domingo, 22 de junio de 2014

RUSIA ES EUROPA. EUROPA NO ES ESPAÑA



RUSIA ES EUROPA. EUROPA NO ES ESPAÑA

EL FINAL DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL NO ES EL FINAL DE LAS CLASES

 SOCIALES

Y MUCHO MENOS, EL FINAL DE LA LUCHA DE CLASES


He leído siempre con interés los artículos que conocía de Ignacio Sotelo, como me interesó y me interesa la evolución y deriva de Izquierda Socialista, esa corriente crítica del PSOE, porque la izquierda es un magma en donde se agitan todos los estratos ideológicos progresistas que se dan cita en la lucha, ante la orfandad en que permanece la sociedad desde la traición de los líderes de la socialdemocracia internacional, cuando decidieron votar los créditos de guerra. Desde entonces, un siglo, la socialdemocracia es el caballo de troya de la burguesía en el seno del movimiento obrero, la quinta columna de la burguesía entre las capas más desprotegidas de la sociedad, adormecida, semianestesiada por esa canallesca política de colaboración interclasista, que pretende ocultar la realidad depredadora del gran capital; toda la podredumbre subyacente es el resultado del abandono del socialismo, de querer substituir un proyecto de sociedad por una colaboración de clases, en donde el futuro quedaba y queda en manos de publicistas comerciales que pintan el futuro con los colores que les proporciona el capital financiero, por eso, las declaraciones de Ignacio Sotelo, con la salvedad de ser la interpretación de una entrevista leídas aquí entran en esta dinámica de manipulación, al servicio del sistema; del modo de producción mercantil, que ya dejo de ser útil a la sociedad para hacerla avanzar.

No soy un fan de Podemos, porque crear un partido político para la clase obrera, no puede ser resultado de una premura para tener lugar en un proceso electoral, al que los medios dieron cuerda para quitar votos a Izquierda Unida, aunque el tiro les salió por la culata, pero dado el cultivo magmático, la falta de cualquier atisbo de alternativa de izquierda a la sociedad capitalista, ya en franco declive, la carencia de debate y los notables deseos de una serie de personajes, ¿Qué más se podía pedir?, esto es lo que hay, y lo que se puede hacer, es impulsar el deseo de ruptura de un sector de la sociedad, porque eso es el proceso de tensión que se establece entre las nuevas fuerzas productivas y las viejas relaciones de producción, descritas por Marx, o acaso creían que esa tensión se plantearía en términos académicos, se plantean en los términos, por ejemplo, en los que la ex presidenta de la juventud socialista, Beatriz Talegón, tuvo con un prócer del socialismo, del psoe, su propio partido, Joaquin Leguina, en la que esta, tiene el valor y el coraje de pedirle a Leguina que abandone las filas del partido, porque ya, ni él, Leguina ni Felipe González son socialistas, ahora, sino que han caído en el liberalismo; esto es el proceso, en su dinámica; como lo es el silencio de la Unión Europea, mirando para otro lado, ante la guerra civil en Ucrania, y el alineamiento indecente del presidente de Francia, el socialista Hollande, apremiando a Rusia para permitir a Estados Unidos meter baza en un territorio ajeno -Ucrania-, porque él, Hollande permite al capital financiero, dictarles los recortes, a los que, falsamente responde Marine Le Pen, y este abandono del socialista Hollande, de la defensa de los intereses de los trabajadores hunde, electoralmente, a la izquierda francesa. Estas son las contradicciones entre fuerzas productivas nuevas, y viejas relaciones de producción, por eso, es necesario un partido obrero internacional, una nueva internacional, porque estos acontecimientos no son tan evidentes y nítidos, y lo que ha de caracterizar a una fuerza política es esa apreciación común de las acciones a llevar a cabo por la izquierda, en un panorama, que ya no es nacional.

La fragmentación de la sociedad, ante el ascenso del capitalismo financiero y el declive del proletariado expulsado del proceso productivo, no es una muestra de la vitalidad del sistema, es una evidencia de la falta de alternativa militante, puesto que, nunca un modo de producción obsoleto ha desaparecido sin lucha, sino que ha sido substituido por nuevas relaciones de producción, capaces de utilizar las nuevas fuerzas productivas, para transformar la realidad social -lo que supone luchas encarnizadas- y sin embargo, lo que parece deducirse en el artículo de I. Sotelo, es que el nuevo capitalismo financiero tiene características positivas, de las cuales ignoramos sus propiedades, porque en ningún lado se describen, de lo cual no se desprende que las clases sociales estén desapareciendo.

