sábado, 21 de marzo de 2020

TRABAJO ABSTRACTO







TRABAJO ABSTRACTO

El empobrecimiento social que se concreta en una masa creciente de ciudadanos que ven mermado su nivel de ingresos y por tanto sus condiciones de vida, es la contradicción que se vuelve cada vez más aguda porque contrasta vivamente con la manifestación de la riqueza que anuncia la publicidad y que está disponible si se tiene el dinero suficiente para acceder a ella. Parece una perogrullada porque es innecesario decir lo evidente, pero lo evidente no lo es tanto si se quiere analizar cómo y por qué.

TIEMPO DE TRABAJO SOCIALMENTE NECESARIO

Tiempo de trabajo socialmente necesario es el promedio de la cantidad de trabajo necesario para fabricar una mercancía tipo, por ejemplo, un transistor de potencia, si el tiempo medio de fabricación es de xt, el fabricante que consiga disminuir x, (xt-1), tendrá una ganancia extra sobre la plusvalía mayor que el promedio que lo hace en x, y por supuesto, rebasar x, (xt+1) es ruinoso y el fabricante tiene que cerrar o fabricar otra cosa.

Cuando Marx dice, “El intercambio de trabajo vivo por trabajo objetivado, es decir, el poner el trabajo social bajo la forma de antítesis entre el capital y el trabajo, es el último desarrollo de la relación de valor y de la producción fundada en el valor.” … …

...esta diciendo que la producción de mercancías se agota cuando el tiempo de trabajo, humano, se vuelve irrelevante porque la dependencia de la producción de mercancías está vinculada al tiempo de trabajo humano que es el que produce la plusvalía de la que se apropian los dueños de los medios de producción, y por tanto, cuando el nivel de la ciencia y la tecnología aplicada a la producción adquiere, de manera creciente, importancia determinante, cuando la ciencia y la tecnología ponen en movimiento máquinas, procedimientos, nuevos materiales calculados, para allanar obstáculos a la producción industiral, la dependencia del tiempo de trabajo humano, de la fuerza de trabajo, pierde validez y el modo de producción sustentado en la obtención de la plusvalía ha llegado a ser un obstáculo para la sociedad, porque impide el progreso, primero porque aparta de la educación y la cultura a la mayoría social, base indispensable de una sociedad altamente tecnificada, como le es la que predomina en el mundo, hoy, segundo, porque la burguesía está estrechamente organizada a través de instituciones internacionales, foros y acuerdos para evitar una competencia suicida, reduciéndose ésta mediante la monopolización, la cartelización que la mantiene en límites aceptables para la élite del uno por ciento, en consecuencia, frena, ese modo de producción, este modo de producción actual impide el progreso, porque la plusvalía producida es minúscula y la ganancia tiene que hacerse empobreciendo a la fuerza de trabajo misma, haciendo recortes que afectan a la reproducción de la fuerza de trabajo, disminuyendo salarios, atacando las libertades que permiten la organización de la fuerza de trabajo, empobreciendo el aprendizaje, encareciendo la cultura, y, cuando el ejercito de reserva, que era, que es, el paro endémico, este ejercito de reserva ya no es necesario hace su aparición de terror un ángel exterminador.

… … y continúa el párrafo, “El supuesto de esta producción es y sigue siendo, la magnitud del tiempo de trabajo, el cuanto de trabajo empleado como factor decisivo de la producción de la riqueza. En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la producción de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo, y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su poderosa eficacia- no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción. (El desarrollo de esta ciencia, esencialmente de la ciencia natural y con ella de todas las demás, está a su vez en relación con el desarrollo de la producción material.) La agricultura, por ejemplo, se transforma en mera aplicación de la ciencia que se ocupa del intercambio material de las substancias, de como regularlo de la manera más ventajosa para el cuerpo social entero. La riqueza efectiva se manifiesta más bien -y esto lo revela la gran industria- en la enorme desproporción entre el tiempo de trabajo empleado y su producto, así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a su pura abstracción, y el poderío del proceso de producción vigilado por aquel. El trabajo ya no aparece como recluido en el proceso de producción sino más bien que el hombre se comporta como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo. (Lo dicho sobre la maquinaria es válido también para la combinación de las actividades humanas y el desarrollo del comercio humano.) El trabajador ya no introduce el objeto natural modificado, como eslabón intermedio, entre la cosa y sí mismo, sino que inserta el proceso natural, al que transforma en industria, como medio entre si mismo y la naturaleza inorgánica, a la que domina. Se presenta al lado del proceso de producción, en lugar de ser su agente principal. En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que este trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social. El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual funda la riqueza actua la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que este trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarrl, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la fuente -gran fuente- de riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio deja de ser la medida del valor de uso.”


