viernes, 10 de julio de 2015

¿ES TSIPRAS UN TRAIDOR?


¿ES TSIPRAS UN TRAIDOR?


El término es contundente y brutal, pero es una pregunta pertinente porque, al parecer, el referéndum del domingo 5 de julio, parecía que ese ataque a las condiciones de vida de los amigos griegos, en expresión de Pablo Iglesias, no sería posible, y sin embargo, es lo que el gobierno de Tsipras tiene que hacer, para conseguir un tercer rescate, y aquí es donde conviene hacer puntualizaciones porque no es lo mismo que la tijera la meta un gobierno de los mercados, que un gobierno enfrentado a los mercados, por lo tanto, ese matiz establece una diferencia muy notable, pero en la medida, que la acción de gobernar no contempla plantear el debate sobre la naturaleza del sistema capitalista, hacer una reforma para que los más ricos paguen más impuestos, equivale, en el sistema capitalista, regulado por los expertos a sueldo de las ochenta personas más ricas del mundo, a una revolución, que el gobierno de Tsipras, de Syriza, no comtemplaba, no entraba en sus cálculos, en sus esquemas, y por tanto, resulta más fácil elevar los impuestos a todos, es decir, subir el iva a los más débiles, a los de siempre, que subir los impuestos a los más ricos y bajarlos a los más pobres.


No me cabe duda que la acción de gobierno de Syriza, que encabeza Tsipras, será mucho más comedida y mucho más decente que la de los gobiernos precedentes, pero en la medida que Grecia, España o cualquier otro país de la Unión Europea, han de hacerlo en el marco de esta construcción política, en las postrimerías del modo de producción mercantil, agotado e inservible para el conjunto del genero humano, estos gobiernos están destinados a fracasar porque lo que se impone, en esta etapa histórica, es la ruptura con el sistema, y eso significa una revolución que debe comenzar por plantear, ante los pueblos la necesidad de desmontar el sistema capitalista, deconstruir el sistema, al modo que el artificiero desmonta, deconstruye, el explosivo para volverlo inofensivo, por eso, una reforma fiscal para que tributen más los ricos, equivale a una revolución, – en cualquier país del mundo – y mientras los políticos sean de Syriza o de Podemos, o de cualquier partido que no se atreva a plantear que el sistema del capitalismo globalizado necesita ser deconstruido, desmontado, que sería la forma pacífica de evitar la destrucción de infraestructuras, no será posible un cambio substancial, porque se facilita la ilusión de la ciudadanía para encerrarse en el nacionalismo feroz, del que tan buen bocado sacan los mercados, ese puñado de ricos cuyas 147 transnacionales condicionan la economía mundial.


De aquí a las próximas elecciones, la preocupación que están centrando las discusiones es si ir solo o en coalición, una cuestión que los intelectuales progres trasladan a Podemos, cuando la preocupación que debería centrar a la intelectualidad izquierdista es la de explicar que el sistema no es reformable, que un sistema basado en el modo de producción de mercancías, con más de 500 años de antigüedad y que en las últimas décadas ha perfeccionado su modus operandi, su forma de proceder, que tan buen resultado les está dando porque producen dos únicas mercancías de uso exclusivo de la élite política y de la élite financiera, armas de destrucción masiva y montañas de dinero, que la población, el género humano, maneja a cuentagotas – la previsión es que en 2016 el uno por ciento tendrá más dinero que el noventa y nueve por ciento restante –, mientras que los mercados tienen todo a su favor para condicionar la política mundial, la opción de presentarse a las elecciones es un tema menor, porque si Podemos, en el formato Iglesias, se presenta solo, y gana, incluso por mayoría absoluta, se dará cuenta que España también es Grecia, aunque el PIB de España sea mayor que el de Grecia, y la fortaleza de la economía española sea más sólida que la griega, Podemos y Pablo Iglesias no podrán hacer una reforma fiscal para que tributen los ricos, porque eso supondría una revolución internacional solo posible si esa reforma fiscal fuese parte de un programa europeo consensuado por las bases sociales, y esas bases sociales deberían ser advertidas de la enorme tarea que eso supondría – siempre menor que una guerra, que la OTAN está preparando en Europa –, pero que significaría desmontar el sistema financiero y el sistema monetario mundial, del que el €uro es el equivalente a un bazo del cuerpo de una persona, es decir, hace los ajustes duros que el dólar no puede hacer, porque Europa es el continente con sistema de protección social, que Estados Unidos no tiene, y esa protección social financiada en Europa por presupuestos estatales, tiene que ser destruida, por eso, los tratados que Estados Unidos quiere colar de matute, su acuerdo transatlántico, no puede ser conocido al detalle, porque sería el triunfo de la empresa privada sobre la sociedad y sobre el Estado nacional.


Querer eludir el tema ideológico del debate político es un sinsentido porque, si la izquierda pretende coger a contrapié a los mercados, no lo conseguirá, espera el momento, aunque lo teme, pero no se la sorprenderá. La élite burguesa sabe que los partidos al uso, son corruptibles, o cuando menos, inconstantes – no se puede ser constante sin una meta y sin un cuerpo teórico que haga entendible los objetivos, y eso es la construcción de un partido internacional, el intelectual colectivo –, por eso empleará todos los medios en evitar que el tema ideológico se plantee ante la sociedad, porque los líderes y los partidos pueden ser negociables, pero con las sociedades, con los pueblos no se pueden negociar, se dominan o será el final de está poderosa élite de riquísimos burgueses, porque, en el transcurso del proceso histórico, se está planteando, en términos de vida o muerte, la reflexión de un socialdemócrata, de extracción pequeñoburguesa, cuya visita a la Unión Soviética y su entrevista con Lenin supuso la división, en España de la socialdemocracia entre socialistas y comunistas, pero este socialdemócrata, intelectualmente decente y valiente, Fernando de los Ríos, llegó a la conclusión de que economía libre significa hombre esclavo y que por tanto, la economía había de ser sojuzgada, sometida a la sociedad, y no al revés, por eso, si Podemos, Syriza quieren enlazar con la socialdemocracia, que defendía un mundo solidario, de iguales, la simbología que tiene que tienen que utilizar no es la de los símbolos que apela a las emociones – una gran bandera –, sino la simbología que apela a la razón, al conocimiento, a la reflexión (semejante a la simbología matemática, sin la cual no sería posible ni el avance ni la resolución), por lo tanto, apelar a las explicaciones que ponen enfrente la razón de los mercados contra la razón de los pueblos como fuente de poder y legitimidad. Será esta batalla la que dará al traste con con la economía cristalizada en la forma de superestructura jurídica y política.


Sin está batalla, indeclinable, Tsipras, aparecerá ante muchos de sus votantes, como un traidor, y Podemos correrá la misma suerte porque un grupo de amigos constituidos en partido, sin lazos con la clase obrera, más que los lazos que se apoyan en las redes sociales, no aguantará la presión mediática, porque contrarrestar esa presión sólo puede hacerse construyendo lazos que suponen la lucha codo a codo y la explicación cara a cara.


jmrmesas


diez de julio de dos mil quince




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