Lo más novedoso del asunto es la extraña coincidencia de aunar criterios en la derecha y en la izquierda para señalar a Podemos como lo más nocivo del concluido proceso electoral del pasado 25 de mayo, en el que para mayor escarnio, los nazis ucranianos, apoyados por Estados Unidos y la Unión Europea, votaron a un agente de Washington, un provocador otanista como presidente de Ucrania, con el silencio, no solo de las instituciones públicas de la Unión Europea, sino con el silencio mediático de la prensa europea, y me pregunto —¿Es posible que avezados periodistas no vean ni las contradicciones, ni la peligrosa deriva belicista de Estados Unidos?—, porque, al otro lado del Atlántico, la prensa parece mucho más preocupada por las componendas de la UE y EEUU, mientras que aquí, esto parece un asunto menor, sin querer notar, que tanto los acontecimientos ucranianos, como un nueva avivamiento de la guerra de Irak -facilitando ayudas al islamista ISIS-, es una huida hacia adelante del complejo militar industrial euro-estadounidense temeroso, no ya del declive, de la imposibilidad de que el presente siglo sea el nuevo siglo americano, sino que el continente europeo se convierta en el proscenio de Rusia, como latinoamerica es el patio trasero de Washington, con la diferencia de que Rusia no busca apoderarse de Europa -Rusia es Europa, como lo es Francia, San Marino, Italia o España, Gran Bretaña no, ellos no quieren ser Europa, porque son ingleses, que es un poco menos que el paraíso, pero mucho más que Europa-, y sin embargo, Europa no es España, ni Rusia, ni Alemania, ni Gran Bretaña -que son Europa, aunque no les guste, porque Europa es un compendio, la suma sigma de toda la historia de los últimos dos milenios, como poco, pero el drama de Europa son sus burgueses, obligados por el imperativo político de su irrelevancia a tener que mantener la ficción de la división nacional para no desaparecer en la marea de la lucha de clases, porque saben, lo saben todos, que el futuro del mundo se decide en Europa, por eso Europa es rodeada, al sur, por la inestabilidad de Oriente Medio y el norte de África, y al nordeste por la deriva belicista de la OTAN, empujada por el complejo militar industrial euro-estadounidense, tratando de provocar la respuesta de Rusia, cuyos dirigentes, cargándose de razón, ante las provocaciones, cada vez más audaces de Estados Unidos, derrochan temple, haciendo gala de una visión mucho más cosmológica, mucho más madura y sopesada, conscientes de que el tiempo juega a su favor.

UN TIEMPO NUEVO

El tiempo no es igual para todos. Cada actor, cada observador tiene una medida de tiempo que trata de manejar acomodándose a su transcurso, y el proceso empieza a marcar, inexorable, una cuenta atrás, porque, como desde este modesto cuaderno de apuntes se viene insistiendo, el sistema acabó su etapa de impulsor del desarrollo positivo de la humanidad para convertirse en su principal obstáculo, para un nuevo avance, y como no desaparecerá, a menos que le obliguemos a desaparecer, luchando por echarlo, no podemos hacernos falsas ilusiones, creyendo que habrá una evolución positiva, pues esta perniciosa creencia es el resultado de cien años de colaboración socialdemócrata, del que parece que una parte de ella comienza a vislumbrar la necesidad de romper. El sistema, que hay que acabar con él, porque no es reformable, no se recata en presentarnos el futuro, visto a través de los ideólogos que nos lo describen en películas y series televisivas donde abundan el crimen, el robo, las diferentes mafias, toleradas y a veces sostenidas por gobiernos amigos, o propios, donde el soborno, las finanzas, siempre especulativas, nos presentan el resultado de unas tensiones que tienen como caldo de cultivo una sociedad cínica, envilecida, en suma, una sociedad terriblemente injusta, desigual, empobrecida, que incluso el nuevo papa clama denunciando un sistema cuya guía no es otra que el dinero, ha llegado a un punto de saturación que hará inevitable la ruptura.

El triunfo de Syriza en Grecia, y un reforzamiento de la izquierda, en España, más allá del número de diputados conseguidos, encierra la perspectiva de una maduración social que habrá que facilitarle medios y modos para que comience a fermentar en resultados positivos, y la mejor y más rápida manera de ayudar a ese impuso sería la apertura de un discurso europeo sobre una plataforma para la organización de Europa, y puesto que existe la Unión Europea, esta debería tener un único gobierno responsable ante el parlamento europeo, y no un gobierno plenipotenciario, responsable ante un parlamento nacional, sea este alemán, o francés o de cualquier otro país, sino ante el parlamento común. Una tal plataforma debería contener elementos tendentes a estudiar las cuestiones comunes, producción, energías, fiscalidad, etc., es decir, obtener resultados espectaculares es posible si se le envían a la ciudadanía europea las señales necesarias para que sepan y se apresten a una lucha, en la que ellas, ellos, no serán comparsas sino actores principales de un tiempo nuevo, queriendo abrir cauces a un mundo nuevo y mejor, porque es posible y existen medios.

jmrmesas

veintidós de junio de dos mil catorce



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