jueves, 2 de enero de 2020

UN LEVE APUNTE TEÓRICO








UN LEVE APUNTE TEÓRICO


¿Existe vida inteligente en el universo, más allá de la que se supone, existe en este martirizado planeta? Digamos sí, puesto que sesudos investigadores consideran la posibilidad. La siguiente cuestión sería: ¿Cual es el sentido de la vida? ¿Ha de tener sentido? ¿La vida? ¿El cosmos?

Bastaría que un solo pensante, en el inmenso espacio cósmico, se hiciera esta reflexión para despertar la necesidad de encontrar esta incógnita. Dejaremos abierta la cuestión, no sin antes abrir otra peliaguda reflexión. Lógicamente, puestos a conjeturar, supondremos que esas otras vidas inteligentes, en la vastedad del espacio quieren encontrar respuestas.

BUSCAR, PREGUNTAR, INVESTIGAR

Las fuerzas de la naturaleza actúan de acuerdo con los factores y principios que les son afines, por lo tanto, una vez liberada, sus efectos tomaran los caminos que les son propicios sin entender de fronteras ni acuerdos. Actúan libremente hasta lograr disminuir las tensiones que las hicieron despertar, encontrando un equilibrio de incierta durabilidad.

La humanidad ha ido adquiriendo conocimientos y habilidades en el largo curso de la historia consiguiendo acrecentar la capacidad de manipular y desencadenar fuerzas que traspasan los medios que las ponen en funcionamiento y cuyos efectos escapan de las fronteras en cuyo interior se generan.

Sobrevivir ha excitado la necesidad de saber, conocer, buscar y este proceso supone transmitir, legar saberes y habilidades a los que siguen, y esta necesidad de tener que transmitir conocimientos es la base primitiva de la ciencia de hoy. La ciencia sería imposible sin la sociedad, sin la colectividad.

Quiero decir que las habilidades, destrezas y conocimientos al ser el resultado de un largo y laborioso proceso histórico que en un principio debió de consistir en probar hasta conseguir resultados aceptables es una herencia común, compartida (pero deliberadamente olvidada porque el saber sí ocupa lugar) y los depositarios de los conocimientos acumulaban poder y aunque, en esa tarea alguien sintetizó enunciando un principio, describiendo funcionamientos, enumerando consecuencias, el hecho cierto es que, los conocimientos, las adquisiciones, obedecían, obedecen a la necesidad de encontrar solución a problemas prácticos y sobre todo, transmitir, comunicar. Solo, hablando en términos históricos, la investigación teórica, es de reciente práctica. El ser humano ha comprendido el enorme poder que confiere el uso del estudio, la investigación, la teorización, y empieza a lograr un nivel de anticipación, antes, como mucho, intuido.

Dado que los conocimientos y habilidades tenían como desencadenantes la necesidad práctica, era casi obligado que el uso, la capacidad de desencadenar las fuerzas adquiridas, fuera, es, y hay que impedir que siga siendo, decisión de un pequeño y reducido número de personas que se arrogan la acción de liberarlas. Podemos pensar en la energía nuclear como arma de guerra, o de otro lado, la modificación genética sobre la vida humana o sobre la fauna y flora porque el estudio nunca es restringido, una vez comprobado el increíble poder del conocimiento, ampliándose a cuantas disciplinas, materias se puedan ir abriendo, y lo que es más importante, la increíble fuente de poder que arrojan los datos generados desde que la electrónica combinada con la informática, producen esos espías que cualquier ciudadano lleva en el bolsillo, los teléfonos móviles, volcando una increíble fuente de comportamientos humanos guardados, estudiados, economizados y monetizados sin control, cuando esa fuente de poder, debería de estar controlada por un consejo internacional bajo la dirección, al menos, de naciones unidas.

