miércoles, 3 de junio de 2020

SOBERANIA








SOBERANIA

El titulo puede inducir a error, porque todo el mundo es posible que este pensando en el aspecto de orden nacional o patriótico pero no, esto no toca ese aspecto, esto va de la soberanía económica de la que no gozan los Estados, diré, de tamaño medio, como los Estados europeos, que son, en términos, científicos, culturales, y estructurales los más preparados (¿Cómo será la vida de los ciudadanos de otros Estados cuya preparación no es equiparable a la de los europeos? Evidentemente no puede ser otra que la emigración forzada por las burguesías compradoras), pero en la que la interesada dispersión política, de sus direcciones burguesas(europeas), mantienen una ficción de independencia, mientras son dependientes del socio que representa el conjunto de valores del sistema, que es lo que yo aludía en mi último apunte cuando pedía no creer a los economistas, incluidos a los marxistas que hablaran de la posibilidad de una recuperación rápida, en una etapa histórica donde el funcionamiento económico especulativo el valor generado es elevado artificialmente y la producción industrial se reduce al mínimo porque decrece la plusvalía. En este proceso es inevitable que las crisis se sucedan con más frecuencia porque las crisis demandan cambios cualitativos para mantener un funcionamiento armónico, y de no producirse se irán acentuando las tensiones sociales y humanas, porque la economía que sostiene la vida solo beneficia a un miserable uno por ciento.

He dicho en algún apunte anterior que la economía es una cierta presentación de los aspectos contables de la producción, pero la producción engloba el factor determinante de esa actividad que es el de las fuerzas productivas.

Cuando las fuerzas productivas eran pequeñas, o dicho de otra manera, cuando las fuerzas puestas en movimiento lo eran por animales o en las siguientes etapas, por la combustión a vapor, todavía los efectos nocivos podían desestimarse porque cabía esperar que los filtros naturales (fauna y flora), hicieran su cometido retornando a la naturaleza los desechos industriales, pero tan pronto como hicieron su aparición la electricidad y la energía nuclear, las fuerzas productivas de las potencias industriales, que siempre potencian sus efectos sobre el conjunto del planeta aunque anteriormente no era tan evidente como lo es ahora y dado que el hálito de la economía capitalista es el crecimiento competitivo, agresivo sobre la fauna y flora (los filtros naturales, y otros de tipo geológicos, estructurales, por ejemplo), la devastación de la naturaleza es inevitable, como es inevitable el incremento de las tensiones de todo tipo en las sociedades recorridas por un modo de producción antagónico.

Los economistas burgueses solo miden los efectos contables de la producción, pero como la producción al hacerse con la perspectiva de un comercio que va más allá de las fronteras propias, al trascender el ámbito nacional y tener que acudir a un mercado mundial, se ven el la tesitura de tener que utilizar mecanismos internacionales, uno de los cuales es inevitablemente una medida con la que valorar la producción propia y que sea aceptada por el resto de los socios. Anteriormente fue el oro pero desde el final de la SGM fue el dólar convertible y desde 1973 fue el dólar no convertible, es decir, se aceptó la moneda de un Estado (EEUU) como medida de valor universal (no estimaremos las consecuencias político-económicas por ahora), pero volviendo a los efectos contables, con los que los economistas valoran la producción, hay que tener en cuenta, que interesadamente se velan, se ocultan la potenciación de los efectos nocivos de la fuerza productiva, que afectan a la naturaleza y a la sociedad.

Eso que puede entenderse como economía, el aspecto contable de la producción, desprovista de las consecuencias nocivas que genera en la naturaleza las fuerzas productivas, velando, ocultando las consecuencias que las fuerzas productivas generan sobre el propio proceso de producción como es el cambio de la estructura económica, que permanece intocable en el aspecto formal porque afecta al derecho de propiedad, es decir, al espíritu que recoge la superestructura jurídica y política (conceptos congelados en un tiempo pasado), pero que en realidad cambia con cada nuevo descubrimiento científico, tan pronto como este se incorpora al proceso de producción, pero ignorando el incremento de las repercusiones de orden negativo que conlleva el proceso de producción, aunque en el aspecto contable arroje ganancias que se privatizan.

En ese proceso se ocultan la importancia determinante que la propia sociedad tiene en la generación de la riqueza, porque mientras que los cambios tecnológicos son evidentes por si mismo, los cambios sociológicos que se producen en la estructura económica, al estar regulados por leyes que solo valoran el derecho de propiedad, minimizan la importancia de la sociedad que se mantiene ajena a su poder, impidiéndole ser consciente. Ese ocultismo del poder social es lo que produce tensiones que solo se visualizan cuando están directa y estrechamente ligadas a un centro productivo concreto. El panorama es muy amplio y precisamente mi crítica a los economistas marxistas es precisamente esta veladura de la implicaciones de las fuerzas productivas, que si algo enseña Marx, es precisamente esas relaciones, interesadamente veladas.

