viernes, 13 de abril de 2012

EL MODO DE PRODUCCION

La ofensiva de los mercados está teniendo lugar por la falta de cualquier tipo de oposición a sus exigencias y dado que no encuentra obstáculos, no solo para detenerlos, sino ni siquiera para moderar sus apetitos, me parece oportuno poner el foco en las preguntas que se hicieron a comienzo d el año los organizadores del foro de Davos, ¿El capitalismo tiene futuro? ¿Es apto para el siglo 21? Y si lo es, ¿Qué debe cambiar?

Estas reflexiones que se hicieron los organizadores, cuando menos, eran atrevidas, y si verdaderamente se plantearon con ánimo de buscar soluciones, y voy a creer que no se hicieron como un desafío malsano, sino, sinceramente, queriendo buscar soluciones, las retomaré, intentando buscar argumentos que valgan como una contribución sui generis para terciar en la polémica como atrevido bloguero, espoleado por la próxima reunión que tendrá lugar en Berlín, en los días 15 y 16 de abril, que reunirá a los técnicos y teóricos -economistas- que le dan el barniz al capitalismo, queriéndonos mostrar la cara amable de un sistema, caducado.

El capitalismo es el modo de producción de mercancías, revestido de la ideología justificativa con la que es presentado ante la sociedad, así que, tratando de apoyarme en los hechos y datos con los que se producen los objetos materiales que dan soporte a la existencia material de los seres humanos, me planteo, ¿Qué es lo que justifica la existencia de un modo de producción?

La respuesta se desprende de la premisa que plantea el hecho de producir los objetos materiales, con los que las personas satisfacen sus necesidades, que son las que garantizan el mantenimiento de la vida cotidiana, y tres mil quinientos millones de personas que malviven con menos de dos dólares al día, es una concluyente negación, con la que debe ser respondida la primera pregunta.

El capitalismo tiene el futuro contabilizado por la honestidad intelectual de todos los que contribuyen a mantenerlo activo, despreciando el hecho de querer ignorar a tres mil quinientos millones de seres humanos, que como no tienen los instrumentos materiales para manifestar su desacuerdo, porque carecen de consciencia, se ven obligados a vivir en la basura, donde buscan el pan nuestro de cada día, así como el gobierno perdona a nuestro deudores, aceptando resignadamente su suerte, porque nacieron, crecieron, malviven y morirán en la basura, desde donde es imposible tomar consciencia de la propia desgracia, y esto, no es demagogia, ni angelismo ni buenismo, sino la percepción consciente de estar más cerca de ese estatus, al que nos quieren llevar las políticas de recortes de los mercados, y que conduce a actitudes como las del farmacéutico griego que se descerrajó un tiro en la sesera, porque se negaba a buscar el sustento en la basura, actitudes como la del infortunado informático tunecino, Bouazizi, reconvertido en verdulero, quemándose vivo, y tantos otros, incapaces de resistir tanta desgracia.

El capitalismo no tiene futuro, más que el que le otorgan todos los que miran para otro lado, queriendo establecer en este mundo el paraíso y el infierno, pared con pared, y eso no es posible, ni aceptable, porque existen los medios técnicos para sacar de la miseria a toda la humanidad doliente, porque los aceleradores de partículas, que existen en el mundo, es la demostración material de la capacidad técnica para lograrlo, porque cuando en los laboratorios se investiga con insectos para convertirlos en espías, quiere decirse que existen todos los medios técnicos, intelectuales, de todo tipo para reconvertir el modo de producción de mercancías, en un modo de producción no antagónico.

Está claro que el modo de producción de mercancías, y su vestidura ideológica, el capitalismo no vale, y las señales descritas por un tal Marx planteando la contradicción entre relaciones de producción y fuerzas productivas, como el indicador más evidente, no hacen más que saltar, constantemente, delante de nuestros ojos sin quererlo reconocer, y ya se sabe que no hay más ciego que el que no quiere ver.

Las siguientes preguntas planteadas en Davos, y que tal vez, algún osado economista se atreva a responder en Berlín eran, ¿Es apto para el siglo 21?, y si lo es, ¿Qué debe cambiar?

El capitalismo es un modo de producción que cuenta con más de medio milenio de existencia, pero el hecho de fabricar cosas, objetos que han venido dando soporte material al hecho de vivir, dificulta entender cual es la diferencia entre la manera práctica de producir objetos, pues haciendo abstracción de una tecnología, que cada vez ha permitido afinar y precisar, tanto en la fabricación de objetos como en la utilidad de los objetos, cada vez más y mejor, el hecho diferencial que caracteriza la producción en el capitalismo, era el supuesto de que los productores, capital y trabajo, eran libre cuando comprometían su esfuerzo a la hora de producir.

