jueves, 8 de marzo de 2012

LOS LIMITES DEL DERECHO DE PROPIEDAD


QUE ES LA REVOLUCION

A estas alturas de la crisis económica, casi no merece la pena entretenerse en disquisiciones sobre si ahorrar (para los mercados), o incrementar la inversión en la economía productiva, porque en los medios hay análisis suficientes como para que cualquier persona interesada pueda hacerse una idea, según sus preferencias, más sin embargo, no encuentro ningún artículo, en la prensa nacional e internacional en el que se plantee si la decisión sobre la cuestión habría de ser enfocado con una perspectiva más amplia que la de los estrictos analistas y los mercados, propugnan.

Hay una percepción muy extendida, de que esta crisis es un atraco monumental, de los poderosos banqueros del mundo -mercados-, de lo que se ha dado en llamar, economía de casino, por lo que una, cada vez mayor, porción de la ciudadanía mundial, se considera agraviada, expoliada, agredida en su modo de vida cotidiano, aunque no manifieste, explícitamente la opinión porque desde los centros de poder y desde todo el entramado que forma el stablishment, se acepta dogmáticamente, que para funcionar bien es necesario que los bancos funcionen bien, y funcionar bien quiere decir, que sus ganancias no mengüen, aunque para ello haya de perecer medio mundo.

Desde esta perspectiva, claramente comprendida por los poderosos, que pueden ser calificado con todos los epítetos menos con el de estúpido, se valora la idea de una guerra como medio de desactivar ese sentimiento rebelde de percibir el atraco sin poder oponer ninguna alternativa que no sea la del pataleo porque desde las direcciones de la izquierda oficial, otra parte del stablishment, las propuestas que se pregonan son anodinas y respetuosas con el sistema.

El sistema, el modo de producción mercantil, operando sin más control que su propio criterio, dejó de ser útil en la medida que la mercancía, producida en cantidades colosales, el dinero, se ha convertido en instrumento de dominio y control de la sociedad, por una élite reducida que dicta a los gobiernos amigos, qué política han de aplicar para que la maquinaria -el sistema- pueda seguir funcionando, pero esta economía de casino se ha convertido en un siniestro juego de monopoly mundial, donde unos potentados compran tierras en África para sembrar biocombustibles, aunque la población local esté famélica, u otros, en Perú, agoten y contaminen recursos hídricos, alterando la zona para extraer minerales, oro, que es una buena baza, en cualquier momento, pero que en tiempos de crisis, es el mejor aval de riqueza, y aunque el modo de producción dejó de ser útil para la sociedad, nadie lo dice porque eso potenciaría las expectativas revolucionarias, y nada mejor contra eso que una guerra, y hay que estar muy prevenidos porque la visita de Netanyahu a Obama, no es sino el acuerdo para fijar día y hora para agredir a Irán.

Estamos viviendo tiempos revolucionarios, que comúnmente se entienden solo en el sentido político, pero que hoy por hoy hay que entenderlo con un criterio más profundo porque no atañen solo a los comportamientos políticos sino que abarca todo el amplio espectro de comportamientos sociales en la medida que todos los clichés, que sirven de modelo para articular la vida de las gentes, por la propia dinámica de las cosas, de una u otra manera se revisan continuamente, y este es el verdadero sentido de los tiempos de revolución, de cambios profundos de las estructuras sociales, por eso, una guerra es, pese al caos y a la destrucción que causa, un paliativo frente a la revolución, porque la guerra no afecta a la estructura de poder con la misma intensidad y profundidad que la revolución, que por su propia naturaleza afecta profunda e intensamente a la estructura de poder, en todas sus manifestaciones, pues el viejo orden perdió toda su influencia y capacidad orgánica, y el nuevo poder naciente está constantemente siendo cuestionado hasta que el proceso de cambios empieza a sedimentarse, por eso, el complejo militar-industrial opta por la guerra, dando a Netanyahu el consentimiento para que este pueda atacar, en el momento oportuno, que será cuando los procesos revolucionarios, árabes y norteafricanos se intensifiquen, o si la ciudadanía europea se revelara contra los planes de austeridad que han diseñado los mercados.

Pero desde ninguna parte de la izquierda se previene contra esto, ni se analizan sus porqués y consecuencias ante al falta, irónicamente, en tiempos de movimientos globales, de la necesaria perspectiva mundial, en el que tienen lugar los hechos presentes.

