jueves, 16 de octubre de 2014

LA DEUDA NACIONAL



LA DEUDA NACIONAL

¿QUÉ PARTE ES LEGÍTIMA?


Oír a los dirigentes de la izquierda radical hablar de la deuda nacional es un ejercicio de equívocos constantes porque el concepto no parece que parta de una idea bien determinada, bien discutida. Parece que el concepto del que se parte es un concepto de la red Alternet, que es un concepto radicalmente distinto del que debería partir de las organizaciones de la izquierda, basadas en los criterios de la lucha de clases y que desde los apuntes de este blog se trata de mantener.


El concepto de la deuda nacional es una cuestión que se presta a equívocos si el defensor de la lucha contra la deuda no tiene claro de donde se parte, pues si se entra en los conceptos jurídicos que puedan manejar organizaciones bienintencionadas, o aún más concretas, la propia economía del sistema, del capital financiero internacional, la deuda, el conjunto de la deuda nacional, toda ella es legítima, y desde ese punto de vista del capital financiero mundial, es cierto, la deuda nacional es legítima en todos sus términos. Podría entrarse en detalles puntuales, como me parece que es la perspectiva de esas redes benéficas, como pueda ser Alternet, u otras, pero, ni siquiera, desde ese punto de vista merece la pena luchar contra la deuda.


Si el luchador, el militante que pretende concienciar, difundir y movilizar contra el pago de la deuda no tiene claro que su concepción de la lucha contra la deuda nacional parte de un origen radicalmente diferente, un origen de clase diferente, estará aceptando los criterios del capital financiero mundial, de la burguesía, o cuando menos, de organizaciones, en cuyos conceptos, la lucha de clases no forman su razón de ser, estará aceptando sus leyes, y desde sus leyes, la deuda es legítima; hay por tanto, que partir de un concepto radicalmente diferente, cual es que la deuda nacional fue urdida, desde el principio, como una maniobra para empobrecer a la sociedad, y desde 1949, fecha en la que se concretó lo que hoy conocemos como paraísos fiscales, la deuda se aceleró en el incremento de su formación, al detraer, año tras año, los beneficios generados socialmente, ocultándolos en esos paraísos fiscales, e impidiendo que la sociedad se beneficiara de acuerdo a los propios criterios de retribución burguesa.


Este concepto es en el que hay que fundamentar la lucha contra la deuda, pues si no es de este modo, la lucha contra la deuda se convierte en una batalla legal, jurídica, en la que todas las bazas juegan a favor de la burguesía, y el militante que lucha contra ella, aparenta defender un apatraña, un farol, sin fundamento, porque será incapaz de volcar su ímpetu en algo que no tiene claro, algo que cojea.


Está claro, que desde esta perspectiva de clase, la lucha contra la deuda no es una batalla nacional, ni siquiera continental, es una batalla mundial, una batalla de clase, que va indisolublemente ligada a la lucha contra los paraísos fiscales, que va unida a la lucha contra la permisividad de los gobiernos a dejar escapar a las grandes empresas y grandes fortunas sin tributación, o con tributaciones simbólicas, por lo tanto va unida a la lucha por una fiscalidad progresiva para grandes empresas y grandes fortunas, y es igualmente una lucha internacional por aunar fuerzas entre las naciones, entre las clases trabajadoras en esas sociedades, porque ellas son las avanzada de la sociedad, y en ese sentido, es un acicate por la necesidad de construir una dirección, el intelectual colectivo necesario para dar perspectivas al caos, que en el que está inmerso el capitalismo, en esta etapa crucial de su final.


Esta batalla internacional es muy difícil de articular sin el instrumento que puede dar coherencia intelectual a una vanguardia internacional – una nueva internacional, el intelectual colectivo – que ha de esforzarse por encontrar la alternativa al modo de producción mercantil, especializado, en este final de su etapa histórica, en las dos únicas mercancías que maneja con impunidad: dinero y armas; arma y dinero, la batalla contra la deuda es la lucha de la vanguardia consciente por dar sentido y consciencia a la sociedad en su conjunto porque, primero es la generadora de la riqueza, la verdadera generadora de la riqueza, y es, en términos formales, fuente de poder y legitimidad, y ese formalismo se llenará de coherencia política, luchando contra la explotación.


Si esto no está claro para los luchadores que asumen, como principal reivindicación, la lucha contra la deuda nacional, esa lucha se convierte en una patraña negociable, en un bluff, un farol de mal jugador, y la lucha no es un juego.


jmrmesas


dieciséis de octubre de dos mil catorce


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