DESCONTEXTUALIZAR
UNA
ADQUISICIÓN GENIAL IGNORADA
El
intercambio de trabajo vivo por trabajo objetivado, es decir, el
poner el trabajo social bajo la forma de antítesis entre el capital
y el trabajo, es el último desarrollo de la relación de valor y de
la producción fundada en el valor.
El
supuesto de esta producción es y sigue siendo, la magnitud del
tiempo de trabajo, el cuanto de trabajo empleado como factor decisivo
de la producción de la riqueza. En la medida, sin embargo, en que la
gran industria se desarrolla, la producción de la riqueza efectiva
se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo, y del cuanto de
trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento
durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su poderosa
eficacia- no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo
inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del
estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de
la aplicación de esta ciencia a la producción.*
*–
ELEMENTOS FUNDAMENTALES PARA LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA
(GRUNDRISSE) 1857-1858
Editorial
Sigloxxi 8ª edición, pgs 227-228-229
Esto,
dicho por Karl Marx, hace 150 años era una adquisición teórica
genial, que hoy se ha convertido en una obviedad ignorada por los
técnicos y politólogos porque
les deja sin respuesta, enfrentados a la élite de riquísimos
burgueses, que reprimen el progreso, para que la sociedad tenga que
seguir penando, que es la forma en la que esta élite se asegura su
poder. Repetir esto no es un ejercicio de dogmatismo de un fanático
marxista, sino que es
la conclusión de una experiencia personal que me permite entender lo
que queda fuera de la estrecha relación – estrecha va por angosta
y limitada – que se oculta a la visión del trabajador; cuando
comencé a trabajar en la industria de la aviación, un avión de
entonces, era una máquina llena de artilugios mecánicos, que
necesitaba una extensa gama de trabajadores muy bien preparados y mal
pagados, para mantener en
vuelo esa compleja máquina. Cuando me jubilé, los aviones seguían
siendo máquinas llenas de artilugios electrónicos que requerían
mucho menos personal, mucho
más preparado, e
increíblemente peor
pagado, mientras el
tiempo de mantenimiento se
había reducido aún más.
Por aquel entonces, en la ampliación del metro de Madrid, hubo un
accidente en la construcción de la estación de metro, creo que Pio
XII, en la que la retirada del encofrado, produjo el derrumbamiento
del hormigón que no había fraguado, porque se querían apresurar
los plazos, y entonces, los túneles se perforaban con cuadrillas de
trabajadores, y no con tuneladoras, que aparte de perforar, forran la
cavidad.
La
explicación de esta introducción viene a cuento porque integrar la
ciencia y la tecnología en la producción es algo que se evita
discutir, cuando se hace política porque relaciona la producción
con factores que están fuera de la relación capital-trabajo, y los
políticos de izquierdas, cortaron, cuando el socialismo se convirtió
en el ala izquierda del capital, porque al cortar esta explicación
se vela, se oculta, la íntima relación mediante la cual, la
sociedad genera riqueza, no el emprendedor,
sino los vínculos que se establecen entre la empresa y la sociedad,
entre la economía y la política, en la que las personas que
componen la sociedad, no es una masa informe – en eso tratan de
convertirla – sino que este conjunto progresa, casi, al unísono,
razón por la cual, la riqueza crece, aunque se la apropia una
minoría.
El
movimiento cartista, a principios del siglo xix fue una reacción
popular de los trabajadores del textil, inquietos porque la
introducción de la maquinaria les quitaba puestos de trabajo, y las
leyes que el parlamento británico emitió apoyaban a los
industriales frente a los trabajadores; fue el comienzo de la
organización obrera y de los diversos socialismos, que se extendió
al continente y que mantuvo un debate fructificador hasta que estalló
la PGM, y los socialistas, ya plenamente dominados por la corriente
del marxismo, creyendo que el parlamentarismo evitaría la necesidad
de la guerra, votaron los créditos que permitían a los gobiernos
rearmarse.
