UN
LEVE APUNTE TEÓRICO
¿Existe
vida inteligente en el universo, más allá de la que se supone,
existe en este martirizado planeta? Digamos sí, puesto que sesudos
investigadores consideran la posibilidad. La siguiente cuestión
sería: ¿Cual es el sentido de la vida? ¿Ha de tener sentido? ¿La
vida? ¿El cosmos?
Bastaría
que un solo pensante, en el inmenso espacio cósmico, se hiciera esta
reflexión para despertar la necesidad de encontrar esta incógnita.
Dejaremos abierta la cuestión, no sin antes abrir otra peliaguda
reflexión. Lógicamente, puestos a conjeturar, supondremos que esas
otras vidas inteligentes, en la vastedad del espacio quieren
encontrar respuestas.
BUSCAR,
PREGUNTAR, INVESTIGAR
Las
fuerzas de la naturaleza actúan de acuerdo con los factores y
principios que les son afines, por lo tanto, una vez liberada, sus
efectos tomaran los caminos que les son propicios sin entender de
fronteras ni acuerdos. Actúan libremente hasta lograr disminuir las
tensiones que las hicieron despertar, encontrando un equilibrio de
incierta durabilidad.
La
humanidad ha ido adquiriendo conocimientos y habilidades en el largo
curso de la historia consiguiendo acrecentar la capacidad de
manipular y desencadenar fuerzas que traspasan los medios que las
ponen en funcionamiento y cuyos efectos escapan de las fronteras en
cuyo interior se generan.
Sobrevivir
ha excitado la necesidad de saber, conocer, buscar y este proceso
supone transmitir, legar saberes y habilidades a los que siguen, y
esta necesidad de tener que transmitir conocimientos es la base
primitiva de la ciencia de hoy. La ciencia sería imposible sin la
sociedad, sin la colectividad.
Quiero
decir que las habilidades, destrezas y conocimientos al ser el
resultado de un largo y laborioso proceso histórico que en un
principio debió de consistir en probar hasta conseguir resultados
aceptables es una herencia común, compartida (pero deliberadamente
olvidada porque el saber sí ocupa lugar) y los depositarios de los
conocimientos acumulaban poder y aunque, en esa tarea alguien
sintetizó enunciando un principio, describiendo funcionamientos,
enumerando consecuencias, el hecho cierto es que, los conocimientos,
las adquisiciones, obedecían, obedecen a la necesidad de encontrar
solución a problemas prácticos y sobre todo, transmitir, comunicar.
Solo, hablando en términos históricos, la investigación teórica,
es de reciente práctica. El ser humano ha comprendido el enorme
poder que confiere el uso del estudio, la investigación, la
teorización, y empieza a lograr un nivel de anticipación, antes,
como mucho, intuido.
Dado
que los conocimientos y habilidades tenían como desencadenantes la
necesidad práctica, era casi obligado que el uso, la capacidad de
desencadenar las fuerzas adquiridas, fuera, es, y hay que impedir que
siga siendo, decisión de un pequeño y reducido número de personas
que se arrogan la acción de liberarlas. Podemos pensar en la energía
nuclear como arma de guerra, o de otro lado, la modificación
genética sobre la vida humana o sobre la fauna y flora porque el
estudio nunca es restringido, una vez comprobado el increíble poder
del conocimiento, ampliándose a cuantas disciplinas, materias se
puedan ir abriendo, y lo que es más importante, la increíble fuente
de poder que arrojan los datos generados desde que la electrónica
combinada con la informática, producen esos espías que cualquier
ciudadano lleva en el bolsillo, los teléfonos móviles, volcando una
increíble fuente de comportamientos humanos guardados, estudiados,
economizados y monetizados sin control, cuando esa fuente de poder,
debería de estar controlada por un consejo internacional bajo la
dirección, al menos, de naciones unidas.
