miércoles, 7 de septiembre de 2011

MEJICO



                                                     MEJICO
Por más vueltas que le doy a la situación por la que atraviesa la sociedad mejicana escarnecida por la extorsión de los clanes mafiosos que controlan el negocio del tráfico de drogas, no puedo dejar de pensar en la relación entre Méjico y USA, para tratar de encontrar una respuesta que sea acorde con los intereses que tienen relación con el tráfico ilegal, de modo genérico.

El tráfico ilegal de cualquier mercancía, siempre deja pingues beneficios para los que recogen y canalizan el producto de tal actividad, sin tener que mancharse, que no es otra que el dinero, y quienes recogen y canalizan el dinero no son otros que los bancos, así pues, el tráfico ilegal de drogas dejó en los bancos de Estados Unidos, un considerable montón; de entre ellos, un solo banco lavó en tres años una cifra de 378.300 millones de dólares -el Wachovia- una sucursal del Wells Fargo, por lo tanto, el tráfico ilegal de drogas no puede ser visto como un enfrentamiento entre el vicio y la virtud, sino como a quienes beneficia la ilegalidad, más allá de los jefes criminales que controlan el negocio; el complicado entramado de acuerdos y ajustes de cuentas de los clanes entre ellos y contra el estado mejicano, a raíz del pacto de Bush-Calderón, para atajar un mal difícilmente atajable sin condiciones sociales que garanticen el modo de ganarse la vida honradamente, cosa que no era, ni es, la principal preocupación de los dirigentes, porque mientras el principal valor por el que se mide la vida sea la capacidad de hacer dinero, será este el baremo social para juzgar a las personas, sin caer en la hipocresía de presentar virtudes, que en el fondo no se valoran.

Por lo tanto, el deterioro catastrófico de tal situación no puede deberse al solo hecho de un grupo de delincuentes, por mucha instrucción que hayan recibido por parte de Estados Unidos en su escuela de las Américas, en realidad una organización para enseñar terrorismo gubernamental, terrorismo blanco, en donde se han amaestrado una buena caterva de dictadores sudamericanos, sino que, cuando un grupo numeroso de elementos pertenecientes a los cuerpos de seguridad y de las fuerzas armadas mejicanas se separan del estado, sus orígenes, para constituirse ellos mismos en parte del narcoterrorismo, quiere decirse que las causas deben de tener razones más profundas y ocultas que sin dudar atañen a la élite política de la alta sociedad mejicana, y posiblemente colusión entre diferentes sectores de la burguesía mejicana favorables a acuerdos con Estados Unidos para la integración de parte del territorio mejicano, o la separación del territorio para constituirse en un estados independientes, perjudicando de este modo sangriento al pueblo mejicano, lo que me parece
evidente es que una situación como la que atraviesa Méjico, no es posible sin que haya una pugna entre diferentes sectores de la burguesía mejicana que se extiende hasta sectores del aparato del estado, y que tal enfrentamiento que conjuga intereses tan dispares han sido alentados, en un primer momento por la famosa iniciativa Mérida, que está deshaciendo a la sociedad mejicana, mientras que Estados Unidos no ha tenidos ni una sola baja, de su población civil.

Por otra parte, por la parte de los Estados Unidos, quienes hacen negocio son los bancos que aceptan el dinero del tráfico de drogas, y sin una legislación capaz de clarificar el origen de las sumas astronómicas que mueve el fatídico negocio de la droga, es difícil atajar el entramado que los mueve, porque el negocio ilegal no es solo la droga, sino el tráfico de armas, que se controla desde la fronteriza Tijuana.

Esa relación de la banca, mejicana y estadounidense, que es como decir, la gente respetable que mueven las finanzas, es lo que está costando la vida de cuantos periodistas mejicanos se aventuran a investigar en el tema; en cualquier caso la convulsa y agitada sociedad mejicana forma parte del panorama internacional, en un momento en que el mundo, la ciudadanía mundial, tendrá que replantearse si los caminos de la política ensayados hasta ahora siguen siendo dignos de confianza o habrá que articular otro tipo de organización en el que la ciudadanía tenga una participación más efectiva y menos simbólica, como es la actual, en donde el día a día se deja en manos de representantes, que solo se representan a sí mismo, cubriéndose con los votos, que no tienen el menor escrúpulo en defraudar, cuando los “mercados” se lo demandan.
08/09/2011                                                  jmrmesas


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