La ficción de equiparar, de querer demostrar que patrones y obreros parten en condiciones de igualdad a la hora pactar el ejercicio de la producción es pura ficción porque si en algún momento parecía cierto, la realidad es que, ni lo fue al principio ni lo es actualmente, ya que el medio en el que tiene lugar la supuesta relación de equidad, la sociedad simbolizada y representada por el estado no fue, ni antes ni ahora, neutral, indiferente, equidistante, sino que encubrió, apoyó y protegió al capital frente al trabajo, pero además, la burguesía, al apoderarse de la dirección de la sociedad, en todas sus facetas, ha convertido el propio hecho de producir, en el factor determinante del control político de la vida social, a la que las leyes sancionadas por los parlamentos, dan la forma conveniente para que sean puestas en vigor, contra una ciudadanía despreocupada y confiada.

En el ejercicio de la producción, el modo de producción de mercancías, ha adquirido una dimensión descomunal el oficio de banquero, y esta exhibición presencial de diferentes entidades y marcas, en la vida cotidiana, contrasta, particularmente, en nuestros días, con la carencia de disponibilidad efectiva de dinero, pareciendo más un dispositivo de extracción, con el cometido de sacar y secar, la más mínima partícula de dinero del bolsillo de los ciudadanos para volcarlo en esos depósitos, en esos enormes complejos bancarios que son los paraísos fiscales.

La especialización de la burguesía en la producción de dinero sin crear valor de uso, hace del dinero el medio de control político de la ciudadanía, pues este, el dinero, solo posee valor de uso para los potentados y en la especulación, en la cual, los flujos de capital contrastan con la escasez de la disponibilidad que utiliza la ciudadanía para el uso cotidiano -solo el forex utiliza diariamente casi cuatro billones de dólares, frente a unos escasos ochenta millones de dólares- y esto significa que los bancos regulan el flujo de dinero, desde los paraísos fiscales hacia la especulación en cantidades de diluvio universal, mientras la ciudadanía, se ve sometida a una sequía saheliana, convirtiendo, de una manera, aparentemente inocente, el dinero en un medio de control político.

La especialización de la burguesía en la producción de mercancías solo apta para conjuntos muy exclusivos es el medio de ejercer el control político desde la producción, y no me estoy refiriendo a la industria del lujo sino a la industria de la inutilidad social, a la fabricación de armas, de verdaderos conjuntos industriales especializados en la industria de la fabricación de armas de destrucción masiva, que es otra manera de asegurarse el control político de la sociedad.

¿QUE DEBE DE CAMBIAR?

Es de suponer que un modo de producción no es algo artificial, y por artificial, quiero decir, algo forzado y ajeno a los usos sociales, sino la manera más cómoda, útil y práctica de relacionarse con la elaboración, con la producción de objetos, y como creo que un nuevo modo de producción no puede ser improvisado, quiere decirse que algo debe de cambiarse del modo de producción mercantil para hacerlo acorde con las necesidades que plantea el conjunto humano en estos comienzos del nuevo siglo.

El capitalismos se obstina en querer convencer a las personas, a la sociedad, en suma de su autocontrol, de la propia capacidad para regularse sin la intervención del estado, el estado burgués, pero este, en la medida que ha de aparentar una equidistancia entre burgueses y proletarios, entiende, que dada la abrumadora proporción de la base proletaria del estado, contravendría con la clase dominante y, por omisión acepta el hecho de inhibirse en la toma de decisiones que afecten al capitalismo, o lo que es lo mismo, a la economía.

Pero, ¿Es cierto que el capitalismo pueda ser autónomo, en un mundo cada vez más interconectado, cada vez más interdependiente?, desde luego que no, esta afirmación es gratuita, auto exculpatoria, sin sentido en un mundo tan interrelacionado, en donde cualquier factor influye desde el centro a la periferia y viceversa, donde el deterioro, físico del propio planeta, está determinado por esa carencia de regulación que pone en peligro la totalidad del futuro, de las próxima generaciones, por lo que, la regulación del modo de producción capitalista exige su intervención perentoria, pero en qué sentido y en que medida.

La economía, no es más que las relaciones de producción, socializadas y pagadas y en tanto que relaciones de producción, recorridas por las tensiones propias de un sistema de producción antagónico entre fuerza de trabajo y capital, y esas relaciones de producción contables -las otras relaciones de producción no se pagan porque son asumidas por la sociedad, como un hecho natural, aceptándolas como si de funciones genéticas se tratara-, barnizadas de objetividad no son otra cosa que expresión de una relación de poder, de dominio, de dominación de los que controlan y dirigen la sociedad, hacia los que asienten y ejercen las funciones que el poder determina, por eso se dice que la economía es una de las ciencias sociales, porque los protocolos son ajenos a la disciplina científica de la economía, ya que los protocolos los determina el poder político, no un consejo de sabios.

