martes, 31 de agosto de 2010

TRABAJO, DINERO, VALOR

Así como cuando se creó el Sistema Métrico Decimal, a finales del siglo XVIII, se hicieron mediciones para precisar las nuevas unidades de medidas que habrían de articular la fabricación y el comercio, así hoy habría que empezar por crear un equipo, una comisión, un grupo de trabajo que estudiase a fondo como encontrar una medida de valor que sirviera para medir el trabajo humano en función del gran desarrollo de las modernas fuerzas productivas actuales, tendente a transitar desde el modo de producción mercantil, al nuevo modo de producción, en el que la sociedad, convertida en objeto de estudio, en fuente de referencia, sirviera para encontrar la medida, que en este transitar de la explotación a la cooperación, hiciese del viaje fuente de conocimiento.
Esencialmente, el dinero es una mercancía, pero no una mercancía cualquiera, sino que esta mercancía encierra el contenido primordial que hace de ella -el dinero- LA MERCANCIA, pues en ella están contenidas todas las demás, o lo que es lo mismo, la mercancía vestida de dinero es intercambiable por el objeto que nos llevamos a casa, y mientras una es tal cual, es la silla, el móvil, unas botas, o lo que sea, la otra mercancía, solo por el hecho de ir vestida con el ropaje de dinero es constantemente intercambiable, y es ese ropaje el que oculta el contenido primordial de toda moneda, TRABAJO HUMANO. Pero... Y si todas las monedas contienen trabajo humano, ¿Por que no valen todas lo mismo?
La explicación habría de encontrarse en desarrollo que han tenido las diferentes sociedades, en el proceso histórico por la que cada una a pasado; por su relación con el medio geográfico, por la relación de proximidad o alejamiento con vecinos, materias primas, culturas, etc, etc, y mientras ese proceso histórico correspondía a un determinado desarrollo de las fuerzas productivas, en un principio, con un alcance local o comarcal, el valor de la mercancía era fácilmente evaluable en ese ambiente concreto, y cada sociedad poseía control sobre su moneda. Cuando las mercancías producidas en este ámbito tenían que cruzar los límites del poder de la sociedad que las había fabricado, el trato entre sociedades con un nivel de comunicación escaso, reducido al intercambio comercial, con escasa relación humana entre las sociedades que comerciaban, las monedas locales habían de vestirse de gala y el ropaje local se transformaba en oro, y como el oro, al ser un objeto bien conocido internacionalmente, escaso, y mundialmente apreciado, hizo de él la mercancía universal.
El comercio internacional del siglo xix estaba enfocado de tal manera que las transacciones internacionales solo tenían lugar mediante el pago de las mercancías en el valor oro por lo que su precio estaba bien determinado para que los diferentes estados que habían de intercambiar mercancías, ajustaran sus monedas sabiendo muy bien, de cuanto oro tendrían que deshacerse, si querían comprar, o cuanto oro recibirían, si vendían.
El crecimiento industrial y financiero producido por unas fuerzas productivas casi en constante crecimiento, a lo largo del siglo XX, sobre todo, después de la SGM y el famoso acuerdo monetario que tuvo lugar Bretton Woods, hicieron que el patrón-oro quedase obsoleto a los pocos años de ser fijado su precio en 35 dólares la onza, y a partir de ahí, puede decirse que no existe una medida que fije el precio de la moneda, pues lo que hay es un aprovechamiento tácito de la situación creada a partir de que el dólar, emitido para pagar el coste del petróleo consumido por Estados Unidos como locomotora industrial de occidente, inundase los mercados. Este desajuste entre el precio del dinero, poseedor del contenido primordial -trabajo humano- es muy sensible a los cambios sociales, pues a diferencia de la naturaleza, que sirvió como modelo, cuando los científicos del siglo XVIII fijaron las bases del Sistema Métrico Decimal, cuya lentitud en los cambios producidos en su seno -la inalterabilidad del planeta- la hace imperceptible y prácticamente, eterna, la sociedad en los últimos doscientos años, por contra, ha hecho saltos de proporciones ciclópeas, y, estos cambios no han dado lugar a una revisión profunda de las modificaciones acontecidas en los procesos de producción, dado que la naturaleza humana es egoísta, y que, para más inri, el capitalismo potencia el afán de lucro, con estas premisas, y el dólar, convertido, por la fuerza de los hechos, en moneda mundial, el resto del planeta a pagado el desarrollo industrial de Estados Unidos, y aún cuando los demás países que funcionaban según el esquema del mercado, también se han desarrollado, los desajustes producidos no se han corregido sino por la fuerza del mercado, es decir, que mientras para fabricar un simple tornillo -valga el ejemplo- se aplican los avances de la ciencia y la tecnología, para repartir los beneficios, sea entre los obreros, sea entre los países, el criterio es,... ..."esto son lentejas".
En el actual momento del capitalismo, el desarrollo de las comunicaciones, y un fortalecimiento indecente del capital financiero, ha convertido la especulación en el negocio más rentable, y de este modo, con una hucha inacabable, los santuarios financieros, conocidos vulgarmente como paraísos fiscales a disposición de los bancos, los financieros que es lo mismo que decir especuladores, que es lo mismo que decir banqueros, todo depende de donde se sitúa en el momento de la operación, sea este el parquet de la bolsa, la mostrador del banco, el cenáculo donde se reúne para conspirar "financieramente" alterando el precio de las cosas, pueden jugar en el garito monstruoso en el que se ha convertido la bolsa en todo el mundo, invirtiendo el dinero huido de los fiscos estatales para no pagar impuestos, para transferir a las sufridas sociedades, los costos de sus juegos con la bendición y protección de los estado nacionales, que sí persiguen "las rentas del trabajo" pero no la de los especuladores.
Por su parte, el estado, los estados, para contener la deuda creciente que significa una sociedad, cada vez más compleja, más diversa, con necesidades crecientes, todas ellas tendentes a facilitar el complejo mundo de la producción y la economía, en esto no hay que engañarse, las necesidades de las personas solo se aborda en relación con y para el proceso económico que requiere la producción, emite documentos para obtener dinero - bonos – cuya gestión, en vez de cuidarse, es jugada en el garito universal de la bolsa con resultados nefastos, pues los mismos que gestionan los santuarios financieros vs. paraísos fiscales, que gestionan los bancos, son los que aseguran y califican, es decir, que el mismo estado que consiente la evasión fiscal de los poderosos, igualmente carga los costos de comportamiento protector hacia los poderosos, sobre las espaldas de las “rentas del trabajo”
Ante semejante panorama, en el que las sociedades son siempre las perdedoras, sea la norteamericana, aparentemente más favorecida, sea la europea, y estas, que podría decirse que parten con ventaja, le siguen todas las demás, claramente en peor situación, una nueva conferencia internacional con el claro objetivo de definir un patrón de valor para medir una especie de tiempo de trabajo socialmente necesario en relación a un proyecto de producción tipo y articulado en un grupo de monedas continentales para África y Sudamérica, podría ser un comienzo prometedor de estabilidad.
jmrmesas

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