Todo los dirigentes del mundo se atrincheran en el ámbito local para hacer política, sin ni siquiera atreverse a sacar la cabeza fuera, como no sea para llevarla de paseo a alguna cumbre internacional, en la que ya está todo amañado, hablando sin parar de recortes y de exprimir a Grecia, pero en mayo del año pasado la deuda USA era de 14,3billones de dólares y hoy, en el momento de hacer este apunte,la deuda USA es de 15,5 billones de dólares, en nueve meses la deuda USA ha crecido 1,2 billones de dólares, sin que nadie diga nada, y eso que el señor Obama se comprometió con los republicanos a recortar la deuda en 4 billones de dólares, si logra un segundo mandato, pero Grecia debe pagar, sin que nadie repare en semejante crimen, mientras los mercados siguen empeñados en poner condiciones a un país asfixiado por la deuda de sus gobernantes y gestores, que, además, sacaron sus beneficios a los paraísos fiscales, dejando el pufo a la ciudadanía, y mientras esta, sus dirigentes, los políticos y los gobernantes no hacen sino dar vueltas a la noria, pues no otra cosa es ver la política local sin querer entrar en los múltiples lazos que unen lo nacional con lo internacional, la nación, es decir, los trabajadores, funcionarios, ciudadanos, deben de padecer las calamidades derivadas de este expolio global.

Es necesario que la ciudadanía del mundo se haga oír y entender, que no son simples paganos, simples pagadores de la crisis, elementos susceptibles de ser recortados, entontecidos por la letanía de vivir por encima de las posibilidades, cuando la mitad del mundo vive con menos de 2 dólares al día, pero además, la ciudadanía debe estar claramente apercibida de que el funcionamiento del mundo, en cualquiera de sus manifestaciones cotidianas se debe a la constante creación de riqueza, generada por el esfuerzo social y financiada por el esfuerzo fiscal de la ciudadanía con una carga impositiva, incomparablemente mayor que los que roban a la sociedad ocultando sus beneficios en los santuarios financieros, por eso mismo, la ciudadanía debe ser consciente de que le asiste el derecho legítimo de exigir reformas en el modo de producción mercantil, porque la sociedad, las leyes reconocen al pueblo como principio y fuente de poder, como principio de legitimidad, y en tanto que tales, es preciso organizar el debate, la lucha por imponer al capitalismo reglas, normas, controles, porque, le asiste todo el derecho a decidir como han de revertir en la sociedad el esfuerzo que realiza, empezando por exigir transparencia contable y eso significa la necesidad de saber que se esconde en los cubiles que generan la capacidad del escaso uno por ciento global para corromper, desvincular y torcer la voluntad de los gobiernos, que nunca cumplen las promesas electorales porque los mercados mandan, y la primera necesidad, en este ejercicio de voluntad y poder ciudadano es luchar por la erradicación de los paraísos fiscales, porque no son sino, cubiles, antros de corrupción, política social y moral.

UN RETO AMISTOSO

Los recortes son un intento desesperado de la burguesía, los mercados, de empobrecer a la ciudadanía, en los centros, socialmente más importantes, Europa y Estados Unidos, para desmovilizar y dificultar la organización de la ciudadanía, de los trabajadores en la lucha por no dejarse arrastrar al abismo, queriendo buscar respuestas, que necesariamente le llevarán a plantearse lo que cínicamente se ha planteado la burguesia, vale el capitalismo para el siglo 21, y no, no vale, el capitalismo perdió toda su legitimidad desde el momento que chantajea a la humanidad con el potencial de las fuerzas destructivas, condenando a toda una generación a la incuria, a la postración porque la percibe como un gran peligro, precisamente por su preparación, por su capacidad innovadora, por su rebeldía para disentir y discrepar, no, no vale, porque existen los medios materiales, para organizar el mundo con una perspectiva mejor, acabando con el hambre, la enfermedad y la incultura, y no no vale, porque como fuente de derecho y legitimidad, pueden plantearse que el modo de producción de mercancías tiene que ser regulado, controlado y vigilado para poderlo usar a favor de las personas.

El capitalismo, como modo material para generar los medios de vida del conjunto humano, desistió, si es que alguna vez, sus teóricos lo presentaron con el propósito favorable a liberar a la humanidad del sufrimiento, de tal idea, en la medida que su objetivo es la ganancia, el beneficio, la plusvalía, y si en algún momento primó el afán de realizar el trabajo bien hecho, hoy, la máxima que campea en sus pregones, fundamentalmente, lo que retratan toda la producción de consumo cultural, que el cine y la televisión recogen muy crudamente es el éxito, el éxito a cualquier precio, y el éxito es, por encima de todo, dinero, cuanto más dinero, más éxito, más fama, más poder, y si eso significa extorsión, violencia, se presenta como el riesgo de una inversión fallida, en caso de ser cogido con las manos en la masa, y como medio de asegurar el éxito, ocultar el botín, sobre todo, del fisco, por eso, el capitalismo es proclive al latrocinio, en la medida que maximizar la ganancia requiere ocultar el fallo.