Puesto
que todos estos conocimientos tenían una finalidad práctica,
terminaron siendo recogidos por una élite, siempre vigilante,
siempre el poder, que al usarlos en la actividad práctica encontró
su cauce natural en la actividad industrial, además, movida por la
codicia del beneficio personal, cuando en la mayoría de los casos,
la multitud de procesos desencadenantes tienen su raíz en el
espíritu humano y la intima necesidad de conocer, de preguntar y
preguntarse por los misterios del hecho de vivir. Al hilo de esta
reflexión me viene a la memoria los juegos de ingenio que dieron
lugar a la geometría, en la Grecia clásica, o la agrimensura a la
necesidad de deslindar terrenos anegados por los desbordamientos del
Nilo, en el antiguo Egipto, que podían estar muy alejados del
enriquecimiento venal. Esto me lleva al convencimiento de la
necesidad, el conjunto humano, la humanidad tiene el deber ético de
reclamar el control de esas fuerzas, de esos conocimientos toda vez,
como se trata de demostrar que las fuerzas adquiridas forman el
proceso histórico y las fuerzas productivas que generan los modos de
producción, llegados a este estadio escapan del ámbito local,
nacional repercutiendo en la compleja actividad que sustenta la vida.
Decía
al comienzo que las fuerzas de la naturaleza actúan de acuerdo con
los factores y principios que les son afines, y como nadie se puede
atribuir control o propiedad sobre ellas, el ser humano acepta sus
consecuencias con la resignación propia de saberlas indómitas,
mientras que las fuerzas desencadenadas por los humanos aparentan ser
propiedad de, porque, la sociedad, la gente común, desconocedores
del origen de la propia producción de conocimientos,
los desvaloriza inconscientemente, mientras los poderosos los
guardan, economizan y monetizan. Sería y será imposible nuestra
civilización basada en la tecnología, enfrentada a la naturaleza
sin la sed conocimientos que porta el ser humano. Sin la necesidad de
aprender, tanto el saber codificado en las universidades, como los
conocimientos prácticos derivados de la observación y la
repetición. Que tales fuerzas, producto del largo tiempo evolutivo
de la especie humana, terminara siendo propiedad de los ricos, se ha
debido siempre al celo que siempre muestra el poder de separar el
conocimiento de los ciudadanos corrientes la arrogándose uso y
abuso. Los poderosos han velando siempre el origen común de los
conocimientos, ya que tales se generaron y se generan en el entorno
social, igual, igual, que ahora se guardan los conocimientos, los
comportamientos sociales, antes ignorados —sean estos producidos
colectivamente o individualmente— porque los ricos los poderosos
están en condiciones de poder manipular, interesadamente, los
comportamientos colectivos para mantenerlos bajo control, como antes
se guardaron los conocimientos que posteriormente se ordenaron y
codificaron, comunicándolos a impulsos de protocolos inventados.
Cada
época de la historia ha generado conocimientos que se han traducido
en un determinado modo de producción. El descubrimiento de América
produjo una conmoción en las creencias de la época porque rompía
la creencia de ser, Europa, el viejo mundo (África, Asia, Europa)
los únicos seres creados por Dios. Se comenzó a gestar una dinámica
que rompería con el viejo modo de producción y que traería el
actual modo de producción. Aquel acontecimiento dio la puntilla al
viejo modo de producción feudal.
¿CUANDO
CADUCA UN MODO DE PRODUCCIÓN?
El
actual modo de producción mercantil tiene algunas características
interesantes que lo diferencian de anteriores etapas. Primero, sigue
produciendo avances científicos y tecnológicos, pero
contaminan y destruyen el planeta. Segundo sigue
produciendo mercancías, pero estas no hacen felices a las personas
porque las principales industrias son las industrias de armamento y
la industria financiera que produce ingentes cantidades de dinero
(mercancía) que no utiliza mas que una riquísima minoría.
Tercero, acumulan conocimientos que están en la base genética de la
vida arrogándose atributos y privilegios que nadie les ha
concedido. Cuarto. La fuerza de trabajo, antes, motor de la
producción pierde relevancia y un exceso de población ociosa es el
material necesario para desgastarlo en matanzas guerreras.
Probablemente
podríamos seguir añadiendo algunos más, pero estos son
suficientemente explícitos y peligrosos para colmar la importancia
de, digamos, las causas que señalan el punto de referencia para
explicar cuando un modo de producción ha cumplido una función
histórica.