Puesto que todos estos conocimientos tenían una finalidad práctica, terminaron siendo recogidos por una élite, siempre vigilante, siempre el poder, que al usarlos en la actividad práctica encontró su cauce natural en la actividad industrial, además, movida por la codicia del beneficio personal, cuando en la mayoría de los casos, la multitud de procesos desencadenantes tienen su raíz en el espíritu humano y la intima necesidad de conocer, de preguntar y preguntarse por los misterios del hecho de vivir. Al hilo de esta reflexión me viene a la memoria los juegos de ingenio que dieron lugar a la geometría, en la Grecia clásica, o la agrimensura a la necesidad de deslindar terrenos anegados por los desbordamientos del Nilo, en el antiguo Egipto, que podían estar muy alejados del enriquecimiento venal. Esto me lleva al convencimiento de la necesidad, el conjunto humano, la humanidad tiene el deber ético de reclamar el control de esas fuerzas, de esos conocimientos toda vez, como se trata de demostrar que las fuerzas adquiridas forman el proceso histórico y las fuerzas productivas que generan los modos de producción, llegados a este estadio escapan del ámbito local, nacional repercutiendo en la compleja actividad que sustenta la vida.

Decía al comienzo que las fuerzas de la naturaleza actúan de acuerdo con los factores y principios que les son afines, y como nadie se puede atribuir control o propiedad sobre ellas, el ser humano acepta sus consecuencias con la resignación propia de saberlas indómitas, mientras que las fuerzas desencadenadas por los humanos aparentan ser propiedad de, porque, la sociedad, la gente común, desconocedores del origen de la propia producción de conocimientos, los desvaloriza inconscientemente, mientras los poderosos los guardan, economizan y monetizan. Sería y será imposible nuestra civilización basada en la tecnología, enfrentada a la naturaleza sin la sed conocimientos que porta el ser humano. Sin la necesidad de aprender, tanto el saber codificado en las universidades, como los conocimientos prácticos derivados de la observación y la repetición. Que tales fuerzas, producto del largo tiempo evolutivo de la especie humana, terminara siendo propiedad de los ricos, se ha debido siempre al celo que siempre muestra el poder de separar el conocimiento de los ciudadanos corrientes la arrogándose uso y abuso. Los poderosos han velando siempre el origen común de los conocimientos, ya que tales se generaron y se generan en el entorno social, igual, igual, que ahora se guardan los conocimientos, los comportamientos sociales, antes ignorados —sean estos producidos colectivamente o individualmente— porque los ricos los poderosos están en condiciones de poder manipular, interesadamente, los comportamientos colectivos para mantenerlos bajo control, como antes se guardaron los conocimientos que posteriormente se ordenaron y codificaron, comunicándolos a impulsos de protocolos inventados.

Cada época de la historia ha generado conocimientos que se han traducido en un determinado modo de producción. El descubrimiento de América produjo una conmoción en las creencias de la época porque rompía la creencia de ser, Europa, el viejo mundo (África, Asia, Europa) los únicos seres creados por Dios. Se comenzó a gestar una dinámica que rompería con el viejo modo de producción y que traería el actual modo de producción. Aquel acontecimiento dio la puntilla al viejo modo de producción feudal.


¿CUANDO CADUCA UN MODO DE PRODUCCIÓN?

El actual modo de producción mercantil tiene algunas características interesantes que lo diferencian de anteriores etapas. Primero, sigue produciendo avances científicos y tecnológicos, pero contaminan y destruyen el planeta. Segundo sigue produciendo mercancías, pero estas no hacen felices a las personas porque las principales industrias son las industrias de armamento y la industria financiera que produce ingentes cantidades de dinero (mercancía) que no utiliza mas que una riquísima minoría. Tercero, acumulan conocimientos que están en la base genética de la vida arrogándose atributos y privilegios que nadie les ha concedido. Cuarto. La fuerza de trabajo, antes, motor de la producción pierde relevancia y un exceso de población ociosa es el material necesario para desgastarlo en matanzas guerreras.

Probablemente podríamos seguir añadiendo algunos más, pero estos son suficientemente explícitos y peligrosos para colmar la importancia de, digamos, las causas que señalan el punto de referencia para explicar cuando un modo de producción ha cumplido una función histórica.

