viernes, 26 de noviembre de 2010

NOVIEMBRE

El sistema basado en el Modo de Producción de Mercancías -MPM- ha llegado a su punto más bajo de utilidad social; esto se evidencia por,
1.- Las Fuerzas Productivas -FP- en esencia, toda la ciencia y la tecnología aplicadas a la producción y los procesos de producción,  representadas por los nuevos medios de producción actuales se encuentran constreñidas, limitadas, y por tanto, subutilizadas, para imponer a los gobiernos políticas definidas y diseñadas fuera de los centros e instituciones democráticas, (valdría decir controladas con luz y taquígrafo)  que tiene su eco en los centros financieros, -FMI, BM, etc.-
2.- La necesidad de imponer políticas empobrecedoras en los centros industrializados es prioritaria sobre la necesidad de acumular plusvalía, toda vez que en los santuarios fiscales se encuentran almacenados nada menos que 2,33 veces el valor de la economía productiva, es decir, el dinero que emplea la industria, el dinero que el ciudadano lleva en su bolsillo, y el que está controlado en las cuentas bancarias suma el 30% del dinero emitido, siendo el 70% restante atesorado para uso de los banqueros, convertidos en especuladores financieros cuando están “fuera de cámara”, como necesidad vital de supervivencia como clase dominante. ¿Superimperialismo?
3.- La producción masiva en los centros industrializados es cosa del pasado, la industria que quede, en este proceso, será una industria dedicada al mantenimiento, como lo atestigua el proceso que durante años se ha producido en todos los países industrializados, en mayor o menor medida, con la DESLOCALIZACION, y que se complementa con el ataque a las condiciones de las conquistas sociales, en Europa especialmente, privatizando las industrias nacionalizadas, la enseñanza pública, la seguridad social, la sanidad.
4.- Las economías emergentes, receptoras de la deslocalización de los países industrializados, son sociedades desestructuradas con una mano de obra carente de la organización, a diferencia de occidente donde  el largo periodo histórico que forjó al proletariado europeo, -no olvidemos que burguesía y proletariado nacieron en el mismo proceso histórico- doto a la clase obrera de instrumentos como asociaciones, sindicatos y partidos que han convertido a la sociedad europea en su conjunto en el elemento a batir por los “mercados”, tratando de utilizar a las sociedades emergentes como motor principal en la creación masiva de plusvalía.
5.- Si la historia se repite como farsa, la crisis del Lehman Brothers no es la farsa de la del 29, pues a diferencia  de aquella, los gobiernos de todos los países, se sometieron de buena gana sin rechistar: no hay disputas por los mercados; no hay cuestionamiento del sistema, los gobiernos aceptan que las líneas maestras de la política la dibujen los mercados y no los ciudadanos, en quienes, teóricamente reside la soberanía.