Decíamos
antes que le descubrimiento de América supuso una ruptura que hizo
vacilar las creencias de la época acabando con el viejo modo de
producción feudal. ¿Qué horrores necesitamos conocer para
aceptar que el modo de producción de mercancías, su modo de generar
comportamientos agresivos, egoístas, insolidarios y acaparadores nos
llevan a la catástrofe? ¿Una guerra nuclear que elimine
tres mil millones de vidas humanas?
Las
fuerzas productivas “turbo” que han terminado uniendo,
centralizando, globalizando, el mundo, están destruyendo el habitat
común y las nuevas generaciones están tomando nota del mundo que
les dejamos. Los pueblos —Chile, Beirut, Ecuador, Francia— toman
consciencia de la miseria generada por los dueños (en realidad, los
dueños, por los avatares de la historia, no son más que los
administradores de los recursos comunes, pero su avaricia
codiciosa carentes de ética, terminó por hacerles creer que habían
sido nombrados por Dios, dueños y señores de vidas y haciendas), y
el hecho de escribir la historia les ha proporcionado su legitimidad.
Esta realidad nos lleva a la pregunta del comienzo de este tramo del
argumento, ¿cuando caduca un modo de producción? Y la respuesta se
deriva del hecho suponer un obstáculo que hay que demoler
porque impide el progreso del espíritu humano, que supone un
empobrecimiento moral y cultural de la humanidad, frenada
conscientemente desde el poder.
Ahora
es el momento de educar, enseñar y convencer a las nuevas
generaciones que ese movimiento que comenzó la joven Greta Thunberg,
manipulada por los contaminadores se extienda, volviéndose en contra
de los contaminadores, explicando que para que el planeta pueda ser
un sano habitat, hay que impedir que los contaminadores puedan seguir
fabricando armas, inventos que
envenenan no solo materialmente sino también espiritual y
mentalmente, produciendo dinero desvalorizado que empobrece y
miserabiliza en medida creciente.
Expropiar
a los expropiadores no puede ser solo una batalla basada en la ira,
la rabia, sino que tiene que ser una dura y agotadora lucha por
educar y convencer que el modo de producción mercantil contamina no
solo físicamente sino también,
al generar un determinado modo de vida, deshumaniza y
desespiritualiza al ser humano de su esencia más noble y delicada,
los sentimientos que impulsaron el ansia de conocer, investigar,
aprender, descubrir, aquello que nos hizo civilizados, cultos,
compasivos, solidarios. Las relaciones de propiedad, la
relación de la sociedad con las fuerzas que esta genera no puede
quedar en manos de una élite,
la sociedad, la
humanidad tiene que ser consciente para tomar decisiones acertadas.
POR ESO HAY QUE EXPROPIAR A LOS EXPROPIADORES.
El
cosmos produjo inteligencia en uno de sus muchos y desconocidos
sistemas, el nuestro.
Hubieron de pasar millones de años para producir el modelo de
inteligencia que nos es familiar, la humana.
En este proceso, los seres humanos, dispersos en el primitivo
planeta, desconociéndose mutuamente, se fueron acercando,
conociendo, descubriendo, mientras se combatían, para llegar a
comprender que no eran tan diferentes los unos de los otros. Hemos
hecho el trabajo más duro, difícil y peligroso para descubrir
nuestra semejanza.
¿Dejaremos que una élite, los dueños, de hecho, los
administradores, nos priven
de nuestro derecho a decidir el mundo que queremos? Es hora de
empezar a escribir nuestra historia, y tal vez, si en el cosmos se
produjo inteligencia en otros sistemas, ¿nos pasará-les pasará
como a nosotros en el primitivo planeta Tierra? ¿Descubriremos
monstruos interplanetarios? ¿Acaso nos sorprenderán las semejanzas?
¿Terminaremos reconociéndonos? ¿Cual es el sentido de la vida? ¿Ha
de tener sentido? ¿La vida? ¿El cosmos?
jmrmesas
dos de enero de dos mil veinte
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