Por eso, igualmente, la política consciente es una buena manera de llenar la cotidianidad social, pues en la medida que la apatía gana terreno y pierde influencias la política consciente, en la medida que el compromiso y la participación ciudadana se retrae, ese terreno abandonado lo gana el crimen organizado, que es la forma institucional de la extorsión y de la violencia, la cual se presenta como una especie de tara inevitable, cuando en realidad es la demostración evidente de un sistema social terriblemente injusto, que empieza por favorecer a los rectores sociales con leyes particulares, privilegios asumidos, porque el poder viene de Dios, claro que esto se decía antes, cuando los reyes lo eran por la gracia divina, ahora, en la modernidad, formalmente, se reconoce que el poder viene del pueblo y que este es fuente de legitimidad, pero hacer esto efectivo es una constante lucha de la que han abdicado las organizaciones de izquierda, la intelectualidad, aceptando que el sistema es inatacable, como tal sistema, y aquí es donde hay que poner todo el potencial para crear opinión, no bastando solo con el reconocimiento del comportamiento nefando del psoe (en el caso de España) de la etapa zapaterista, que comenzó mucho ante, en el momento en que el psoe se plegó a los presupuestos ideológicos de la burguesía española, (por española, hay que entender, todo el conjunto del estado, desde gallegos a catalanes y vascos), sino que por contra hay que explicar que toda la carga de crimen y extorsión se genera por la permanencia de un sistema, el capitalismo, que ha perdido toda su utilidad social, y este es el reto amistoso que los ideólogos, los intelectuales, los pensadores, sobre todo, los que asumen una posición de izquierdas deben de esforzarse en demostrar que el sistema está acabado, que perdió su utilidad social, y que es un freno de las fuerzas positivas de la sociedad, las fuerzas productivas, empezando por el elemento humano, en principio, toda una generación, la mejor preparada de la historia humana, que deberá ser ganada para la revolución, si queremos que el mundo no termine devorado en un caos de guerras, porque las fuerzas destructivas -la imponente industria de armamentos mundial- no disminuye ni su producción ni su venta.

Irónicamente, cuando todo los factores, tanto si se toman en su conjunto como si se toman individualmente, tienen una dimensión y proyección mundial, la izquierda carece de estructuras y foros internacionales desde los que discutir y organizar la lucha de clases, que por su propia dinámica es global, primero, porque los mercado, ese pequeño grupo del uno por ciento global, es una élite cosmopolita, con una visión global de los problemas del mundo, en muchos casos con vivienda en varias ciudades de diferentes naciones, coincidiendo en diferentes foros en los que deciden como hacer negocio, es decir, como disciplinar a la chusma, para pagarles menos y que trabajen más, y segundo, porque toda la ofensiva contra Europa, contra el euro, es una maniobra de alcance para exprimir y debilitar a la ciudadanía europea, un peligroso incordio, si pudiese organizarse a escala continental contra los mercados nacionales, las burguesías propias, y es muy importante entenderlo así, como una batalla, que la burguesía da en el terreno global, mundial, pero que es contestada en el terreno local, nacional, sin ninguna imbricación, sin ningún lazo con la ciudadanía de otras naciones, de otros estados, por eso es importante entender la dimensión global de la maniobra de los mercados, porque mientras la respuesta se de en el terreno local, nacional, estatal, llevan las de ganar, y la respuesta debe ser organizada, coordinada y llevada a cabo, mundialmente, que es como se habrían de articular las respuestas.

Es preciso tener muy en cuenta, que toda la política de recortes, para ser efectiva, para que estos se transformen en una incapacidad de movilización, de la ciudadanía, los gobiernos deben hacer lo que los mercados exigen, amparados en el subterfugio de introducir leyes que modifiquen las condiciones laborales que no es otra cosa sino acompañar de recortes políticos, los recortes económicos y sociales que dejen sin efectos las conquistas democráticas, duramente conseguidas en muchas batallas, en muchas luchas, sangrienta, muchas veces, y cuya pérdida volverá a ser tan costosa siempre, volviéndose como un castigo siniestro, ante la falta de determinación para encadenar al capitalismo poniéndolo al servicio de la sociedad, o lo que es lo mismo, dotar a la sociedad con los medios para controlar la economía, para regular, controlar y vigilar el capitalismo, que es lo que temen los mercados, los burgueses, si la oleada de indignación creciera.

Embridar el capitalismo significa controlar y regular el mercado y eso quiere decir erradicar los paraísos fiscales, verdadero centro de poder político espurio de los mercados, contabilizar las cuentas secretas, exigir el retorno del dinero oculto para dedicarlo a la investigación científica a favor de proyectos que beneficien a la ciudadanía, para dedicarlos a la enseñanza pública y gratuita, capaz de preparar ciudadanos responsables, preparados y capaces de impulsar las fuerzas productivas, para dedicarlo a la economía productiva, organizando procesos de producción, que en Europa, supongan coordinar la producción entre diferentes naciones, igualmente, significa la condonación de las deudas soberanas de todos los países, como compensación por más de sesenta años de latrocinio consentido por los gobiernos, que nunca cumplen sus promesas, significa, de igual modo, establecer un criterio universal para medir el trabajo humano y el intercambio entre las diferentes naciones y estados, porque la economía está globalizada, las fuerzas productivas son mundiales y la moneda de referencia, el dólar, es la moneda mundial, y debe ser controlada y vigilada mundialmente.

jmrmesas

8 de marzo de 2012





































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