporta como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo. (Lo dicho sobre la maquinaria es válido también para la combinación de las actividades humanas y el desarrollo del comercio humano.) El trabajador ya no introduce el objeto natural modificado, como eslabón intermedio, entre la cosa y sí mismo, sino que inserta el proceso natural, al que transforma en industria, como medio entre si mismo y la naturaleza inorgánica, a la que domina. Se presenta al lado del proceso de producción, en lugar de ser su agente principal. En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que este trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social. El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma.

Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la fuente -gran fuente- de riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio deja de ser la medida del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos. El capital mismo es la contradicción en proceso, por el hecho de que tiende a reducir a un mínimo el tiempo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza. Disminuye, pues, el tiempo de trabajo en la forma de tiempo de trabajo necesario, para aumentarlo en la forma de trabajo excedente; pone por tanto, en medida creciente, el trabajo excedente como condición -cuestión de vida o de muerte- del necesario. Por un lado despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio sociales, para hacer que la creación de la riqueza sea (relativamente) independiente del tiempo de trabajo empleado en ella. Por otro lado se propone medir con el tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas sociales creadas de esta suerte y reducirlas a los límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales -unas y otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social- se le aparecen al capital únicamente como medios, y no son más que medios para producir fundándose en su mezquina base. De hecho, empero, constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a esa base por los aires.


de: ELEMENTOS FUNDAMENTALES PARA LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA (GRUNDRISSE) 1857-1858
Editorial Sigloxxi 8ª edición, pgs 227-228-229

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