Ahora acudiré, en defensa de mi tesis a un viejo pero muy a menudo ignorado intelectual y revolucionario maestro, Karl Marx: dice,
El intercambio de trabajo vivo por trabajo objetivado, es decir,  el poner el trabajo social bajo la forma de antítesis entre el capital y el trabajo, es el último desarrollo de la relación de valor y de la producción fundada en el valor.
El supuesto de esta producción es y sigue siendo, la magnitud del tiempo de trabajo, el cuanto de trabajo empleado como factor decisivo de la producción de la riqueza.     En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la producción de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo, y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su poderosa eficacia- no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción.   (El desarrollo de esta ciencia, esencialmente de la ciencia natural y con ella de todas las demás, está a su vez en relación con el desarrollo de la producción material.)    La agricultura, por ejemplo, se transforma en mera aplicación de la ciencia que se  ocupa del intercambio material de las substancias, de como regularlo de la manera más ventajosa para el cuerpo social entero. La riqueza efectiva se manifiesta más bien -y esto lo revela la gran industria- en la enorme desproporción entre el tiempo de trabajo empleado y su producto, así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a su pura abstracción, y el poderío del proceso de producción vigilado por aquel.    El trabajo ya no aparece como recluido en el proceso de producción sino más bien que el hombre se comporta como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo.    (Lo dicho sobre la maquinaria es válido también para la combinación de las actividades humanas y el desarrollo del comercio humano.)   El trabajador ya no introduce el objeto natural modificado, como eslabón intermedio, entre la cosa y sí mismo, sino que inserta el proceso natural, al que transforma en industria, como medio entre si mismo y la naturaleza inorgánica, a la que domina.   Se presenta al lado del proceso de producción, en lugar de ser su agente principal.    En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que este trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como  cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social.   El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma.
Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la fuente  -gran fuente-  de riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio deja de ser la medida del valor de uso.  El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano.   Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo.    Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos.   El capital mismo es la contradicción en proceso, por el hecho de que tiende a reducir a un mínimo el tiempo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza.    Disminuye, pues, el tiempo de trabajo en la forma de tiempo de trabajo necesario, para aumentarlo en la forma de trabajo excedente;  pone por tanto, en medida creciente, el trabajo excedente como condición  -cuestión de vida o de muerte- del necesario.    Por un lado despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio sociales, para hacer que la creación de la riqueza sea (relativamente) independiente  del tiempo de trabajo empleado  en ella.    Por otro lado se propone medir con el tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas sociales creadas de esta suerte y reducirlas a los límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor.   Las fuerzas productivas y las relaciones sociales  -unas y otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social-  se le aparecen al capital únicamente como medios, y no son más que medios para producir fundándose en su mezquina base.  De hecho, empero, constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a esa base por los aires.


de:  ELEMENTOS FUNDAMENTALES PARA LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA (GRUNDRISSE) 1857-1858


Esto me indica dos cosas, una, que el G 20, no ha podido en Seúl, ni podrá en la próxima, poner acuerdo en la llamada guerra de monedas porque, objetivamente no es posible acordar una medida de valor común, a diferencia de las ciencias físicas, que en ausencia del sistema métrico decimal, haría imposible fabricar el ingenio más simple, las ciencias sociales, la economía, en este caso, sus doctores, imbuidos por los poderes del sistema, corroídos por los prejuicios tratando de mantener a flote un instrumento inútil, pues las contradicciones entre economías desarrolladas y economías emergentes firmaría la sentencia del sistema a un corto plazo, no pueden encontrar una medida común de valor que mida el trabajo humano, porque este encierra todas las contradicciones de intereses tan alejados entre los diferentes capitalistas, como lo está evidenciando el impass en el que se encuentra el euro, en el que la burguesía europea es incapaz de dar cima a una necesidad de supervivencia que comenzó gradualmente, tras la SGM, construyendo la CECA, EFTA, MCE, y finalmente la UE, pero el paso decisivo que hubiese sido el gobierno común europeo, no lo puede dar porque con él firmaría su sentencia de muerte como clase rectora.  Otra, el tiempo de trabajo ha dejado de ser esa medida de valor dado que los proceso informáticos permiten desde la manipulación de siderurgias, astilleros, enormes navíos de contenedores, reducir al mínimo la participación del elemento humano, por no hablar de la posibilidad de automatizar la mayor parte de la producción, cosa, por otra parte de lo más prometedor,    
 así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano.”
6.- Todo este complejo mundo está trufado de complicadas legislaciones que esencialmente están enfocadas a controlar al elemento humano, mientras que el mundo de las finanzas del capital tiene toda la amplia geografía planetaria para moverse saltando fronteras y océanos a golpe de “clic” en cuestión de segundos, sin que ningún “estadista”, ningún legislador se atreva a proponer NADA de NADA, para controlar el caos, esa cueva de ladrones que son los paraísos fiscales, -santuarios financieros- donde estos “capitanes de industria” atesoran el botín, que los gobiernos consienten que roben a los ciudadanos porque ellos están exentos de tributos, convirtiendo en letra muerta todo la fanfarria del “estado de derecho”, pues los tributos, como bien es sabido a lo largo de la historia, ha sido, es, cosa de súbditos, cosa de pobres.

Si este es el panorama, ¿Cuál es el activo?, pues no podría ser más tenebrosa una situación en la que no aparece una salida en ningún sitio.

