martes, 3 de marzo de 2020

¿JUEGOS DE GUERRA?





¿PRELIMINARES BELICOS?

LA ECONOMIA NO ES FRIA Y ASEPTICA MATEMATICA SINO QUE LA ECONOMIA ES UNA FORMA DE CONTABILIDAD UNIDA A UNA DETERMINADA CONCEPCION DE LA VIDA Y ESO DA LUGAR A LAS MANIOBRAS POLITICAS A LAS CONCEPCIONES FILOSOFICAS Y A LAS INVESTIGACIÓNES CIENIFICAS

La economía no es fría y aséptica matemática sino que la economía es una forma de contabilidad unida y muy determinada a una idea de como se concibe el hecho de vivir, de estar en el mundo, de ver al ser humano en la historia, de creer o no en que los seres humanos somos iguales o no, y esto, la historia lo ha venido confirmando a través de los siglos, por eso digo que esa contabilidad que es la economía está estrechamente unida a la concepción de la vida, dando lugar a las maniobras políticas a las concepciones filosóficas y a las investigaciones científicas.

Esta forma de ver la vida, más precisamente, esta concepción del hecho de vivir permea la propia vida de las personas, que conciben la propia existencia según el variado estatus social que les ha tocado vivir desde el momento de nacer, aceptando los roles que el azar reparte y que normalmente se aceptan porque siempre ha sido así y siempre lo será y cuya característica más notable y determinante es la de proporcionar una duradera estabilidad social reforzada por un cuidadoso proceso de selección en la variación de tales roles mediante la educación, la historia, siempre escrita por los poderosos. Este poderoso y complejo mecanismo social es lo que podríamos denominar superestructura, moldeada por los conceptos religiosos, filosóficos, que generan leyes sobre la casi inmutabilidad de tale roles asignados por la vida.

Por eso, al tratar de presentar la economía como la razón indudable que guía la acción política cuidando de justificar las decisiones como dictadas por una poderosa e inquebrantable realidad objetiva, se miente porque la razón de esta realidad determinante es asegurar a los dueños del mundo, al capitalismo financiero mundial que su modo de vida, su forma de concebir el mundo y su funcionamiento es la de asegurar que este no cambie, a pesar de los inventos que impelen al sistema, a la sociedad, a cambiar, de ahí, la política del sistema y sus gobiernos para que tales cambios sean de la mayor levedad.
Como los cambios producido por el desarrollo de las fuerzas productivas son de una cuantía, nunca vista antes, si tenemos en cuenta que en casi algo más de un siglo los cambios producido por la potencia de las fuerzas productivas han conmovidos los sólidos pilares de la superestructura del mundo, si lo vemos a través de la estable durabilidad de los tiempos pasados, las relaciones se tensan porque es necesario acomodar el progreso sin que este afecte a la infraestructura, es decir, sería como querer edificar sobre los cimientos de una casa corriente un rascacielos, y que estos no se quiebren, algo impensable porque, como se suele decir, seria comenzar la casa por el tejado. Como las fuerzas productivas se mueven en un entorno mundial, pese a que Trump quiera acabar con la globalización, o sea, hacer grande a América, ¡otra vez!, las posibilidades reales de parar los intercambios, de todo tipo, son nulas porque el progreso demuestra que la condiciones de máxima utilidad se derivan del hecho de poner en funcionamiento las capacidades combinadas de las diferentes entidades productoras —empresas, territorios, mercados, que confluyen en la red financiera cuyo principal dueño esta relacionado con el complejo militar industrial USA— por lo tanto, evitar la globalización, su globalización, equivale a encerrar, parar, frenar a las personasterritorial y psicólogicamente— mientras los capitales y mercancías circulan sin problemas por el ancho mundo, algo que el propio presidente USA se cuida de dejar claro, amenazando con tomar las represalias convenientes que sean precisas, si algún gobierno europeo utiliza el 5g chino, o pretende cobrar impuestos a las transnacionales USA (alguna valerosa ministra de un gobierno socialcomunista a hecho comentarios audaces a cerca de la soberanía patria, que los medios se han cuidado de velar), porque la soberanía de Europa estará siempre cuestionada, si está reñida con los intereses de los beneficiarios capitalistas USA, recordemos recientes informaciones que nos ilustraban del espionaje masivo a los Estados europeos a manos de los espías de EEUU a través de una empresa suiza (Crypto AG), desde 1952, porque como explica Chomsky en su libro Hegemonía o supervivencia, el complejo militar industrial no se fía ni de sus primos los británicos, porque, añado, consideran a Europa un territorio proclive al igualitarismo, por tanto, un aliado dudoso, que en algún momento podría abrazar el camino del socialismo, anegado en la sangre de dos guerras mundiales en suelo europeo.

