jueves, 4 de agosto de 2022

UNA GUERRA DE REPARTO ANTE LA AUSENCIA DE LA CLASE OBRERA ORGANIZADA

 

UNA GUERRA DE REPARTO ANTE LA

AUSENCIA DE LA CLASE OBRERA ORGANIZADA





En término generales el mundo desconoce la historia, y los pueblos desconocemos la riqueza que atesora la propia historia y que se resume, diría generalizando, en el desprecio de las élites por la gente corriente. Dije en algún apunte que de producirse una guerra en Europa —por ejemplo, Ucrania, que cuando lo apunté, esta aún no estaba en los mentideros políticos—, toda la enseñanza que se desarrolló en Europa luchando contra el fascismo, sería una carta en poder del pueblo. Fui excesivamente optimista, porque si bien todas esas enseñanzas existen, también existía, en tiempos tan próximos cronológicamente, como siderales en el terreno político, como fue la guerra de Iraq que concitó una formidable protesta popular internacional, una organización, que con todos sus defectos, funcionaba, impulsada por el partido comunista, los partidos comunistas.



Hoy esa ausencia de organización, y “esa” ausencia no es tanto los mudos y silenciosos PPCCs, como la carencia de toda protesta obrera organizada que está más presente que nunca porque es buscada y mantenida en silencio debilitando, intencionadamente, a los pueblos de los escenarios en conflicto ocupados en defenderse de las epidemias que amenazan en convertirse en plagas bíblicas.

Según la OMS, transcribo, “El actual brote de viruela del mono ha sido declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII). Es el nivel de alerta mundial más elevado, una distinción que actualmente solo exhibían la covid-19 y la polio.



Es la séptima vez que se hace una declaración de este tipo en los últimos 13 años. En el año 2009 fue por la pandemia del virus H1N1 (gripe porcina), en el 2014 por la poliomielitis, en el periodo 2013-2016 por el brote de ébola en África occidental, en los años 2015 y 2016 por la epidemia del virus del Zika, de 2018 a 2020 por la epidemia de ébola de Kivu, y la penúltima por la pandemia de covid-19.”



Es decir, los políticos quieren entenderse al margen del interés general de los pueblos porque estos no aceptarían componendas que les lastiman, y en estos trece años de los que informa la OMS, conjeturo, que han sido intentos de dar con el “menos mortífero virus” que garantizara una epidemia ejemplarizante, manejable y aceptable por todos los gobiernos, mientras ellos hacen negocios con la guerra. La viruela del mono sería el ensayo continuador del covid 19, porque los brotes de hepatitis vírica que afecta a los niños sería demasiado peligrosa. Un mundo sin niños es un sin futuro. Es la negación de todo futuro.



La mudez, el silencio organizado de partidos y organizaciones obreras para mantener la guerra de Ucrania en el ámbito de los medios, dando cuenta de la interpretación torcida de lo que está ocurriendo es la acción y la opción más peligrosa porque la aleja del origen y oculta la mendacidad de los ricos y poderosos capitalistas que empujaron a los nuevos ricos rusos y ucranianos a pelearse para asegurarles a los caducos burgueses el control del mundo, siempre que ellos tuvieran su lugar reservado, que será siempre revisable, dependiendo del grado de entrega.



Los mudos partidos comunistas —que una vez fueron orfebres del tejido militante que daba cohesión al movimiento obrero— revelan una ausencia de debate teórico. De producción teórica apoyada en la ciencia y tecnología que es la que impulsa a la estructura económica global (materialismo dialéctico) del capital financiero mundial, haciendo aflorar todas las contradicciones del sistema, la cual nos avisa de la necesidad de no avanzar por este camino actual. Camino, que según el archicitado informe de la universidad de Zurich, un puñado de empresas, manejan sin necesidad de tener la mayoría accionarial. Esta debilidad teórica es la que exhibe la izquierda mundial, primero porque se subordinó a la burocracia soviética creyéndola heredera y depositaria de la revolución bolchevique, cuando no era otra cosa que su monstruoso parásito. Segundo porque no basta que individuos capaces hagan estudios y escriban libros teóricos cuyo objetivo no es otro que la propia financiación, pero que no tienen un entronque con la sociedad y menos con la clase obrera militante, que como poco tendría que girar en torno a los sindicatos obreros, que sí tienen peso en la defensa de los intereses concretos. Tercero, porque la "fauna y flora" que componen los partidos políticos de izquierda no se creen capaces de romper al sistema ni de romper con el sistema.



Esta guerra, que como se está viendo, es dirigida por Washington, sus organizaciones y sus medios, es el más claro ejemplo de querer apartar al pueblo trabajador, mintiendo en los medios y debilitando a la sociedad físicamente con enfermedades diseñadas para poder entenderse a niveles secretos, cambalacheando, mientras muere la gente, como lo que nos consideran, mercancía de trueque, y es esta opción la que tiene más posibilidades de acabar en una guerra abierta con desarrollo atómico en Europa, donde radica la masa crítica social capaz de enderezar este entuerto belicista y nada revolucionario.

LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA NECESITA

LA VISION DE UN MUNDO NUEVO



Como he dicho, una práctica política de abandono de la idea de romper con el sistema ha llevado a la izquierda a desatender la teoría política enfocada a prever e imaginar un futuro donde hubiese que debatir y gestionar una producción y distribución de los bienes necesarios para garantizar condiciones de vida dignas de seres humanos, libres para poder ejercer los derechos que hacen realmente libre a las personas, es decir, conscientes de poder disentir sin que el disenso suponga menoscabo de sus condiciones de vida, de todas sus condiciones de vida.