Decíamos antes que le descubrimiento de América supuso una ruptura que hizo vacilar las creencias de la época acabando con el viejo modo de producción feudal. ¿Qué horrores necesitamos conocer para aceptar que el modo de producción de mercancías, su modo de generar comportamientos agresivos, egoístas, insolidarios y acaparadores nos llevan a la catástrofe? ¿Una guerra nuclear que elimine tres mil millones de vidas humanas?

Las fuerzas productivas “turbo” que han terminado uniendo, centralizando, globalizando, el mundo, están destruyendo el habitat común y las nuevas generaciones están tomando nota del mundo que les dejamos. Los pueblos —Chile, Beirut, Ecuador, Francia— toman consciencia de la miseria generada por los dueños (en realidad, los dueños, por los avatares de la historia, no son más que los administradores de los recursos comunes, pero su avaricia codiciosa carentes de ética, terminó por hacerles creer que habían sido nombrados por Dios, dueños y señores de vidas y haciendas), y el hecho de escribir la historia les ha proporcionado su legitimidad. Esta realidad nos lleva a la pregunta del comienzo de este tramo del argumento, ¿cuando caduca un modo de producción? Y la respuesta se deriva del hecho suponer un obstáculo que hay que demoler porque impide el progreso del espíritu humano, que supone un empobrecimiento moral y cultural de la humanidad, frenada conscientemente desde el poder.

Ahora es el momento de educar, enseñar y convencer a las nuevas generaciones que ese movimiento que comenzó la joven Greta Thunberg, manipulada por los contaminadores se extienda, volviéndose en contra de los contaminadores, explicando que para que el planeta pueda ser un sano habitat, hay que impedir que los contaminadores puedan seguir fabricando armas, inventos que envenenan no solo materialmente sino también espiritual y mentalmente, produciendo dinero desvalorizado que empobrece y miserabiliza en medida creciente.

Expropiar a los expropiadores no puede ser solo una batalla basada en la ira, la rabia, sino que tiene que ser una dura y agotadora lucha por educar y convencer que el modo de producción mercantil contamina no solo físicamente sino también, al generar un determinado modo de vida, deshumaniza y desespiritualiza al ser humano de su esencia más noble y delicada, los sentimientos que impulsaron el ansia de conocer, investigar, aprender, descubrir, aquello que nos hizo civilizados, cultos, compasivos, solidarios. Las relaciones de propiedad, la relación de la sociedad con las fuerzas que esta genera no puede quedar en manos de una élite, la sociedad, la humanidad tiene que ser consciente para tomar decisiones acertadas. POR ESO HAY QUE EXPROPIAR A LOS EXPROPIADORES.

El cosmos produjo inteligencia en uno de sus muchos y desconocidos sistemas, el nuestro. Hubieron de pasar millones de años para producir el modelo de inteligencia que nos es familiar, la humana. En este proceso, los seres humanos, dispersos en el primitivo planeta, desconociéndose mutuamente, se fueron acercando, conociendo, descubriendo, mientras se combatían, para llegar a comprender que no eran tan diferentes los unos de los otros. Hemos hecho el trabajo más duro, difícil y peligroso para descubrir nuestra semejanza. ¿Dejaremos que una élite, los dueños, de hecho, los administradores, nos priven de nuestro derecho a decidir el mundo que queremos? Es hora de empezar a escribir nuestra historia, y tal vez, si en el cosmos se produjo inteligencia en otros sistemas, ¿nos pasará-les pasará como a nosotros en el primitivo planeta Tierra? ¿Descubriremos monstruos interplanetarios? ¿Acaso nos sorprenderán las semejanzas? ¿Terminaremos reconociéndonos? ¿Cual es el sentido de la vida? ¿Ha de tener sentido? ¿La vida? ¿El cosmos?

jmrmesas

dos de enero de dos mil veinte










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