El principal activo en todo este panorama es la maduración social del elemento humano, que en estos años ha preparado a unos individuos más cultos, mejor formados humana y técnicamente y más conscientes de las terribles desigualdades e injusticias de un sistema que detestan pero al que no ven alternativa, porque la alternativa esta nublada, primero por una industria ideológica cual es desde la prensa, en cualquiera de sus variantes, y esta tiene dueños, capitalistas, que de igual modo que el fabricante o el banquero, pretende obtener, primero, beneficio, y luego informar, formar, divertir, “subjetivamente”, pero sobre todo la industria del entretenimiento masivo -televisión y cine- empeñados en ofrecer, descaradamente, la visión del mundo desde la perspectiva del sistema; segundo, porque desde el mundo intelectual, aunque muy críticos con el sistema, no ofrecen perspectivas de cambio, dando por hecho que la durabilidad del sistema es para siempre jamás, y las opiniones y sensaciones que sociólogos y  empresas que hacen prospección social, escrutan,  se ocultan o se diluyen haciendo de sus resultados algo de difícil comprensión, no obstante, a veces las encuestas desmienten los argumentos de los defensores del sistema, -PP, Rajoy, sra. Aguirre-  cuando revelan que el 78% de los españoles estarían de acuerdo con aumentar los impuestos, percibiendo, además,  lo injusto del sistema tributario, sostenido por los más débiles,  pero normalmente, ni son  revelados ni discutido, y así, por ejemplo, si en Europa hay un alto porcentaje de población  -80%-  que vería favorablemente la unidad, frente a terceros, los estadistas lo acotan, definiendo para qué.

Enfrentarse a esto requiere una política agresiva pero inteligente, que enfoque, en todo el mundo, y especialmente en Europa,  el problema del empobrecimiento dibujado por los mercados denunciando ese 70% de dinero oculto en los santuarios financieros -paraísos fiscales- cuyo control está en manos de los banqueros, que amparados en una legislación permisiva, ocultan en una contabilidad paralela, moviéndolo a golpe de clic por todo el mundo, haciendo acto de presencia solo para especular e imponer condiciones a los ciudadanos por medio de gobiernos títeres; se trataría de hacer que los sindicatos organicen movilizaciones conjuntas y simultáneas, especialmente en Europa, en contra de la riqueza robada y oculta en los santuarios financieros, exigiendo su erradicación; tal movilización tendría que plantear la organización de una campaña, en Europa, especialmente de negativa a contribuir fiscalmente, hasta que los banqueros, empresas multinacionales, grandes fortunas no contribuyeran en proporción progresiva a sus caudales.   Luchar por conseguir semejante movilización continental, abriría horizontes que convergerían necesariamente en poner en el centro de esta lucha la cuestión del poder y su naturaleza, y es aquí en donde la construcción de la unidad de Europa tomaría todo su sentido, ya que la burguesía europea ha sido incapaz de dar cima a su construcción, la ciudadanía europea encabezada por su clase trabajadora, contra la que va la apuesta de los mercados, tendría que tomar el relevo y dar cima a la unidad europea construyendo la Unión Europea Socialista.

Concluiré con otra cita Kart Marx, que compendia su pensamiento, y que a mí me parece que retrata el momento presente:     
En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de     su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas      materiales.    El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real,    sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de      consciencia.    El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual  en general.     No es la consciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su consciencia.     Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad      en cuyo interior se habían movido hasta entonces.    De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas   relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas.     Entonces se abre una era de revolución social.     El cambio que se ha  producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura.     Al considerar   tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción  -que se  debe comprobar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales-  y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas   o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren consciencia de este conflicto y lo resuelven.    Así como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar tal época de trastorno por la consciencia de sí misma; es preciso, por el contrario, explicar esta consciencia por las contradicciones de la vida material,  por el conflicto que existe entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción.     Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad.    Por eso la humanidad no se propone nunca más que  los problemas que puede resolver, pues mirando de más cerca, se verá siempre que el problema mismo no se presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o se encuentran en estado de existir.    Esbozados a grandes rasgos, los modos de producción asiáticos, antiguos, feudales y burgueses modernos pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación social  económica.    Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino en el de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo.     Con esta formación social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana.  
CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA,  1859
                                                              jmrmesas

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