Por
eso, cuando Syriza empezó a plantear la idea de enlazar con la
tradición socialdemócrata – que de alguna manera, Podemos ha
copiado –, la estrategia parecía positiva porque el problema de la
deuda, para ser entendido, en toda su dimensión, hay que plantearlo
como una relación de clase, entre la clase dominante y la sociedad,
cosa, por otro lado, fácil, porque los informes de una organización
de caridad, como Oxfan internacional, exime de culpa a una izquierda
timorata y desarmada ideológicamente, ya que esos informes
demuestran con datos y cifras la genialidad de la adquisición
teórica de Karl Marx, 150 años antes, más, para llevar adelante
esta idea hay que querer romper con el sistema, y si tomamos como
indicativo la voluntad política de Syriza, el artículo escrito por
Voroufakis
en diciembre de 2013, en el que plantea, no obstante, los sinsabores,
promover la estabilidad del capitalismo europeo, porque la izquierda
no está preparada, es una repetición semejante a la que tuvo lugar
un siglo antes, cuando los parlamentarios socialdemócratas votaron
los créditos de guerra.
A
ese artículo hice un apunte,
destinado a responder, a un pequeño sector de la izquierda española,
que fiaba la propia acción al tirón político que pudiera producir
una victoria de Syriza, que entonces era Izquierda Unida, a la que la
burguesía mediática hacía la cama potenciando a Pablo Iglesias,
sin embargo, y pese a lo mucho que ha madurado la situación política
internacional, no hay modo de reconocer abiertamente que no hay
posibilidad de mejora sometiéndose al sistema, un sistema que se
regula a sí mismo, rompiendo la sociedad y queriéndola poner a
disposición de la empresa privada a través del acuerdo
transatlántico, que para
mayor humillación, los parlamentarios europeos, esos que tributaron
una ovación a Tsipras por ganar el referéndum del domingo 5 de
julio, ni siquiera pueden copiar para estudiarlo a fondo; si eso no
es la demostración palpable de que el modo de producción mercantil
ha dejado de ser útil, para la sociedad, ¿qué más hace falta?
Hay
que tener el valor de romper con el sistema, con el capitalismo
porque lo contrario es aceptar sus reglas, y esa ruptura pasa por
exigir una reforma fiscal
profunda, en el seno de
la Unión Europea, disputándole a la burguesía, a la troika la
dirección política de los destinos de Europa,
la Unión Europea se tiene que convertir en la construcción de los
Estados Unidos de Europa,
porque eso quiere decir deconstruir el sistema, de lo contrario
artículos virulentos como este,
enfangan el terreno porque no es Alemanía la que impera, es la
burguesía europea, empujada por la burguesía estadounidense la que
quiere humillar a Grecia, como un cortafuegos contra el contagio de
la lucha de los griegos, porque no se puede decir que Alemania no
pagó los créditos contraídos, descontextualizando el pago del
hecho de que una parte de Alemania era socio de la URSS, y que el
sistema necesitaba que la Alemania del oeste progresara
y se convirtiera en el escaparate de la libertad del
libre comercio, por eso,
no basta que Pablo Iglesias grite en un mitin Aguanta Alexis, que
vamos en tu ayuda, porque Syriza, en los días previos al referéndum
pidió solidaridad, y a esa solidaridad, la izquierda oficial de
Europa respondió con un silencio atronador: a esa izquierda,
coincidiendo con Pablo Iglesias, no se la puede salvar, tiene que
desaparecer porque es la que frena a la ciudadanía europea, a las
trabajadoras y trabajadores, es el aliado objetivo del gobierno de
los mercados, por eso, reivindicaciones como la exigencia de una
reforma fiscal profunda – para
que paguen más los ricos y desaparezcan los santuarios fiscales
–, que no son reivindicaciones socialistas, sino democrático
burguesas, en el contexto actual adquieren el carácter de
revolucionarias, superando el marco nacional y entrando de lleno en
el enfrentamiento de clase contra clase, que siempre será menos
costoso que el enfrentamiento de los Estados nacionales destruyendo
vida e infraestructuras, por eso, Syriza debe ser apoyada, sostenida
y mantenida por la izquierda sana europea y mundial y los sindicatos
deberían ser capaces de convocar, en el menor tiempo posible una
manifestación europea, preferentemente en Berlín para hacer
justicia a los griegos y recoger el impulso del parlamento europeo,
cuando aplaudió a Tsipras, que aún sigue luchando, y ese si sería
un enlace positivo de Syriza con el espíritu socialista que se
quebró en 1914 y que recogio el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso
bolchevique, antes de claudicar y convertirse en el partido
estalinista
jmrmesas
catorce de julio de dos mil quince
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