A las generaciones contemporáneas, incluidas las más viejas, les cuesta imaginar, o tal vez ni pueden imaginar lo que ha supuesto este grandísimo salto dado por el progreso, y las generaciones más jóvenes, ni se lo puedan plantear porque para ellos el mundo ya era así cuando nacieron. Para los recién llegados al mundo, éste ya disponía de telefonía móvil, internet, etc., pero las generaciones veteranas, todavía podrán recordar, el avance que en su día supuso el teléfono fijo y la radio de transistores. Esto, que puede parecer baladí implica para el poder una realidad determinante que convierte el mundo en un pañuelo. Para el ciudadano corriente, cuya necesidad de desplazamiento no supera el trayecto de ir a trabajar, para los poderosos que deciden lo que ocurre en el mundo y trazan las lineas maestra a las que debemos limitarnos, su terreno es el conjunto del planeta. Los políticos de los estados europeos, que acuden a los foros internacionales, deciden poco en tales foros, aceptan, acatan, porque las lineas maestras decididas de antemano han de respetar un interés común que beneficia a la élite del uno por ciento del mundo, y de ese uno por ciento, el elemento que posee, digamos, el paquete de control, es el capital financiero USA. A él se deben los estados europeos, como los de otros continentes que quieren garantizar la seguridad de la élite nacional y que hacen pasar por el interés de los pueblos de esos estados, que cada vez desconfían más, recelan más y a veces se movilizan sin esperar directrices porque los dirigentes oficiales carecen de ideas capaces de romper los roles que la vida asigna y la superestructura bendice y santifica.

El empequeñecimiento, la minimización del mundo, producida por los avances científicos y técnicos no es un asunto menor, fútil, es una contradicción importante pero casi imperceptible que aporta complejidad a la miniaturización del mundo porque solo la élite de banqueros, políticos, portavoces del sistema y poco más son consciente de las complejas y estrechas dependencias que se establecen entre sociedades y territorios diversos, mientras que para el ciudadano corriente, obligado a moverse en el reducido ámbito de su cotidianidad, hostigado económica y políticamente para reducir el ámbito de su conocimiento del mundo, queda fuera de las decisiones porque su percepción está reducida al ámbito cotidiano. El poderoso, sin embargo, puede mover una fuerza expedicionaria a 10000 kmtros en cuestión de horas, y eso produce en el poderoso una sensación de impunidad, porque además, pese a desacuerdos puntuales los burgueses de los estados nacionales asumen cierta merma de poder pues esta merma local garantiza la inviolabilidad de sus propiedades, es decir, que los poderosos pueden disponer de los recursos del mundo a su capricho porque los pueblos del mundo se creen la ficción de la soberanía nacional.

Hay características dignas de ser reflexionadas por las implicaciones que poseen. El planeta es una unidad de producción natural. Como unidad de producción, sus fronteras naturales estaban determinadas por los accidentes naturales tales como océanos, continentes, montañas y cordilleras que el progreso del ser humano ha roto, de tal modo que aquellas barreras naturales que contenían flora y fauna adaptadas a un hábitat concreto se ha transgredido, por lo tanto, corresponde al ser humano regular el funcionamiento del planeta. Esta característica natural, que ahora se hace evidente, permaneció ensombrecida porque las fuerzas productivas tenían una potencia reducida que el crecimiento, podría decirse, exponencial, experimentado en los últimos cien años ha hecho saltar sin posibilidad de vuelta atrás.

Una mirada retrospectiva al proceso histórico nos puede poner en condiciones de sintonizar con una cierta apreciación de nuestro devenir como especie, evidentemente, esta apreciación es personal y sujeta a toda clase de discusión, pero inevitable de abordar, si como pretende este trabajador jubilado, quiere esforzarse en aportar, al menos una partícula de compresión al hecho de estar en el mundo, que nos obliga, al menos, así lo creo, a preguntarnos por el sentido de vivir, por el sentido de la historia. Y debe tener sentido porque es una pregunta recurrente a lo largo de la historia.