Un ejemplo de lo que digo es este articulo de un economista marxista refiriéndose a China en los días actuales. En el artículo, redactado en el patrón del lenguaje económico hay dos comentarios muy claros que no forman el meollo del contenido pues analizar el desarrollo de la economía China para decir que China no es una sociedad socialista, y unos párrafos más allá convenir que la dirección de China no es responsable ante sus trabajadores, es muy desmoralizador porque para los trabajadores del mundo la economía de China nos importa un pito si al final pasa lo que le pasó a la URSS, que un grupo de listillos fusilables se quedaron con las empresas y la propiedad socialista se liquidó porque la superestructura del primer país socialista de la historia apartaba a los obreros del control político del Estado, apartaba a los obreros del poder poítico de la economía y la democracia obrera, la dictadura del proletariado no era más que la dictadura de los burocrátas chupópteros.

Señor economista, usted debería de haber empezado por ahí, primero, porque eso abriría los ojos de los obreros, pocos, que aun piensan en términos socialistas, segundo, porque tendrá, sin dudarlo, mejores y más elaborados argumentos que los que trata de aportar este viejo militante, tercero, porque esta crisis achacada a la pandemia, ignoran que para que en esta tempestad en la que estamos metidos, porque el sistema se ha agotado, la pandemía será el motivo recurrente de los amos del mundo para paralizar cierta producción, durante el tiempo que se estime oportuno, cuando convenga, mientras convenga. Entretanto, las industrias de las armas de destrucción masivas siguen y seguirán fabricando inventos, que no puede augurar más que una nueva reordenación del territorio, porque en términos históricos, el tamaño de los Estados ha variado en función de la potencia de las fuerzas productivas, cuando una clase social se ha encontrado con la motivación política necesaria para abordar los cambios obligados, y hoy hay que dotar a los trabajadores del mundo, tanto de Eurasia como de América, de sur a norte, de África y del Pacífico de ese espíritu visionario de un mundo mejor, de un mundo nuevo, donde el ser humano reconozca a su hermano sin importar de que color sea el pellejo. Eso significa romper normas tabúes, ritos que nos impiden reconocer a nuestros pares, semejantes. ¿Qué o Quien tomará la iniciativa?.

La humanidad comenzó su evolución civilizatoria por la perspicaz inteligencia del sexo femenino(¿Un olvido de la superestructura inventada por la divinidad? Podríamos preguntarle al intelectual señor Ripalda), cuando en el largo caminar se preguntaban por qué unas crías se desarrollaban más fuerte y otras, en cambio, no prosperaban o tenían taras. La aguda reflexión femenina llevó a la conclusión que la consanguinidad, la reproducción consanguínea era nociva para la especie y fue la mujer la que tuvo el control de la sociedad tribal, primitiva. Había alumbrado el matriarcado, una época de prosperidad colectiva que afianzó a la especie humana y que acabó porque la debilidad de la naciente civilización no contaba con las fuerzas productivas suficientes para un crecimiento tan floreciente. ¿Se debe a eso el odio visceral de los poderosos hacia el feminismo?

El patriarcado lo tuvo más fácil pero con modos más ásperos llenos de tensión y desamor, el padre reconocía al varón de su preferencia que lo heredaba todo, ¿había nacido la religión?, ¿se inventó un dios cruel y exigente, cuyos hijos habrían de ser hércules de gincana? Ah, pero eso si entró en la superestructura recogido en los formatos más variados. ¿Temen los poderosos que ahora, con unas fuerzas productivas mágicas el espíritu visionario de un mundo nuevo lo recojan las mujeres? ¿No es curioso que hayan sido las mujeres negras las que inventaron Black Lives Matter? ¿No es curioso que ellas hablen de la vida y no del poder?

A MODO DE EPILOGO

En los últimos apuntes publicados hice propuestas que parecían útiles para desenganchar al movimiento obrero del seguidismo de la política burguesa. Ojo que no estoy proponiendo la trifulca sino la lucha organizada de los sindicatos obreros de Europa, Asia, África, América y Oceanía valorando la propuesta de la organización belga del comité para la abolición de la deudas ilegítimas sobre la socialización de la banca, previa auditoría pública, participada por los ciudadanos de los Estados.

Había otra propuesta, que tras leer los antecedentes de la investigación del virólogo señor Kawaoka cuyas experiencias en el laboratorio de la universidad de Wisconsin tenían relación con la proteína inventada por este profesor, proponía una comisión de investigación independiente auspiciada por Naciones Unidas.

No son momentos banales y a la luz de los acontecimientos haría un llamamiento a los economistas marxistas (evidentemente el llamamiento lo hago en nombre de la clase trabajadora, no en mi nombre que es completamente prescindible), sobre estas cuestiones para que pudieran impulsarnos a abordar y orientar un debate ¿pueden crecer las fuerzas productivas armonicamente cuando el limitado objetivo es dar satisfacción a una minúscula fracción social? ¿Cómo contribuye y se contabiliza el conjunto de la sociedad en la creación de la riqueza?¿Se puede crecer sin límite? ¿Cómo han de definirse los límites?

jmrmesas
tres de junio de dos mil veinte












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