Para mí, todo este párrafo, todo el conjunto, siempre me resultó muy claro, denso y anticipador y en estos días adquiere una significación especial, por eso lo transcribo, esperando que el lector vea mucho más de lo que yo he podido extraer.

ELEMENTOS FUNDAMENTALES PARA LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA (Grundrisse) Editorial Sigloxxi 8ª edición, pgs 227-228-229

Los subrayados y negrita que hago me han permitido comprender mejor el conjunto del discurso de Marx. Lo que está fuera del entrecomillado es de mi opinión, que al estar en medio del párrafo es posible que alguien pudiera creer que quiero colar de matute, en este intento absurdo de trasladar al seno de la izquierda el discurso inabordable e inabordado, de la caducidad del capitalismo con la intención de marcar territorio entre los intereses de la burguesía y los intereses del pueblo trabajador.

Siguiendo, en este propósito de argumentar las razones de la obsolescencia del modo de producción de mercancías, como freno, impedimento del progreso humano, es oportuno señalar que el reflejo más tangible, palpable, del trabajo abstracto es el dinero, el cual permite acceder a cualquier mercancía, si se cuenta en la proporción adecuada.

Probablemente sea difícil asociar una cantidad de dinero con la posibilidad de hacer innecesario el trabajo humano, pero cuando Marx analizó la dinámica del proceso de producción de mercancías, la automatización del trabajo, la inteligencia artificial, aún quedaba muy lejos, y ya vislumbraba la posibilidad de considerar superflua la explotación del trabajo humano. Entonces, ni la producción ni las ciudades eran como hoy, recorridas por infraestructuras sanitarias, de vías de comunicaciones, electrificadas, comunicadas por redes, y lo que es más importante, con poblaciones cultas y preparadas. Contra esos ciudadanos, pobladores, va el anónimo coronavirus, ya imaginado en octubre de 2019 en una simulación.

Y, entiéndase bien, ni Marx decía, y mucho menos yo digo, que se haya acabado, ya, con la necesidad de trabajar, lo que se dice es que hay que acabar con la explotación de los seres humano, hay que acabar con el trabajo explotador. Hay que acabar con una economía que nos lleva a la catástrofe.

Veré si consigo explicarme. El dinero tiene valor, incluso si su presentación es papel, porque es la expresión del tiempo de trabajo socialmente necesario, aceptado y respaldado por los Estados Nacionales por eso, vigilar que su valor no sea alterado, fraudulentamente, está penado y perseguido, y la moneda del comercio internacional, el dólar, pese a las diferencias, se acepta porque vehiculiza los intercambios incluso entre países enfrentados porque las reglas que informan el proceso están claras. Por eso, cuando las reglas están variando —como actualmente—, los Estados que se encuentran perjudicados quieren un nuevo Bretton Woods que, evidentemente, EEUU rechaza porque sería el ultimo clavo en el ataúd de su hegemonía como director de la escena mundial.

Desde este punto de vista, las inyecciones de dólares que la reserva federal de EEUU, sin más respaldo que la voluntad propia de introducir liquidez en su mercado nacional para que Wall Street siga funcionando, se interpreta internacionalmente como una decisión unilateral para obtener ventaja, siendo un punto de fricción, que muy bien podría explicar las tensiones económicas.

Continuando el intento de entender como el tiempo de trabajo ha dejado de ser imprescindible cuestión de vida o muerte, la parálisis del proceso productivo internacional, dictada para prevenir el contagio, viene a demostrar como la producción puede continuar en sus funciones vitales prescindiendo del trabajador. En estos momentos solo el sector de la sanidad, es el único indispensable, que está sobrecargado, extenuado, porque el proceso productivo está centrado en la obtención de beneficios, ganancias, y no, y nunca lo ha estado centrado en satisfacer las necesidades de la sociedad, de la humanidad. Ese dinero, que expresa el trabajo abstracto, que potencialmente podría crear más riqueza útil para la humanidad, ese dinero, ese potencial de valor, que hemos generado entre todos, está detenido, paralizado, retenido, represado en los santuarios financieros, en los paraísos fiscales, para mayor gloria de los millonarios que lo han escondido en ellos para no pagar impuestos.

