IRONIAS
NUCLEARES
O
LOS
PROBLEMAS DE NUESTRO TIEMPO QUE NO RESOLVERA EL CAPITALISMO
Felipe González. "A veces le digo a Alfredo, cuando hablamos como vamos a tener que cambiar expectativas diciendo claramente: 'Tenemos que competir en esta economía, no va a haber otra'. En España y en Europa"
Felipe González. "¿Cómo es posible que se haya producido la catástrofe social que estamos viviendo? No solo es el paro. Está en crisis el sistema educativo, de investigación de pensiones... La distribución del ajuste ha sido brutalmente desigual"
Soraya Rodríguez. "Los socialistas europeos sabemos que los mercados deben de ser regulados. Los tótems de los mercados de 'cuanto menos regulación mejor', son los que nos han llevado a esta situación. No podemos hablar de internacionalización del socialismo sin hablar del mercado"
Soraya Rodríguez. "Cuando el mercado es transnacional, ¿Qué es la ciudadanía? Sabe que hay decisiones que no pueden tomar sus gobiernos aunque en definitiva es a quien interpelan"
Felipe González. "En la crisis de gobernancia de la crisis, el G-20 no operó salvo en el rescate de las grandes entidades financieras. En Estados Unidos, los bancos están devolviendo las ayudas al Estado. Aquí el ministro dice que da por perdidos 40.000 millones de euros"
Son
algunas reflexiones que se hicieron en la conferencia del PSOE, pero
lo que mejor expresa la disposición de los socialistas para corregir
la distribución
brutalmente desigual,
según dijo el propio Felipe González, que ha supuesto la crisis,
son las palabras de José Bono en la COPE: "Para
gobernar en España prefiero entenderme en momentos de dificultad con
el PP que con el señor Cayo Lara"
porque ese es el fondo de la socialdemocracia, es la razón por la
que en Alemania apoyan a Merkel, la razón por la que en Francia no
se atreven a cumplir las tímidas reformas prometidas en la campaña
electoral por Hollande y por las cuales, en España, la conferencia
no supondrá ninguna mejora o ventaja para las clases más débiles,
porque la colaboración con los partidos de la burguesía generan
leyes farragosas que empiezan y terminan asegurando el dominio de la
economía de mercado, porque
no hay otra,
ni
voluntad de cambiarla,
añado,
por eso, la reflexión de García-Page, que aludí en mi anterior
apunte,
ha estado ausente en la conferencia, porque para civilizar a los
mercados hay que regularlos y esa regulación hay que ganarla en la
calle, en abierta oposición, en abierta hostilidad con los partidos
de la burguesía, disputándoles
el derecho de propiedad,
que eso es lo que hacen los
mercados
con las privatización de lo público, con nuestras conquistas
sociales, con nuestras casas, por eso, la socialdemocracia son los
guarda-espaldas de la burguesía.
No
es verdad que la socialdemocracia tenga voluntad de hacer política
socialista, porque para hacer tal cosa hay que cortar con la
burguesía y su economía explotadora, porque sí, es
posible otro tipo de economía,
y si no lo fuera porque socialmente no vieran el modo, tendrían que
decirlo abiertamente, pero al no hacerlo reconocen, implicitamente,
su deseo de unirse al enemigo de clase, a ese reducidísimo uno por
ciento que posee casi la propiedad de medio planeta, y eso significa
que
todo el siglo xx,
que
fue la apuesta de la socialdemocracia para avanzar hacia el
socialismo a través de
la
vía parlamentaria,
ha
fracasado
al carísimo precio de formar piña con la burguesía contra la
revolución rusa, callando ante matanzas de la burguesía para
defender la sociedad de mercado, la libre empresa -la desregulación
de los mercados, señora Soraya Rodríguez- , no dio ni ha dado ni
está dando el fruto apetecido y se ha retrocedido en todos los
terrenos, sin que hayan sacado conclusiones de su apuesta reformista,
de
su apego a respetar los modos burgueses, cuando los burgueses ofenden
nuestras vidas, con desprecio.
