lunes, 25 de octubre de 2010

DE LA PEQUEÑEZ DE LA IZQUIERDAD



Esto que empiezo a escribir, os lo puedo asegurar, es muy penoso, pero creo que hay que mirar los problemas para calibrarlos cabalmente si queremos corregir una deriva que solo producirá más paro y empobrecimiento, o algo mucho peor, algún tipo de aventura bélica, como medio de controlar una indignación popular, silenciosa y contenida, pero no por ello menos real y explosiva ante el ataque monstruoso a las ya escasas condiciones de vida, del común de los ciudadanos-trabajadores, tanto en Europa, como en Estados Unidos, como en toda Sudamérica, Asia  y especialmente en la desgraciada África. 

Lo que caracteriza al capitalismo es su capacidad depredadora; su rapacidad y voracidad incontenibles para morder y no soltar; es la marca que va dejando en el lacerado cuerpo social del mundo entero en las últimas décadas, y cuyo testimonio evidente es ese setenta por ciento del dinero protegido, custodiado, refugiado en los santuarios fiscales, en esa cueva de los 225 ladrones más ricos del mundo, a la que los gobiernos de los diferentes estados prestan su bandera, haciéndose cómplices, de un proceder canalla.

Ese 70 % de dinero ocioso, es la prueba del delito, el testimonio acusador de que el afán recaudatorio que nos imponen condiciones de vida de explotación extrema tiene como objetivo, no solo producir riqueza sino convertirnos, rebajarnos a la condición de subespecie humanoide, para evitar que sus especiales paraísos terrenales se alteren por la ola igualitaria desatada por el crecimiento exuberante de las modernas fuerzas productivas.  Ese maldito detalle de cuantificar el dinero improductivo almacenado, un economista diría, atesorado, en los santuarios fiscales, -cuevas de los 225 ladrones- simboliza el excedente de riqueza producida en todo el mundo, que institucionalmente los diferentes gobiernos son incapaces de controlar, y mientras tratan de convencernos de la imposibilidad de mantener programas de ayuda porque, ¡no tienen dinero!, el dinero que los banqueros nos roban con todo tipo de triquiñuelas legales, los mismos gobiernos protegen a estas bandas, siendo incapaces de ponerles impuestos, mientras a los sufridos ciudadanos-trabajadores los achicharran con todo tipo de gravámenes; señor don Felipe González,  el setenta por ciento del dinero ocioso, significa  2,33 veces el dinero que se emplea en la economía real, es decir, el excedente que la socialdemocracia ayudó y ayuda a recaudar, mientras que fustiga a los ciudadanos para que vivan muy por debajo de sus posibilidades.

Dos coma treinta y tres, significaría la posibilidad de articular una producción y una economía, capaz de construir un mundo mejor, capaz de construir el socialismo en todo el mundo, un socialismo en libertad y abundancia, habida cuenta del crecimiento de las fuerzas productivas; de la ciencia y las modernas tecnologías pero, y esto es lo doloroso, la izquierda formal, la que tiene en sus manos las capacidades de organizar, movilizar, difundir, explicar, educar políticamente a los ciudadanos-trabajadores, es timorata, a diferencia de la audacia capitalista de morder y no soltar, la izquierda formal  es cobarde en sus planteamientos políticos, incapaz de entender que será aquí, en el corazón de la civilización occidental donde se planteará la batalla decisiva por un mundo nuevo, mejor y solidario, será aquí, en Europa, donde un ochenta por ciento de ciudadanos-trabajadores, esperan que alguien se atreva a levantar la bandera de la unidad proletaria europea, por eso, digo que es cobarde y timorata, porque no será, haciendo ruido ni con tambores ni cacerolas, como acabaremos con la voracidad capitalista.

Puesto que el dinero atesorado en los santuarios financieros, excede en 2,33 veces la economía real, la política a seguir consistiría en movilizar, principalmente en Europa, pero no solo, un movimiento de protesta ciudadana exigiendo la ilegalización de los santuarios fiscales, negándonos a contribuir fiscalmente mientras no se graven a las grande fortunas con un impuesto progresivo; la expropiación directa del dinero atesorado en los santuarios fiscales, que no tenga una procedencia legal documentada; para los capitales documentados legalmente una imposición del 75%, con la posibilidad de tener un beneficio fiscal si es empleado en producción que resulte con un fin social; aclarar socialmente que el dinero atesorado en los santuarios fiscales, a sido generado por la producción social y que al haber estado libre de contribuir fiscalmente, su crecimiento, se ha llegado a convertir en un peligro para la sociedad, imponiéndoles a los gobiernos elegidos por los ciudadanos políticas contrarias a las demandadas por los mismos ciudadanos.

Si la izquierda formal no se atreve a organizar una movilización, cuando menos, en Europa, con este tipo de política, u otra  más valiente, ¿Para qué vale la unidad? ¡Para ir juntos al pantano de la idiocia!
                                                                 jmrmesas

No hay comentarios:

Publicar un comentario