Puede resultar difícil entender como el trabajo abstracto, ese increíble volumen de la riqueza patrimonial, conseguida por la humanidad, en el transcurso del proceso histórico, detentada por la élite que encabeza el uno por ciento mundial, oculta en los santuarios financieros, los paraísos fiscales, que es del orden de cientos de billones de dólares esté ociosa, pues incluso, sin discutir el derecho de propiedad, ese volumen de capital ocioso debe ser considerado de utilidad pública y obligado, por ley, a ser invertido en la producción de mejoras sociales, en la educación pública, en infraestructuras públicas y alejado de la industria de armas, y si sus propietarios no aceptaran, deberían ser gravados en proporción creciente. Que los gobiernos, los Estados consientan la acumulación, la congelación de dinero sin invertir, solo puede entenderse desde la perspectiva de dominar y empobrecer a la humanidad, conscientemente, y la sociedad, la humanidad deber reaccionar contra esta práctica, considerándola criminal, exigiendo su invesión en fines sociales.

EL SALTO:
DE LA PRODUCCIÓN A LA ESPECULACIÓN

Un modo de producción, por definición debe producir, y el modo de producción de mercancías está nucleado alrededor de la obtención de la ganancia por sobre todas las cosas. El emprendedor se pone en marcha animado en la perspectiva de obtener beneficio, no tanto en hacer una aportación a la sociedad como en la consecución del beneficio y el salto se produce cuando, deslocalizando la producción ha sido posible disparar la especulación, inflar artificialmente el precio de las mercancías deslocalizando el mercado, es decir, cuando se han producido mercancías solo al alcance, accesibles, disponibles a la burguesía y sus gobiernos. Estas mercancías son la energía fósil, a la ingeniería financiera y la industria de armamento. Estas mercancías hacen posible la especulación y el producto más acabado de este ciclo son las monedas virtuales. El bitcoin es la expresión fiel del capital mopolista, el capital financiero pues es la pulsión de crear dinero sin crear valor toda vez que obedece al interés de separar el dinero de los ricos de la manipulación de los banqueros y sus gobiernos.

Trataré de hacerme entender. Lo más interesante del bitcoin es la posibilidad de utilizar la cadena de bloque como base, sin posibilidad de fraude, de la discusión de un nuevo Bretton Woods para la sustitución de la moneda de cambio internacional, es decir, del dólar, fijando, como el bitcoin una cantidad tope, revisable de acuerdo con las condiciones internacionales.

El bitcoin, a diferencia del dinero aceptado como depositario de trabajo abstracto, como valor de cambio, como expresión del tiempo de trabajo socialmente necesario, carece de estos atributos porque el minero inversor, que aporta su esfuerzo a la cadena de bloque lo hace a un muy alto coste de energía eléctrica, es decir, para conseguir un reducido numero de monedas —bitcoin— se requiere un alto consumo de energía para producir un bien, una mercancía, solo disponible para una élite especuladora y para mayor escarnio el coste de esa energía la financian todos los usuarios. Eso, a mi corto entender, es producir con perdidas que se endosan al conjunto del sistema. La conclusión de está etapa del capitalismo de especulación debería ser que este sistema se ha convertido en un lastre porque el incentivo que le hace funcionar es el beneficio, el lucro de una minoría que se ha quedado sin espacio para la competición, pues esa práctica, en la que los ricos se disputan los recursos del planeta, nos está llevando de cabeza a la catástrofe.

LA IMPRONTA DEL SISTEMA EN LA CONSCIENCIA SOCIAL


Definiría la impronta como la percepción no consciente que deja un impacto, una huella en el imaginario colectivo.

Este capítulo, por tanto, es una ligera noción, un breve apunte sobre el efecto que obra en las personas el funcionamiento del sistema porque las deshumaniza inculcándoles unos sentimientos que potencian la insolidaridad, y esos sentimientos están en abierta contradicción con la esencia primordial del ser humano, que si ha llegado hasta aquí ha sido porque el ser humano es un ser social, cooperativo, solidario y compasivo, pues sin esos atributos, la civilización, la reunión de una grey que necesita agruparse para protegerse y defenderse de una naturaleza inclemente, organizándose para terminar construyendo ciudades, la civilizaciónes, aquellas entonces, esta hoy, no seria posible. No existiria. El ser humano no existiría, sería un primate indistinguible de otros animales. Se impone, por tanto, encontrar una alternativa que permita un tipo de sociedad más solidaria y cooperativa.

Me alegraba y es posible que me alegre ver en la calle gente de otras culturas, otras razas, otras gentes, y me alegraría poder dirigirme a ellas, en su lengua, que nunca consideraría un demérito de la mía, el español, porque, … ¿si nos hieren?, ¿no sangramos? ...

Esta pandemia es una guerra mundial emprendida para salvar una ínfima parte de la riqueza de unos pocos, insolidarios, que tiran la piedra y esconden la mano.

jmrmesas
veintiuno de marzo de dos mil veinte


Este apunte no gusta al capitalismo. No hagas piña con él y pásalo.







No hay comentarios:

Publicar un comentario