martes, 15 de marzo de 2011

TRAMPAS


¿Es posible que la opinión pública sustente opiniones que difieran significativamente de las que tiene el poder?, me pregunto, ante una encuesta que vi ocasionalmente en un debate de tertulia acerca de la intervención española en Libia, en donde mayoritariamente se rechazaba la intervención, a no ser que estuviera avalada por la ONU y que se hiciera conjuntamente por la UE y USA, y la explicación a la que llegué es que, cuando la opinión pública difiere sustancialmente de las que emiten los medios formadores de opinión, que esencialmente es la que el gobierno refleja, entonces esa opinión mayoritaria, cuando el grado de desacuerdo se hace tan patente, termina materializándose en algún tipo de expresión que le hace saber al poder, sea del tipo que sea, su desacuerdo, como sucedió con la oposición a la guerra de Irak, o como sucedió con el atentado islamista del  11 de marzo de 2004 en Madrid, cuya contundencia hizo naufragar al gobierno del  PP.

Este tipo de desacuerdo tan marcadamente señalado, tampoco puede decirse que estuviera falto de criterios, pues en ambos casos, una oposición batalladora se implicaba en defender criterios de discrepancias que polarizaban a la opinión de una ciudadanía hartamente persuadida del verdadero motivo de la intervención militar, en el primer caso, y de la mendacidad de la explicación gubernamental en el segundo, pero en la actualidad, el poco o nulo criterio que manifiesta tanto la derecha como una izquierda acogotada, hace que las diferencias, que las hay, entre una y otra, sean tan mínimas, que pueden coexistir sin fricciones, con lo que el grueso de la ciudadanía no encuentra motivos para tener que exigir demostraciones de desacuerdo, que vayan más allá de las que se expresan en los diferentes medios.

Dándole vueltas estaba, cuando veo otra encuesta realizada en cinco países, Reino Unido, Alemania, Francia, Polonia y España, que revela la profunda desconfianza ciudadana hacia los políticos y su honestidad, en relación con la crisis económica y su capacidad para resolverla, cuyas respuesta, si bien son demoledoras, revelan que la metódica cantinela que nos hace responsable de la crisis a los ciudadanos, porque “vivimos por encima de nuestras posibilidades”, da los resultados apetecidos, o sea, que nos creamos que somos los culpables nosotros y no un sistema que permite que los ricos, banqueros y multinacionales, consentidos y protegidos por los gobiernos, oculten sus ganancias en los santuarios del crimen político financiero, esos paraísos fiscales que son la guarida de donde salen los capitales que sirven para financiar la especulación, que hay que empezar a darse cuenta que no es una especulación meramente mercantil sino de contenido esencialmente político, y así, con una ciudadanía desorientada por la minimalidad de una izquierda pequeño burguesa, que ha caído en la trampa de querer ser fiables a los ojos de un sistema, que jamás los vera con otros ojos que con los de tontos útiles, esa ciudadanía desorientada, consiente, de mala gana, pero, en definitivas, aceptando que se recorte el estado de bienestar, como forma de reducir la deuda, así que convendría hacer una odiosa comparación, que es como sigue; la deuda USA, a día 14 de marzo de 2011 es de más de 14 billones de dólares, mientras que la deuda de un conjunto de países europeos que he rastreado en internet es de mas de 8 billones y medio de euros, y el conjunto de países rastreados han sido, Alemania, 1.79 billones; Francia, 1.40 billones; Reino Unido, 1.05 billones; Italia, 1.89 billones; España 1.1 billones; Irlanda 887 mil millones; Portugal, 286 mil millones y Grecia, 236 mil millones de euros, que suman los más de 8 billones seiscientos mil euros de deuda conjunta, y que a diferencia de la deuda USA no es transferible vía euro como lo es la estadounidense vía dólar y mientras tanto USA puede seguir endeudándose, ni los mercados ni las agencias de calificación molestaran tan omnímoda soberanía.

Esta ceguera de la izquierda pequeñoburguesa para no airear y explicar las maniobras de las agencias de calificación como una trampa nada sutil, pero si muy efectiva para que los trabajadores caigamos en ella haciéndonos solidarios de unas maniobras financieras, que permite el engaño conjugado de gobiernos, autoridades económicas, banqueros e instituciones de contabilidad y control, para que los ricos eludan los impuestos y puedan llevar una doble contabilidad amparándose en los paraísos fiscales mientras a los trabajadores y a la ciudadanía se les fríe a impuestos, es la consecuencia de una política, que no quiere ver que el sistema capitalista está agotado, y en vez de buscar una alternativa que no es otra que la expropiación de los recursos naturales, distribuyéndolos de un modo racional y no de acuerdo a quien pueda pagarlos.

De cualquier modo, el objetivo se está cumpliendo en gran medida pues la reacción de Gadafi entorpecerá le camino de las masas árabes y norteafricanas, en su lucha por equipararse con sus vecinos europeos, permitiendo la contundencia de todos los reaccionarios que más desahogados liberan su miedo a las protestas reprimiendo con dureza creciente las manifestaciones y protestas como en Marruecos, Yemen o Bahrein,  pues saben que los dirigentes europeos tienen tanto o más que perder que ellos, y la ciudadanía europea se encuentra en una profunda desorientación , sin que se vislumbre una alternativa que no sea resistir.

La otra trampa, tan importante como la anterior, es la cómoda dualidad que se superpone a la dirección legal de la UE de los asuntos cotidianos a los que se ve abocada esta, cuando los acontecimientos u otro tipo de decisiones de calado, lo  requieren;  esta dualidad no es otra que la que patrocinan el inevitable dúo franco alemán, simbolizado por Merkel-Sarkozy,   o al revés, que tanto da, pues lo que esta practica continuada revela, por un lado es la inoperancia del parlamento europeo de la presidencia de Van Rompuy, y de la señora Ashton, -¿Lady PESC?-  es decir, de las instituciones formales que deberían ser los que expresaran los intereses de la UE, y no el dúo dinámico, mientras que la inevitable toma de postura del dúo franco alemán demanda la necesidad de un autentico gobierno europeo capaz, en tiempos como los actuales de tomar decisiones con rapidez y contundencia, ya que la demora no significa otra cosa que la incapacidad de defender el interés de los europeos sino se hace bajo el prisma de las tensiones entre los diferentes sectores de las burguesías nacionales, y esto sera bueno para armonizar los intereses de la elite, pero es fatal para defender los intereses de la ciudadanía europea, y como ha quedado dicho anteriormente, desangrar la revolución magrebí.

15/03/2011                                          jmrmesas

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