sábado, 14 de marzo de 2020

EL DISIMULO DEL COVID 19







EUROPA OBJETIVO ENCUBIERTO


He observado en diferentes medios y diferentes momentos al presidente de EEUU, señor Trump en el que se hacen referencia a la proximidad del presidente Trump estrechando la mano de otros políticos que han sido posteriormente diagnosticados por contagio del covid19. ¿Qué se nos pretende transmitir? ¿Que el personal de protección sanitaria asignado, no funciona? ¿Qué es inmune? ¿Por qué es inmune? ¿Existe una vacuna? Son ideas que acuden a mi cabeza al ver las fotos.

En otro orden de cosas, y entrando en el objeto de este apunte. Empieza a vislumbrarse que el objeto de la pandemia podría ser el señuelo para disimular la crisis económica de tal manera que al socaire del virus se pudiese manipular la crisis económica de forma que creara el menor ruido posible entre la ciudadanía toda vez que la enorme mayoría social del conjunto del planeta no ha salido de la crisis anterior (la abierta por la quiebra del banco Lehman Brothers), que todos los gobiernos interesados han dado por cerrada, superada, habiendo de suponerse, desde la óptica de los balances financieros, que no desde el empobrecimiento experimentado por la ciudadanía mundial.

El objeto de mi apunte no es entrar en los pormenores de la economía, algo que podemos dejar a los expertos que tienen la información puntual necesaria como para hacer el cuadro de conjunto, que luego nos venderán con el matiz que convenga. Mi idea está más en consonancia con lo que dice el señor Murray Smith, profesor en una universidad de Canadá, que en resumen viene a decirnos que el acierto de Marx, cuando combate y critica al capitalismo no estriba en que este sea o no injusto —que lo es— sino que Marx fundamenta su combate en la tasa decreciente de la producción de plusvalía y en el derroche obsceno de trabajo humano y cómo este derroche de trabajo, cómo este desperdicio de tiempo de vida impide a los seres humanos acceder a la cultura, a su formación como persona que les convertirá en seres libres, y por tanto, el modo de producción de mercancías está destinado a desaparecer superado por un medio de producción superior, al que pone fecha de caducidad, y esta genialidad, digo yo, la expresa cuando dice “El intercambio de trabajo vivo por trabajo objetivado, es decir, el poner el trabajo social bajo la forma de antítesis entre el capital y el trabajo, es el último desarrollo de la relación de valor y de la producción fundada en el valor.” que me he permitido subrayar, y este es el motivo por el que parece que Europa está siendo puesta en cuarentena, con una sutil presión que atenúe el impacto de la crisis económica venidera, de tal forma que los recortes futuros, económicos, sociales y políticos sean asumibles por la cuantía de dinero que se ha tenido que invertir en paliar los efectos de la pandemia del virus, de forma que este sea la tapadera de la crisis que se ha venido gestando desde la mitad de la décaa pasada, durante la cual, el complejo militar industrial ha aprendido a enmascarar sus intenciones e intereses.

A diferencia de todos aquellos que consideran a Europa como un continente sin futuro, envejecido y falto de tono como para enfrentar los retos de una sociedad moderna, creo, lo he venido diciendo en el tiempo que este cuaderno de apuntes ha estado en la red, que Europa cuenta con la masa social necesaria y suficiente como para encabezar el cambio radical que supondría la transición a un modo de producción superior al modo de producción de mercancías, porque encierra el núcleo de las contradicciones que el conjunto internacional tiene, encerrado en el espacio que dio origen al capitalismo. Por eso, todos los analistas con los que cuenta el sistema alimentados en esos thinktank saben que una guerra convencional no tiene sentido, no tanto por las posibilidades de derivar en un holocausto sino porque la ciudadanía europea, digamos, cómodamente adormecida por las ventajas de subsistir, podría ponerse las pilas y actualizarse en modo revolución, con la ventaja añadida de tener antecedentes históricos, políticos y organizativos, que ha supuesto todo el siglo xx: como quien dice, ayer mismo.

Todo esto, sin contar con la pléyade de intelectuales entretenidos en contar cuentos desveladores y develadores con los que se ganan la vida, pues en los thinktanks no hay para todos y de algo hay que vivir, cuando lo que de verdad estaría a la altura intelectual de sus capacidades sería explicarnos como emplear ese big-data capaz de modificar el comportamiento de los virus, genéticos, informáticos y lo que es más importante, capaz de construir el hombre nuevo, dicho en el término clásico que define a la mujer y al hombre en un estadio más elevado.

Como dicen aquellos que pretenden estar al loro, esta pandemia es una crisis y una oportunidad. Pues eso. También la oportunidad puede significar el despertar de la ciudadanía europea capaz de aglutinar a ambos lados de los océanos a los pueblos del mundo construyendo un mundo nuevo, que el lo que temen los que ahora viven en el paraíso terrenal disfrutando del mundo, solo ellos.

Las crisis económicas vienen demostrando que las fronteras no son más que construcciones imaginarias para defender la patria del rico.

Los desastres nucleares, Three Mile Island-Chernobil-Fukushima demuestra que no hay fronteras para las consecuencias, y los efectos pueden modificar la vida más allá del origen del desastre, así como los incendios de la amazonia o Australia, nos afecta al conjunto de los seres vivos del planeta, hombre, animales, plantas. Cuando las fuerzas productivas actuales, con capacidad para destruir la vida en el planeta varias veces, sus consecuencias, las consecuencias de estas fuerzas productivas actuales nos están mandando un mensaje que nos advierte de la necesidad de la cooperación entre diferentes, pues no hay espacio para la competencia. Los dirigentes de las grandes potencias pueden aplicarse a una mayor cooperación en defensa del conjunto de los ciudadanos y no en defensa de las élites que detentan la propiedad en cada nación. Si así lo hicieran, la búsqueda consensuada de un modo de producción superador del modo de producción de mercancías podría ser aceptado socialmente. Incluso, tolerando un discreto paraíso terrenal para la élite, a condición de tener un cómodo purgatorio aceptable para el resto de los mortales. La estructura social podría ir cambiando gradualmente de tal manera que fuera reconocida y reconocible, por el conjunto social, claro que eso supondría restituir al planeta los cuantiosos fondos atesorados en los paraísos fiscales en forma de proyectos que revirtieran los efectos devastadores del modo de producción que agoniza, y que tan jugosos beneficios a producido a la élite y sus estructuras de poder.

Si por el contrario eligen la confrontación y la fuerza pueden ser barridos por la fuerza de la historia, como obstáculo destruible. Es preferible el ejemplo de China que envía a Italia un avión con treinta toneladas de ayuda clínica y un equipo puntero de doctores e investigadores de la pandemia, mientras Bruselas se lo sigue pensando.

jmrmesas

catorce de marzo de dos mil veinte

Este apunte no gusta al capitalismo. No hagas piña con él y pásalo








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