Sí, es cierto, estoy hablando de recuperar las reivindicaciones que daban sentido a la izquierda, y que con matices, todas las izquierdas, anarquistas y marxistas, reivindicaban: expropiación de la tierra, toda la banca y todas las fábricas. Eso es lo que garantizaba la independencia de la clase obrera y lo que garantizaba la soberanía de las naciones, y que se abandonó por el cuento de la democracia parlamentaria que es eso, un cuento que se queda en el enunciado, porque jamas llegará a ser efectivo mientras los grandes propietarios —cubiertos por las decisiones que les proporcionan dirigir las grandes transnacionales— deciden que se produce, como se produce, en donde se produce y para qué y quienes se produce.



La expropiación cada vez es más necesaria porque los grandes propietarios que controlan la producción cada vez se apartan más de las crecientes necesidades de las personas y se concentran en idear planes perversos que no dudan en convertir en modos y métodos para anular a la población mundial del interés por las cuestiones que les preocupan y les afectan directamente. Pese a ser una campaña sin intención de convertirla en central y real, la sincera preocupación de los jóvenes por los desastres del cambio climático, que respondieron a la llamada de proteger al planeta, organizando manifestaciones todas las semanas, se desmontó poniendo en marcha una pandemia cuya característica más notable ha consistido y consiste en recluir y confinar a las personas, reduciéndolas a meros supervivientes.



Pese a los esfuerzos de los politólogos y otros divulgadores, que pretenden negar la realidad, las fuerzas productivas, convertidas en mundiales han terminado haciendo del planeta la casa común de la humanidad, y todo intento de reducir al genero humano al terruño es una estratagema para continuar el mangoneo de un puñado de ricos ambiciosos de convertirse en el más poderoso. La cumbre de la OTAN que tuvo lugar en Madrid demostró el acuerdo de los gobiernos atlantistas de plegarse a las exigencias de ese núcleo de ricos propietarios cubierto por el complejo militar industrial de EEUU, pese a que tal acuerdo está suponiendo un desastre que estamos pagando todos los pueblos. Como la realidad demuestra, el planeta convertido en CASA COMÚN, necesita que sus habitantes se constituyan en comunidad de propietarios y tome las decisiones para llevarlas a término.



Este sencillo esquema debería informar el núcleo de un Programa de Transición hacia la búsqueda que termine de alumbrar el nuevo modo de producción que acabe por derrocar al viejo modo de producción de mercancías, pendiente solo de la ganancia, del crecimiento por el crecimiento aunque en esa marcha deba convertir a toda la naturaleza, a todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, en mercancia prescindible.



LA RUPTURA DE ESTADOS UNIDOS



La realidad siempre está disimulada por el simbolismo con la que aparece porque nuestra evolución como especie, se produjo en un lento deambular en el que confluían rigores dolorosos con observaciones sin explicación. Solo el lento caminar a través de los siglos fue acumulando conocimientos envueltos en misterios explicados fabulando y acompañados de objetos de supuestos poderes intocables. La realidad política la simboliza el Estado, pero este es solo el ropaje que cubre los intereses de los ricos propietarios y que se disimula con un complejo entramado de instituciones que ocultan las decisiones que benefician a la clase dominante.



En EEUU, la figura simbólica que compendia al Estado es el presidente, pero el símbolo debe de ir acompañado de la mayoría de los ciudadanos que se reconocen en él. El rápido transito de los cambios producidos por la estructura económicas, en EEUU ha tenido el más devastador efecto porque este se constituyo en el paladín del capitalismo. Al acentuarse las transformaciones que demandaban el ansia de acumulación, parte de la estructura productiva tuvo que emigrar —deslocalizarse— y esto terminó deshaciendo la coherencia de la sociedad estadounidense. Fue Trump el que al asumir el interés de una fracción de la burguesía llevó más lejos la fragmentación de la sociedad USA. Biden queriendo acabar con la división no ha hecho otra cosa que acentuarla. La visita de la presidenta del congreso —Pelosi—ha hecho patente esa división, lo cual señañaría lo escabroso de la situación interna en EEUU.



No obstante, el hecho da una vuelta de tuerca a la situación pues China está obligada a demostrar, al menos, un rasgo de acción militar comprometida, aunque, en mi opinión, China le ha tomado el pulso a EEUU y sabe que su opción ganadora es agotar a EEUU en la carrera de fondo por ganar la hegemonía en el mundo, y en este sentido, el dólar es el punto más sensible que tocar.



Estados Unidos está hoy más cerca de un estallido social que nunca antes en la historia, y eso lo saben los dirigentes de hecho, que dirigen los EEUU, y que procuran que la presidencia no se convierta en excesivamente partidista. Lo saben mejicanos y canadienses que no quieren un EEUU deshecho porque saben lo que es va, y sin embargo eso sucederá en algún momento, antes de que acabe esta primera mitad del siglo xxi. Así como a los burócratas de la URSS, el liderazgo de la clase obrera les venía grande, a EEUU el liderazgo del capitalismo mundial, no es que le venga grande, es que ese liderazgo está sacando a la luz todas las contradicciones que encierra el capitalismo, un hegemonismo al que los pueblos han de doblegarse en interés de sus burgueses, por eso se pretende una vuelta a los Estados nacionales, es decir, la contradicción contra la historia.



La perdida de la hegemonía por Estados Unidos abrirá el comienzo del fin del modo de producción de mercancías, en el que China puede jugar un rol de aceleración o freno según entienda la necesidad de que el conjunto de los pueblos se constituyan en comunidad propietarios del planeta y no en simples inquilinos.

jmrmesas

cuatro de agosto de dos mil veintidós

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