Esas relaciones de producción llamada economía, lo de política, hace tiempo que desapareció, porque se entiende, más que entender, se barrunta una cierta contraposición, una cierta hostilidad, es la que late en la confrontación entre el euro y los mercados, puesto que la hostilidad, no es solo entre burgueses y proletarios, sino también entre las diferentes burguesías, y la que esta corroyendo la actual situación es el feroz ataque al euro, porque la burguesía dominante estadounidense, ve en el euro el fin de su cómodo dominio, ejercido por medio del dólar, al ser este, el que ha liderado en solitario la función de medio de pago internacional, por eso la deuda estadounidense, 15 624797 945352,95 de dólares más que expresar una relación comercial deficitaria, expresa una relación de vasallaje, puesta en tela de juicio desde la desaparición del fantasma del comunismo soviético, por el resto de las otras burguesías, que vieron en el euro, la posibilidad de sacar mayor tajada, por eso este ataque al euro tiene el objetivo de anular políticamente el tímido intento de unidad europea emprendido por el conglomerado burgués europeo, porque la economía internacionalizada por el capitalismo USA, sería el principal perdedor.

El ataque de los mercados al euro se cobró una pieza de tamaño importante, Grecia, y el rosario de intervenciones en Irlanda, Portugal, Italia, apunta a España, porque si España es rescatada, -una cierta parte del capitalismo español, se pondría las botas, si España fuese rescatada- el euro caería, y no está nada claro, que todos los integrantes del conglomerado burgués europeo, perderían con la caída del euro, podría decirse que una parte de esa burguesía, la alemana, soñase un iv reich, orlado de países afines, en un territorio propenso al cultivo de los reinos de taifas.

Justamente, lo que se debería de cambiar en el modo de producción mercantil, es su omnipotencia de querer navegar en solitario, pues esa libertad es lo que le permite controlar a la política, pasando por encima de las soberanía de las naciones, y para empezar el principal factor pasa, tiene que pasar por acabar con el secreto bancario, exigiendo la erradicación de los paraísos fiscales, clarificando y cuantificando la titularidad de los dineros ocultos, esos dineros que han sido producto de la creación de una riqueza generada socialmente, y que por lo tanto la sociedad debe de percibir la parte correspondiente, poniendo en valor las políticas de enseñanza pública, de apoyo a la investigación científica, de apoyo a políticas de sanidad pública.

Debe de pasar por la condonación de las deudas soberanas, de todos los países, liberando una tensión internacional que solo beneficia a los dueños de la industria inútil de creación de armas, y debe de pasar por la elaboración de una medida de valor, recogida en una moneda mundial, porque toda la producción, toda la economía no es sino la expresión de unas fuerzas productivas mundiales, internacionales, y el tránsito hacia un nuevo modo de producción no antagónico, requiere liberar tensiones.

Eso y el procurar condiciones de vida dignas a esos tres mil quinientos millones de parias que malviven con menos de dos dólares al día, es lo que puede relanzar una economía productiva, en la que la ciencia jugaría un papel fundamental al tener que impulsar una industria del reciclaje que facilite y cuide el planeta.

LIDERES PARA UNA NUEVA HUMANIDAD

No creo en los líderes naturales, pero está claro que hoy por hoy, son necesarios dirigentes, dinamizadores, comunicadores capaces de transmitir una perspectiva nueva, y no es posible ignorar que hay unos lideres con influencia en sectores sociales diversos, y sin descartar que pueda haber entre la derecha, entre la burguesía, algún elemento que comprenda lo indecente del sistema – el mismo Soros reconoce que sus actividades especulativas deberían ser prohibidas, pero mientras no lo sean, seguirá practicándolas, porque es su beneficio-, desde donde puede venir el impulso es de la izquierda, del variado panorama de la izquierda mundial, y ese impulso vendrá si se comprende y asume que el sistema está agotado, que históricamente, el modo de producción de mercancías, se ha convertido en un obstáculo que frena el progreso humano, que es fuente de tensión y causa del sufrimiento de los seres humanos, desequilibrios del ecosistema de la naturaleza, sabiendo que al reconocerlo, ante ellos se abre un panorama desconocido para el que las viejas recetas, no valdrán, imponiéndose la búsqueda de nuevos caminos.

Puedo equivocarme completamente, pero tengo confianza en un sector de la socialdemocracia alemana, el sector minoritario que se agrupa en torno a die linke, como la fuerza capaz de entender que el sistema dejó de ser útil, que el modo de producción mercantil llegó al tope de utilidad social, y que por tanto hay que cambiarlo buscando la alternativa, porque este, ya no vale, también confío en la juventud estadounidense, reunida en torno al movimiento de occupys, pero de cualquier modo, la alternativa pasa por reconocer que el sistema está sostenido artificialmente, que ya no vale y está acabado, y por tanto la respuesta puede venir de cualquier otro lugar, pero la batalla decisiva se dará aquí, en Europa.

jmrmesas

13 de abril de 2012

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