La humanidad ha progresado a impulsos de los modos de producción. Las inquietudes vitales, psicológicas, filosóficas, son comunes a los seres humanos pero las posibilidades de darles curso ha estado reducida a una élite. Las élites han sabido rodearse de un entorno social que hacía de terreno fértil para el crecimiento de su poderío como clan, como clase. El entorno social ha crecido impulsada por la potencia de las fuerzas productivas. Hoy el crecimiento exponencial de las fuerzas productivas ha hecho saltar todas las contradicciones, manteniéndose en un estado de potencial explosión, contenida solo por la falta de horizontes y condiciones vitales que bordean la supervivencia, teniendo en cuenta que la ciencia es una ciencia que está comprada, adaptada a las necesidades del capital financiero con una intención utilitaria de clase, que rompe, o mejor, quiere limitar las posibilidades que la ciencia puede contener para mejorar a la sociedad. Incluso podríamos intuir que una ciencia volcada en mejorar a la humanidad estaría en condiciones de convertir este planeta en un frugal paraíso terrenal, para todos, capaz de abordar las grandes cuestiones que la vida nos plantea, y en principio, regular un mundo, desajustado por la ambición de una clase social tutipotente que choca contra la humanidad.

Esta característica, revelada por los modos de producción que se han sucedido en el proceso histórico de ir incrementando la preparación de la base social, tiene en nuestros días la mejor disposición que podríamos imaginar porque podría hacer posible una transición hacia un modo de producción más justo social y participativo, si el mundo contase con una dirección valiente capaz de insuflar esperanza y sobre todo, claridad, en un futuro mejor, exponiendo proyectos y programas para que las inquietudes filosoficas, científicas, artísticas, etc., se pudiesen llevar a cabo, porque hay medios suficiente para asegurar una vida digna a todos, incluso con exceso, pero sin estridencias para nadie. El proceso histórico nos hace suponer que encontrar el sentido de las grandes cuestiones que han estimulado a los grandes pensadores de todos los tiempos, solo puede ser posible con la aportación del conjunto humano, y no con individualidades.

Por eso, el eslogan de Trump, hacer grande a América, resulta escalofriante porque no es posible olvidar como Estados Unidos se hizo grande. Los emigrantes europeos que se asentaron en el norte del continente americano se apoderaron de un territorio virgen, exterminando a sus pobladores, hecho repetido hasta la saciedad por la industria holliwoodense, sin que este hecho le acarreara a esa élite exterminadora ninguna leyenda negra. Sobre esta realidad se ha construido el progreso capitalista del mundo, y no puede sonar extraño que el complejo militar industrial quiera modelar, en solitario, el futuro del planeta, y eso no será nunca posible.

La consecuencia de esta ambición desmedida es querer apoderarse del control del mundo moldeándolo a su caprichoso interés y mientras la élite tiene al mundo en su bolsillo, los pueblos y las naciones viven la ficción de la soberanía nacional, siempre rota por el poder, allá donde conviene, por eso, si se pretendiera, y hay que pretenderlo porque va en ello el futuro, encontrar una solución al modo de producción de mercancías, habría de tenerse en cuenta la característica determinante que las interrelaciones de todo tipo que acompañan al progreso es poner en contacto territorios y culturas, antes inscritas en un territorio, y eso no puede ser que solo beneficie a una parte, eso debe ser compartido y decidido democráticamente.

Para empezar, la Unión Europea no puede seguir adelante contra la voluntad de los pueblos que la componen. Esta obcecación del poder contra los europeos convierte a las naciones en potenciales eurexit, brexiters manipulados por el fascismo encubierto que defienden las patrias capitalistas, es decir, el imperio del modo capitalista de producción, expoliador, acaparador del la riqueza común.

Desde luego, la Unión Europea necesita plantearse la superación del modelo de empobrecimiento capitalista creando pueblo europeo que, necesariamente pasa por un único gobierno de toda la Unión Europea y esta perspectiva superadora de la unidad política, debe hacerse integrando y creando lazos con Asia y África, nuestros vecinos históricos con los que existe una historia, más bien triste y desangelada.

En este contexto, en el mundo se vienen produciendo hechos que muestran un deterioro del clima de convivencia porque de un lado, la sociedad percibe un grado de desigualdad, solo disimulada por la sordina con que los medios la atenúan, cuando no silencian las protestas, y los dirigentes e intelectuales favorables a una mejor y mayor justicia social permanecen, discretamente dubitativos, pero las secuelas de tales hechos son el crecimiento de la xenofobia, el odio al diferente, el ataque al feminismo por la carga implícita de igualitarismo que porta su movimiento, y así se han producido hechos relevantes como son la persecución del activista de la información —J Assange—, el desmembramiento del moderado periodista árabe Khashoggi, y el más relevante, la decisión asumida públicamente por Trump, de asesinar al general iraní, Soleimani, sin que de tales hechos se extraigan conclusiones claras sobre la intangibilidad de las libertades políticas, sobre el escándalo que supone el hecho de ser asesinado haciendo un trámite en una sede diplomática.

