viernes, 5 de noviembre de 2010

EURO: ¿SI? ¿NO?



La OCDE y el FMI coinciden en el pesimismo sobre el crecimiento, valorando a la baja la previsión de crecimiento, precisando, no obstante la desigualdad del mismo, con la consabida asimetría, previendo el mayor tirón de las economías emergentes, como debe de estar claro, pues la producción masiva es cosa pasada, ya que la economía productiva en la actualidad no cubre más que la función de supervivencia; mera cuestión de mantenimiento del sistema, y está claro que en ese terreno es más barato producir allí donde la fuerza de trabajo está menos organizada, más desprotegida y desinformada que aquí en Europa.
Los políticos del sistema, tratando de mantener una situación, de por sí, muy penosa quieren ver “brotes verdes” que no es el nacimiento de vida nueva sino la descomposición verde de lo que se pudre, porque, ¿Cómo pueden vaticinar el crecimiento del empleo si este se va a las economías emergentes?  El que queda es el remanente imprescindible. De otra parte, suponiendo una industrialización planetaria, con unas fuerzas productivas globales y un nivel medio de producción competitiva, en todos los países a un nivel aceptable, la producción mercantil se colapsaría, primero, porque no habría mercado, ya que un nivel de producción tal haría que la diferencia de costes fuese prácticamente inapreciable y por tanto, con cero beneficio; segundo, y muy importante, porque  además,  un nivel tal de producción competitiva agotaría los recursos disponibles, es decir, el procedimiento de usar y tirar que facilitó la producción masiva en la segunda mitad del siglo xx está acabado porque el derroche que supone es insostenible; el capitalismo no puede garantizar unas condiciones de vidas dignas para toda la humanidad porque el crecimiento constante e indefinido es, por principio, finito, y por tanto imposible.   El capitalismo que ha llegado ya al tope de sus posibilidades, mantuvo el espejismo de unas condiciones de vida soportables para la clase obrera occidental, porque existían las colonias y el subdesarrollo de lo que hoy empiezan a ser economías emergentes, y para que esas economías emergentes crezcan, los “mercados-225” necesitan empobrecernos a los trabajadores europeos, los más beneficiados, porque en Europa, la clase obrera ha estado organizada y luchando desde su nacimiento, no porque la burguesía haya sido generosa, sino porque no ha podido doblegarla.
¿Cómo ven esto los economistas? 
Cuando un científico que ha trabajado duramente en un proyecto, comprueba que el modelo no responde a las previsiones, termina deshaciéndose de él, y buscando respuestas con otras tesis; es lo que se llama el método prueba-error, que no es lo que hacen los economistas, empeñados en hacer análisis, en los que los elementos que intervienen en el proceso lo desligan, y así lo que en economía se estudia como estructura económica, que no es otra cosa que la compleja red de relaciones de producción, en la que se valoran la interrelación de los diferentes factores que intervienen en el proceso de producción, los economistas lo congelan, como si los cambios que interrelacionan no se produjeran más que para contabilizar el cálculo de costes, pero la compleja red de relaciones sociales que ha hecho crecer el fabuloso poder de las actuales fuerzas productivas, no les mueve a cuestionar el modelo de producción, sino que, sencillamente lo ignoran porque como dicen los conferenciantes a los empresarios: el capitalismo no tiene alternativa, cosa que debe saber bien el señor Sarkozy, que tras el susto inicial dejo de afanarse en reinventarlo –el capitalismo- ; por eso, cuando desde una posición de preeminencia -P. Krugman- se dice que los avances en el campo de la economía en los últimos años, y en el peor de los casos, han sino nocivos, hay que valorar, no solo su honestidad profesional, sino el significado de sus observaciones, pues ellas encierran la confirmación de la caducidad del modelo.
Valorando las opiniones de sectores que verían favorablemente la salida del euro como medio de hacer competitiva la economía española creo que no sería cuestión de plantear ante la sociedad española la conveniencia de la salida del euro, pues fuera de la Unión Europea no hay nada que hacer, aunque si las condiciones de una nueva quiebra se produjera en los próximos meses, como se augura desde algún sector, no sería desdeñable que la burguesía sobrepasada por una previsible oleada de protestas generalizadas, en toda Europa, contemplase la opción del desmembramiento de la Unión Europea como medio de conservar el poder, lo que debería de ser contestado de inmediato, desde la izquierda reclamando la dirección de la Unión Europea, para convertirla en una Unión Europea Socialista, denunciando los tratados de Maastricht y de Lisboa, es decir, arrebatando políticamente a la burguesía la dirección de una Europa, anhelante de un futuro que la burguesía no tiene posibilidades de ofrecer; por eso, si algo debe reinventarse es la necesidad de una nueva izquierda global, capaz de sacar la cabeza más allá de la frontera ideológica y psicológica del agujero en que se halla, aún a riesgo de perderla en el intento, pues dentro del agujero, no hay futuro.
Y mientras tanto, la lucha debería centrarse en recuperar ese 2.33 veces el valor de la economía productiva, atesorados en los paraísos fiscales, para la sociedad, levantando una campaña mundial por la erradicación de los santuarios financieros, arrebatándole al capital financiero su herramienta con la que chantajea, ¿Chantajea?, a los gobiernos democráticos para imponer a las sociedades políticas empobrecedoras y miserables, buscando así, puntos de encuentro con todas las facetas de la izquierda mundial, capaz luchar por un cambio de modelo, y elaborando, en este proceso de lucha,  un proyecto mundial de cambio, recogido en un programa que sirviera de guía a una sociedad dispersa y confundida por todo el aparato de desinformación planetaria, de la burguesía.

                                                jmrmesas

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