LA
CONFERENCIA
LA
BUENA GENTE ESPERA OTRA COSA
La
buena gente es el votante confiado de izquierda, que aún guarda
fidelidad al psoe por un sentimiento de cariño hacia sus mayores; es
esa gente que cree en la buena voluntad de los dirigentes, de derechas y de izquierdas, ignorando
que tras la apariencia amable hay una feroz lucha económica, que la
política maquilla con habilidad y de la que se cuidan mucho de
desvelar en toda su dimensión. La situación en España pasa por contrarrestar toda la presión que desarrolla el partido popular para evitar que se
descubra la trama de la financiación fraudulenta del partido de la
burguesía queriéndolo reducir al enriquecimiento ilegal de su ex
tesorero encarcelado, y si la situación se pusiera muy difícil, de
sus tesoreros.
Esta
es la principal batalla, que nadie se atreve a dar, porque la
corrupción es el principio y final sobre el que se ha construido
el Estados de la autonomías
que sucedió a la
dictadura, y que informa
y vertebra todo el Estado, empezando
por la cabeza, por eso,
resulta más que difícil, increíble, que de la próxima conferencia
pueda salir alguna decisión que valga para acabar con este
esperpento. Me referiré a dos notables, entre las nuevas figuras del
partido, entrevistados en Público, y que en mi opinión expresan la
contradicción fundamental de la socialdemocracia; en la primera
hecha a
García-Page
,
alcalde de Toledo y
esperanza de recuperación de la autonomía castellano manchega, que
en un momento de la misma plantea su confianza en la compatibilidad
del Estado de bienestar y el mercado,
Yo creo que tenemos que tomar parte definitiva
por el Estado del bienestar aun asumiendo las reglas del mercado,
terminando la frase con la siguiente reflexión, El PSOE
tiene que asumir que tiene que alejarse por completo de la
especulación. Si hay una lección que se puede aprender de esta
crisis es que hay que civilizar los mercados.
He de suponer
que esta persona conoce la historia de su partido, sus ideas y le
supongo informado a cerca de los planes del capital financiero
internacional para acabar con el Estado de bienestar, y sin embargo,
como lo demuestra la historia de la socialdemocracia a lo largo de
todo el siglo xx, ha sido y sigue siendo esa dependencia simbiótica
entre dos clase antagónicas, por lo tanto, incompatibles, lo que ha
hecho fracasar, frustrar cada intento de los choques sociales de
alcanzar un nivel superior, un peldaño que asegurar, en la lucha
contra la explotación, contra el expolio. Votaron los créditos de
guerra, con sus burgueses; callaron cuando los fascistas asesinaron a
Luxenburgo y Liebknecht, apoyaron a la burguesía contra la
revolución de la socialdemocracia rusa, que luego fue el origen del
comunismo, asumieron los crímenes de la OTAN en territorio europeo,
callaron ante la hecatombe indonesia perpetrada en Yakarta, se
obstinan en querer demostrar un cierto progresismo del capital
civilizando los mercados
cuando precisamente ese deseo socialdemócrata es el fracaso de la
ideología y la política de la socialdemocracia, la lección que la socialdemocracia se niega a aprender, en todo el mundo.
La socialdemocracia persigue algo antitético, que a lo largo del
siglo xx no ha hecho sino de cómplice de los asesinatos cometidos
por las huestes de la burguesía, empeñada en no quererse enterar
que el capital, solo ha transigido con las conquistas sociales que se
resumen en el Estado de bienestar cuando se ha sentido débil para
poder anularlas, y ahora, existe una situación crítica en la que la
burguesía necesita dar un giro en la historia, porque aunque todo
parezca como en el pasado, la realidad es completamente diferente
porque las fuerzas productivas actuales se han divorciado
de la fuerza de trabajo en un
grado de profundidad insoldable, irrellenable, a menos que la estructura social
cambie en la misma proporción, y eso no lo plantean las fuerzas
políticas, porque desde la izquierda no se atreven por el terrible
abandono teórico y político, y desde la derecha, la burguesía no
puede porque admitir que la sociedad actual se encuentra en un
callejón sin salida, equivale a reconocer su declive como clase
rectora.
El proyecto
para ilusionar del que habla el secretario de organización de los
socialistas es tan vacío, que precisamente por eso carece de
cualquier atractivo capaz de movilizar, porque lo que la buena gente
que les vota, cada vez menos,
esperan es que los dirigentes socialistas den la batalla para
demostrar que el psoe no fue el único partido que se financió
ilegalmente, que es algo que la derecha política no cesa de
refregarselo por las narices a los socialistas, en cuanto les ponen
un micrófono delante, sino que se movilicen para contrarrestar la
presión que ejercen los populares en todos los ámbitos políticos y
de la magistratura para dar carpetazo al caso Bárcenas, en el
entendimiento que se juzga a un individuo y no a un partido, cuando es eso precisamente lo que hay que demostrar, porque eso se llevará por delante la ficción de la transición. Esa es
la batalla que espera la buena gente, porque de ese modo se hace
justicia a toda la militancia socialista. Todo el dispositivo en
España se resume y concentra en esa batalla que demuestra la
financiación fraudulenta del partido popular que es el fracaso del
Estado que sucedió a la dictadura de Franco. Si a eso se une una
situación internacional dependiente de la enorme deuda
estadounidense, en la que la burguesía yanki oscila entre
incrementar el techo de la deuda o dejar quebrar el Estado, porque la
burguesía de Estados Unidos, aún se volvería más rica, podemos
decir que ninguno de los pronósticos que auguran el fin de la
crisis, aciertan. Todo parece indicar que nos hallamos en la línea
de salida de una nueva etapa, por la que el mundo tiene que transitar para abordar los problemas que plantean las fuerzas productivas, en el nuevo siglo iniciado.
jmrmesas
ocho de noviembre de dos mil trece
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