Es
toda una ironía siniestra que Japón, el primer Estado, la primera
nación en ser bombardeada con la bomba atómica, esté
experimentando un desastre nuclear como el de Fukushima, pero lo
irónico del caso es que el océano esté devolviendo la
contaminación nuclear a la nación agresora, primera nación, hasta
el momento, la única, en emplear la energía nuclear con fines
belicosos, que recibe en sus costas, California, Oregon, Washintong,
y de rebote, Canadá, agua radiactiva. Que, ¿Qué tiene que ver esto
con la socialdemocracia? Probablemente también habría que
preguntarse que tendría que ver esto con una explosión de grisú en
un mina, o por qué ha tenido que haber 10000 victimas por un tifón,
en Filipinas, o por qué un modestísimo empresario
-esto de llamar empresario, a un modesto trabajador autónomo, sin
mayor aclaración, tiene su morbo justificante- lo puede matar a
golpes, en plena calle, la fuerza pública, -mossos de escuadra- de
una autonomía, que pretende la independencia,
también tiene su veta irónica, viniendo a confirmar el fracaso de
la socialdemocracia en su afán de civilizar
a los mercados,
pues a mayor denuedo socialista, mayor retroceso social, mayor
pérdida de influencia ciudadana.
La lógica de la producción mercantil, del
modo de producción de mercancías es el incremento de la ganancia,
por lo tanto evalúa como hipotéticos ciertos factores de coste cuya
incidencia en el proceso de producción pueden ser infinitesimales, y
así, se evaluó la posibilidad de un terremoto de la magnitud del
acontecido en Fukushima, y en consecuencia, al ocurrir, el ahorro se
convierte en una insoportable carga que no recae sobre los
responsables que tomaron la decisión, sino sobre la sociedad y sobre
los directos afectados, porque en el curso del proceso de desarrollo,
quienes deben asegurar la salud de los más directos a ser afectados
por la exposición, se pliegan aceptando las valoraciones de los que
priman el ahorro sobre la vida y la seguridad de la sociedad.
Este esquema de funcionamiento, de concepción,
se extiende en toda su amplitud, sobre todo, en lo relacionado a la
seguridad en el trabajo; en todo aquellos objetos, bienes, mercancía
disponible para el consumo de la mayoría, la cual, al estar enfocada
con ánimo de cubrir los estándares mínimos imprescindibles, fallan
al menor contratiempo, incluso en sociedades avanzadas como Nueva
York, por ejemplo, el huracán Sandy, el año pasado, dejó a cientos
de personas sin hogar, muchas de las cuales aún siguen sin haberse
recuperado, porque las construcciones son débiles. Ocurre en
terremotos o huracanes en las sociedades donde el desarrollo
industrial llegó más tarde, donde el respeto por la vida es un
indice de coste, que solo se valora en periodos electorales, lo que
equivale a desestimar al ser humano asimilándolo a mercancía solo
considerada persona en el breve intervalo de la duración de la
campaña, y cuando esto ocurre, el acontecimiento geológico, sea un
terremoto, Haití, Chile, un huracán, Nueva Orleans, Nueva York,
Filipinas, se convierte en una catástrofe humanitaria, en la que los
precedentes se acumulan sin extraer conclusiones.