Por eso, en este mundo globalizado, las próximas elecciones presidenciales en EEUU, desató la imaginación del candidato presidente Trump decidido a que su reelección pasaba por subir la apuesta hasta el máximo posible, y puesto que ha sido exonerado del pecadillo de compadrear con su colega ucraniano para hundir a un rival, no mencionaré tal hecho, pero el asesinato del general iraní si lo ha justificado, y puesto que un príncipe valiente señala a un periodista, y cierta, cómo todo un presidente del país más poderoso del mundo no iba a señalar al general más importante del Estado con el que está echando un pulso.

Esta es la contradicción apenas percibida por el conjunto de los pueblos, pero muy bien entendida por los poderosos, de la que se deriva esa sensación de intocables, de blindaje del poder.

Su decisión obsesiva de salvar la economía USA, como sea, ha tenido un inesperado y confortable suceso pues hete allá que el señor Trump ha recibido un regalo de los dioses, y la China competidora se ralentiza casi hasta la parálisis. Los estados mayores de las potencias militares estarán analizando un hecho, diríase fortuito, que ha tenido la consecuencia de paralizar una economía potente.

Esto quiere decir que la idea que la gente corriente tiene de la guerra, debe ser revisada a la luz de los medios que la ciencia ha puesto en manos de los estrategas. La imagen con la que se perciben las tensiones que se producen por el conflicto entre fuerzas productivas y mercados, libradas como nos ha mostrado la historia hasta aquí, mediante la prueba de la guerra, ahora pueden valerse de recursos más sutiles, que prolongarían la tensión a límites extremos antes de saltar el punto de no retorno, es decir, pasar a la confrontación militar abierta.

Una primera impresión podría parecernos comportamientos muy perversos y malvados, pero como demostró el doctor Zimbardo (al que he hecho referencia en varias ocasiones) el hábito hace al monje y el prisionero termina aceptando su infortunio porque en el escenario de la historia ni el dinero ni los papeles no se reparten graciosamente sino a puro y contundente golpe, para que la pirámide social, esa base de infortunio que la compone, ni parpadee a fin de quienes se encuentran en la cima toquen el cielo con sus manos.

Sí, podría decirse de ambiente pre belicista, que la tercera guerra mundial es algo contemplado por el complejo militar industrial, como una oportunidad para la salvación del modo de producción ha comenzado, porque como dicen los analistas entendidos “El neoliberalismo consiste precisamente en la ruptura de los consensos sociales de posguerra. No está dispuesto a negociar al respecto y eso no tiene una solución electoral. Rafael Poch 23/02/2020” y mi temor radica en la indefensión del pueblo trabajador, huérfano de dirección comprometida, porque como dice Julio Anguita los dirigentes no van a la base a explicarles los hechos políticos y las ruedas de prensa no son la fuerza en la que pueda apoyarse un gobierno que quiere tener su fuerza en una base social muy golpeada por la crisis.

Sí, reitero, los estrategas de las grandes potencias, en sus salas de operaciones en sus respectivos headquarters pueden mover su legión extranjera de obnubilados yihadistas y ahora, ademas estirar el miedo y la tensión, tirando la piedra y escondiendo la mano todo lo posible, en un juego de poker siniestro, en el que los pueblos del mundo ponen los muertos, sin entender nada porque los dirigentes nadan y guardan la ropa, porque los intelectuales dubitativos esperan que sean ángeles los que dicten la sagrada superestructura, cuando esta no es otra cosa que caspa histórica.

Estar alerta de estos juegos de estrategas no vale de nada sin una organización de clase capaz de sumar la fuerza de la clase obrera, del pueblo trabajador (y es preciso recordar que clase obrera son también los profesionales e intelectuales que asumen el interés histórico de la lucha de clases y aceptan la disciplina de la organización) eso sí sería efectivo porque entonces, también, en ese juego de estrategas, contaría la clase obrera como una fuerza independiente. Todo lo demás es echarse confiadamente en brazos del enemigo, en brazos de los banqueros, en brazos del capital financiero que fomenta los desahucios, encarece la educación, quiere acabar con la sanidad publica, envenena las aguas, contamina la tierra, y mantienen una férrea política de represión porque temen que la pirámide social que les mantienen en la cumbre se mueva y caigan.

jmrmesas

tres de marzo de dos mil veinte

Este apunte no gusta al capitalismo. No hagas piña con él y pásalo










No hay comentarios:

Publicar un comentario