La globalización, aludida por Felipe González,
no solo es un factor contable en los balances de las empresas
transnacionales, que digo yo, es sobre todo un factor de coste que
la humanidad asume cuando ocurren catástrofes como la de Fukushima
-o Chernobil, en cuyo centro de control, parece que estaba Homer
Simpson, y ya se sabe, los sistemas automáticos son estupendos
mientras marchan bien; cuando algo va mal, no vale saber darle a tal
o cual interruptor, o mover tal palanca, para salir del paso, ni
golpear con el indice el vidrio del indicador, un tic en el
que suele caer hasta el más preparado de los técnicos, tratando de
buscar respuestas mentales al esquema que guardas en la memoria,
queriendo averiguar qué rayos le pasa al invento- es una
consecuencia de unas fuerzas productivas que salieron del ámbito
estatal, nacional, en los últimos trescientos años,
y que hasta comienzos del siglo xx, parecían
controlables desde el Estado nacional, pero como ha demostrado el
mismo siglo, la solución cada vez es menos local para ir asumiendo
dimensiones, cada vez más profundas, en todos los ámbitos, y en el
ámbito de la energía nuclear, la magnitud de la fuerza rebasa la
capacidad de un usuario concreto para comprometer al conjunto humano,
porque el dilema se plantea entre el uno por ciento y el noventa y
nueve restante, si se quiere, entre el 25 por ciento y el 75
restante, porque el interés histórico se plantea en esos términos,
y en la conferencia, ni fuera de la conferencia, la socialdemocracia,
es capaz de explicar esta contradicción.
Es cierto que la sociedad no es homogénea, que
existen clases y capas intermedias, pero el hecho de que no sea
homogénea, presentando estratos con distintos niveles de renta -en
España, un 28 por ciento de hogares solo cuenta con un solo ingreso,
y este es el de un pensionista, y Bruselas estima que el riesgo de
pobreza y exclusión social, en España, es de un 28 por ciento, que
no deja de ser coincidencia-, pero que para algunos, la crisis sea
una oportunidad de ser más rico; que otros, es posible que casi no
lo noten, no significa que para el conjunto del país, para el
conjunto de la sociedad europea, la crisis, esta crisis, es la
antesala de un desastre mayor, porque la respuesta que hay que
dar no es una a la medida de cada estrato social, es una respuesta
que responda al interés del conjunto, y este no es el del uno por
ciento, ni del 25 por ciento, es el del 75 por ciento. La pequeña
burguesía puede ser la fuerza de choque de los mercados contra
las clases más desfavorecidas, o puede ser, ya lo es, el
entramado de cuadros de partidos y sindicatos, pero la respuesta que
hay que dar no puede estar condicionada por estas clases intermedias,
pues el fascismo triunfó en Europa porque la izquierda no tenía
una política capaz de proponer abiertamente un cambio de modelo,
contra el capitalismo, de ahí que Hitler, Musolini, Franco se
apoyaran en la pequeña burguesía para mantener y reforzar el viejo
orden, por eso, la socialdemocracia no está dando la medida, que
históricamente es necesario dar, porque actualmente, las fuerzas
productivas se ha separado de la fuerza de trabajo, y como
históricamente las fuerzas productivas y la fuerza de trabajo eran
una misma cosa, siempre disponible por una élite minoritaria, las
consecuencias de las luchas por el reparto del mundo, tenían la
solución napoleónica, una noche de sexo en París de su
ejercito, pero actualmente, ni siquiera el objetivo es poblacional,
es el modelo de sociedad del futuro en el que el trabajo, la
fuerza de trabajo ya no puede ser agotada, desactivando toda
la etapa vital de masas de individuos, de sociedades avanzadas,
como la europea, o norteamericana -Méjico, Estados Unidos, Canadá-
BRIC, etc., por eso, en algún apunte anterior mencioné la necesidad
de la internacional, de la necesidad de dar respuesta a la economía
a través de un congreso de fundación de la internacional en el que
el partido presentara un proyecto de la sociedad futura, convocando
junto a los delegados, a los economistas afines para discutir las
líneas maestras, los criterios de funcionamiento de una economía al
servicio de la humanidad, no al servicio de los mercados,
no al servicio de las 147 transnacionales, que condicionan la
economía, porque los problemas de nuestro tiempo son los que
menciono, al menos, como yo lo veo, y de eso no se discutió en la
conferencia, ni fuera de la conferencia, ni en España, ni en Europa,
y los mercados, están preparando la solución,
¿Adivinan? Exacto. Guerra
jmrmesas
doce de noviembre de dos mil trece
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